5vs5 Angelus 5vs5. 1ª TEMPORADA_parte_b

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Aqui están los cuatro siguientes capítulos de la primera temporada de Angelus, todos corregidos por Mar Snape. Gracias wapa. Disfrutadlos:



CAPITULO 5. KAREL & LUCK. EL REENCUENTRO


RECORDATORIO.

En la habitación solo quedaban el gracioso de Luck y el callado de Karel.

- Esto es muy aburrido, ¿qué tal si nos damos una vuelta por los jardines del castillo? – dijo Luck

- ¿eh? – A Karel le sorprendía que le propusiese eso, pero se dijo que aprovecharía esa oportunidad para buscar una vía de escape. Mientras pensaba notó algo frío que se cernía sobre una de sus muñecas y, al fijar la vista hacia ella, vio una esposa ¡lo había esposado! Pero lo gracioso era que la otra parte de las mismas estaba en la muñeca de Luck.

- ¿No pensarías que te dejaría vagar tu solo? No me creas tan tonto. ¡Vamos!- y salió corriendo arrastrando consigo a un Karel muy avergonzado y abochornado por la situación en la que se encontraba.

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La noche era muy bonita, además la luna, reflejada en el lago, daba al entorno una imagen casi irreal. Todo hubiera sido perfecto, pensó Karel, si no estuviese ese a su lado. Era insoportable y muy bochornoso.

Habían pasado ya dos días desde la visita en ese despacho, la maldita charla. Recuerda como le enfureció la manera en que los trataron, y, sobre todo, los modales del estúpido rey ese que había logrado atrapar para siempre a su muy querido amigo. No se lo perdonaría.

Pero ahora se tenía que preocupar por otro, y no por ello menos importante, problema. ¡Lo estaba volviendo loco!

Nunca había pasado tanta vergüenza, y más al recordar las risas de todo aquel que veía pasar a la pareja, felicitando a aquel ser, riendo con él, deseándole suerte y mirando al doncel, diciendo que había pillado una buena pieza…

“¿Qué manera es esa de hablar de alguien y más si ese alguien está presente? Me tratan como un trofeo, no peor, como una simple res que ha sido vendida al mejor postor, y eso no lo aguanto.”

Karel parecía muy enfadado y estaba con el cejo fruncido recordando otra vez todo aquel bochorno, nunca, recordaba, haber pasado tanta vergüenza en su vida como para desear estar muerto o que se hiciera el milagro de que lo tragase la tierra. Para su desgracia no se cumplieron ninguna de sus súplicas.

Al menos ya no tenía que pasearse esposado. A cambio había recibido en su muñeca algo magullada, por el ajetreo que tuvo que soportar atado a ese artefacto metálico cernido sobre su pequeña articulación y recordándole aun ese fatídico día, un localizador. Al menos, ya no sentía tanto pavor como el sufrido primer día.

FLASH BACK

Era arrastrado por los pasillos a una velocidad tremenda y el otro no parecía darse cuenta de que arrastraba a un cuerpo que intentaba debatirse con aquel que lo zarandeaba por todo el lugar. Tan solo se dignó a pararse cuando unas vocecillas le dirigieron la palabra, cosa que agradeció bastante Karel que se quejaba de su muñeca ya lastimada por los tirones que el otro, al parecer sin darse cuenta, le propinó durante la carrera.

- Luck-sama, ¿qué haces corriendo a estas horas? – Karel se volteó, aún con la respiración agitada e intentando normalizar su pulso, a la muchacha del servicio que había hablado. Era menuda, no muy alta y con el pelo rubio rizado, que estaba recogido en una trenza.

- No lo ves, Mirtel, está con su nueva conquista y ya sabes lo eufórico que se pone con juguetitos nuevos – Había otra sirvienta y esa era la que había respondido a la pregunta de la otra. Al contrario que la primera, esta le pareció una fulana cualquiera y no solo por las palabras que dijo, sino por el aura que emitía, por el contoneo de su cuerpo y por su físico.

Ambas comenzaron a reír, y eso le dio una sensación de quemazón a Karel, que enseguida intuyó que hubo algo entre esas dos y el general, e, incluso, habían hablado con un deje de experiencia propia. No podía evitar profesar rabia y vergüenza por saber lo que era, bueno, como era considerado porque él no se dejaría hacer ni vencer, pero ello no quitaba sentir lo que sentía.

- mmmm - fue lo único que salió de su garganta, por el momento porque eso no había hecho nada más que empezar. No se rendiría y no perdería ante aquel promiscuo.

“De ninguna manera, pensó Karel. – Luego no sería capaz de mirar a mi papá si lo hiciera.” No había estado soportando charlas e historias del pasado, sobre todo de parte del protector de su padre, para nada. Las esperanzas de sus padres, en especial, de su papá, residían en él. Era hijo único y no porque su familia lo quisiera o no deseara otro hijo. Aún recordaba aquella vez que…

RECUERDOS DE LA INFANCIA DE KAREL.

- Papi, estoy aburrido.

- Cariño, papi está ocupado mirando estos papeles importantes. – Aun así, levantó la vista de los mismos para ver a su pequeño e único hijo. Aquel hecho aún le dolía, mucho. No lo culpaba, pero no podía olvidarlo. Tras cavilar un momento se levantó de la silla en la que había estado sentado hasta entonces, respiró unos segundos, se dirigió a la puerta, la abrió y preparándose para salir, le dijo a su callado hijo de siete años recién cumplidos que le miraba impertérrito: - Renacuajo.

La cara del chiquillo cambió por completo, mientras, su padre empezó a correr hacia el exterior de la casa.

Un grito.

- ¡¿Cuántas veces te dicho que no me llames así!? – Rió. Su papi estaba jugando con él así que se dispuso a correr para alcanzarlo - ¡No vale correr, tu eres más grande! – le decía mientras intentaba alcanzarlo.

Estuvieron toda la tarde jugando en los jardines. Casi entraba la noche cuando vieron una figura en caballo que se acercaba hacia la casa.

- ¡Padre! – vociferó el infante, mirando a su papá para que le diera consentimiento para salir en busca de su otro progenitor. Su papá se lo dio con una leve pero segura afirmación de su cabeza.

- Pero ten cuidado… - su hijo ya había desaparecido – con el caballo – susurró al vacío.

El niño iba gritando en tanto corría y daba saltitos para que su padre lo viera, cosa que el mayor ya había hecho desde que lo llamó por primera vez. Se bajó del caballo y esperó que el pequeño le alcanzara para estrecharlo entre sus brazos.

- ¿Te has portado bien mientras no estaba? – preguntó el mayor.

- Por supuesto- contestó Karel.

- Hola cariño. – Dijo cuando alcanzaron al otro muchacho que les esperaba en la entrada a la gran casa. Se acercó a su pequeño esposo y lo besó en los labios. Un simple roce ya que su hijo estaba presente.

- Hola amor – contestó el más joven.

- Por cierto, por allí te echan de menos. Hace una semana que no vas a jugar con Reiv y Nitsuga. – le comentó.

- Yo también quiero jugar con ellos pero papi no se encontraba bien esta semana así que… pos… ¿no podría tener un hermanito? Así podría jugar con él aquí. – Se asustó al ver la cara que habían puesto sus padres.

Silencio. Un silencio roto por sollozos intentado ser callados por débiles tentativas por parte del que los profería.

- Gaby… – Dijo su padre. Así se llamaba su progenitor.

- No pasa nada, Kein. Es normal. Alguna vez tendría que preguntar, pero, yo…ahora… lo siento – Se perdió llorando hacia el interior de la casa.

- Papi… - el niño también lloraba. Lo había hecho llorar y no sabía por qué. Su papi nunca lloraba: - ¿Qué he hecho, padre? – le dijo entre hipidos producto del llanto.

- Tú no has hecho nada mi pequeño. Todo es culpa de tu padre. – Le comentó mientras lo acunaba entre sus brazos para calmarlo: - Todo es culpa mía- terminó por acotar sombrío y culpable.

Luego lo llevó a su habitación y le contó que su papá había tenido problemas en el parto por lo que no era viable otro embarazo. Esa noche hicieron un pacto de silencio. Jamás volverían a mencionar ese tema. Era tabú. Y así lo hicieron.

FIN RECUERDOS DE LA INFANCIA DE KAREL

Ya de por sí , Karel se parecía a su padre, callado, serio pero aquel acontecimiento definió su carácter haciéndole entender que primero había que pensar las cosas antes de ser pronunciadas por su boca.

“Debo mantener la cabeza sobria” – sonrió ante el reciente recuerdo. Sus padres. Los echaba de menos. Hacía tiempo que no los veía, meses antes de que todo esto sucediera, debido a un viaje de negocios, según le habían dicho. No les creía, más, sin embargo, ese era otro asunto.

Mientras se decía mentalmente esto, oyó como a las risas de las dos mujeres se unía las del que lo llevaba atado con unas esposas a su muñeca. ¡Ese insoportable!

Lo que Karel no se imaginaba ni por asomo era que Luck, el vivaracho, lo había preparado todo premeditadamente para que el juego empezara. Quería y sabía de antemano que así sería, que el otro era muy orgulloso y que no permitiría aquel ataque sobre su orgullo; más si sobre su persona y a su costa se habían hecho tales desplantes; aunque la verdad, es que parte de esas palabras, sino todas, eran ciertas de una forma u otra.

El menosprecio que estaba sintiendo lo estaba volviendo loco, aunque, a decir verdad, debería no importarle. Se repetía eso una y mil veces, pero, aún así, no podía dejar de sentir rabia. Encima, no podía irse porque estaba amarrado al otro. ¡Cómo odiaba a ese tal Luck! El cual solo se había presentado hacía menos de una hora.

“En cuanto tenga la oportunidad, le arreo, busco las llaves de las esposas y me largo en busca de ayuda” – pensó Karel.

Karel salió bruscamente de sus pensamientos cuando Luck lo aventó para seguir su camino por el gran castillo, pero no sin antes dar un pequeño y casto beso a cada una de las mujeres, cosa que no gustó a Karel, pero no dijo nada. A él lo que hiciera ese no le importaba lo más mínimo. El otro se dio cuenta del gesto que hizo y así se lo hizo saber.

- ¿Celoso?- susurró prácticamente encima de los labios del menor. Sonreía.

- Ni en tus sueños, imbécil – le recriminó, apartando su cara que se encontraba demasiado cerca para su gusto de la suya. Sus palabras sonaron forzadas e inquietas, nerviosas.

El otro le hizo caso de inmediato. Su sonrisa se ensanchó. Le ponía nervioso, ¿eh? Una muy buena señal.

Cuando Karel pensó que no podía pasar mayor bochorno, Luck, que parecía hacerlo a propósito, cosa que era cierta, lo llevó por delante de la zona de práctica. Y daba la bendita casualidad que allí estaban entrenando algunos soldados que nada más verlos empezaron a gritar palabras de ánimo y de la gran suerte que tenía por haber pillado a una joya así, mientras que canturreaban piropos hacia su persona.

En definitiva, la situación siempre podía ser peor de lo que uno pensaba.

Luck rió y respondió amigablemente a las palabras, pero Karel… pensó con instintos asesinos el cortar un par de lenguas y en matar a otros cuantos. Además, su cara enrojeció de tal forma que no pasó desapercibida, a pesar de la oscuridad de la noche, para Luck que sonrió satisfecho, otra vez.

- Al que vuelva a decir algo, le corto la lengua y si se pone bravo quizás le deje además sin cerebro para pensar, ¿de acuerdo? No soy ningún JU-GUE-TE –esto último Karel lo dijo entre dientes dispuesto a cumplir su promesa.

EL silencio se hizo en un momento, pero, segundos más tarde, empezaron a oírse risas estruendosas por todo el lugar, lo que irritó aun más a Karel al ver que no lo tomaban en serio.

Sin embargo, Luck sabía que el pequeño que tenía a su lado sí hablaba en serio y que podría suponer un problema para sus hombres si no estuviese atado. Sus cavilaciones se vieron interrumpidas cuando sintió que le tironeaba el brazo de manera brusca, y, al voltearse en dirección al mismo, observó como un enfurecido Karel intentaba dirigirse a los hombres, que enmudecieron al ver la cara llena de enojo del guapo y joven doncel del teniente.

Sus intentos de llegar a una de las espadas que se exponían en una de las mesas fueron en vano ya que no pudo moverse ni un milímetro debido a que Luck permanecía quieto en el mismo lugar sin menearse siquiera. Eso cabreó una más a Karel, que murmuró:

- ¿y a ti qué mierda te pasa? Quieres mover tu jodido culo hasta aquella mesa de ahí o ¿te la dibujo? - La cara de asombro de todos los presentes le hizo darse cuenta de lo que acababa de decir, él que se mostraba siempre indiferente y que normalmente no solía decir nada más que monosílabos. ¡Mierda! Ese día no era el suyo, de eso no cabía duda.

- Toma monada, aquí tienes – Uno de los soldados allí presentes le tendió una de las espadas que, anteriormente, había cogido de la mesa. Le hacía mucha gracia la conducta del muchacho y la verdad es que no podría hacer mucho daño con ella. Tenía curiosidad por sí podría manejarla sin tirarla al suelo o sostenerla por lo menos. Se notaba que él, al igual que muchos otros, no había ido en la escaramuza contra Eirth pues, en caso contrario, no le habría dado tal “indefenso” instrumento.

- Gracias. – Su sonrisa de malicia no se hizo esperar igual que la reacción de Luck, que inmediatamente intentó quitarle de sus manos aquella arma; cabe decir que sin éxito alguno ya que Karel se adelantó a su movimiento y sin esperar que lo jalara fuertemente del brazo lo que, posiblemente, le haría perder el equilibrio, lo apuntó con el arma en dirección al pecho.

Las personas allí presentes presenciaron la escena, aunque duró apenas unos segundos, atónitos. Y aquel que le dio el arma blanca se arrepintió enseguida no solo por la mirada que le dirigió su superior que ahora, por su culpa, se encontraba en una situación un tanto peligrosa; sino porque antes de intentar desarmar al precioso castaño, éste le pegó una inesperada patada con una inusual fuerza que lo jaló un metro hacia atrás, cayendo estrepitosamente después al suelo.

- Tus hombres son muy atentos y estúpidos, si me dejas añadir.

- Te dejo, además comparto tu opinión – Miró a sus soldados, y dirigiéndose a estos, añadió: - Cuando esto acabe, ya decidiré vuestro castigo. No esperéis que sea magnánimo pues no lo seré. Estoy muy disgustado. Además, quiero que de ahora en adelante no subestiméis a nadie por su físico – y mirando de arriba abajo al que lo apuntaba, prosiguió: - por muy buen físico que tenga.

Como respuesta, recibió un pequeño pinchazo por parte de la espada que le apuntaba.

- Eiii, ¡qué era una broma! No es para ponerse así. Que poco sentido del humor tienes. – dijo en un tono burlón Luck. – Te recuerdo que no conseguirás salir de aquí, pequeño.

- mmmm – e hizo un movimiento con las manos que daba a entender que quería las llaves de las esposas, pero Luck no se movió parra nada. - las llaves – tuvo que pedir entonces.

- las llaves, ¿qué?- Luck parecía esperar algo.

- ¿Qué? – se estaba empezando a cansar del juego, pero Luck, en cambio, parecía divertirse, y mucho.

- Las cosas se piden educadamente.

-Pero… ¿tú quién te has creído? – las letras eran dichas por Karel entre siseos, producto de la rabia mal contenida. Nadie, absolutamente nadie, salvo su papá, podía decirle eso.

Luck, sin darle tiempo a seguir protestando, cogió la espada con su propia mano. Se quedaron ambos quietos sin decir nada. Parecía que el tiempo se hubiese detenido, si no hubiese sido por la presencia de los soldados que empezaron a moverse.

- Quedaos donde estáis, es una orden – Posteriormente, se dirigió al muchacho – Los dos sabemos que esto no irá a más, pero tengo curiosidad. Por qué deseabas las llaves si sabías de antemano que tu intento se vería frustrado.

- ¿Por qué debería contestarte?... ¡ten cuidado! – y, sin pensarlo, al ver que de la mano de su captor caían remeros de sangre debido a que presionaba demasiado la espada, desplazó la mano de la espada, soltó la misma y miró las heridas.

“No es grave”, pensó Karel con alegría. “Pero, un momento, ¿qué acabo de hacer? Seré idiota” Siguió lanzándose improperios del mismo calibre hasta que se dio cuenta de una risa.

- Bueno, me piensas contestar o me seguirás mostrando tu lado doncel por más tiempo – dijo entre risas. Sus palabras consiguieron el efecto deseado: Karel se sonrojó a más no poder, le miró encolerizado y soltó de forma brusca su mano.

- mmmm.- Caviló unos segundos si debía responder, pero, finalmente, lo hizo – Déjame darle una paliza. Prometo no escapar.

Ahora las risas provenían otra vez del gentío que, hasta hace escasos momentos, estaban anonadados por la escena que se había formado ante sus ojos y que no habían podido evitar.

- Me parece bien. Tú, recoge la espada del suelo, y dámela – El soldado se apresuró en acatar las órdenes, mientas que los demás lo miraban asombrados. ¿Es que acaso quería que le hiciesen daño al bombón?

Luck cogió el arma y soltó a Karel. Entonces, se dispuso a decir las reglas del que sería un duelo.

- Elegid a vuestro mejor soldado. Será un cuerpo a cuerpo, el primero que caiga al suelo pierde. Lo siento lindura, pero sin armas. No me fío del todo. – esto último se lo dijo a Karel.

- Lo de lindura te lo tragarás tarde o temprano. Y haces bien en no fiarte porque la próxima vez te ensartaré en la espada. Ya lo verás.- Y se dispuso a ver cual era su oponente.

- Me encantaría verlo porque te recuerdo, lin-du-ra, que yo vencí la última vez – se jactó jocoso Luck, remarcando muy lentamente la palabra lindura.

- Te mataré.

Aunque el grupo de soldados aun se tomaban a broma la pelea, hicieron caso a Luck y eligieron a su mejor hombre. Era alto, fornido, y por lo menos ocupaba el tamaño dos veces de Karel. De todos modos, Karel no se amedrentó, es más, estaba gratificado de ver como era su contrincante pues así podría descargar su furia, creciente, sin medir sus fuerzas.

- ¿Listo? – Preguntó Luck, tenía ganas de ver el combate aunque ya sabía el resultado. Esto les valdría como lección, así no subestimarían a nadie más ya que eso era un error fatal en cualquier batalla.

Como respuesta, recibió un asentimiento de cabeza.

Los adversarios se colocaron rodeados por los hombres, que formaron un círculo. La situación y las diferencias físicas de ambos les hacían gracia. Tom, que así se llamaba el grandullón que lucharía contra Karel dijo:

- El primer golpe te lo concedo. Cortesía de mis compañeros. – Y con un gesto de su brazo abarcó a los susodichos. Se oyeron algunos comentarios, y todos ellos del tipo no desaproveches tu única oportunidad.

Karel, que no se dejó intimidar ni por asomo, solo dijo: - De acuerdo, el primer golpe lo daré yo pero no usaré toda mi fuerza. Cortesía mía – Se burló y, sin dejar que nadie más hablara se dirigió a una gran velocidad hacia Tom y lo golpeó en el estómago haciendo que cayera de rodillas. Había perdido.

El resultado no se hizo esperar, el silencio se hizo en la estancia y por fin Karel recibió la atención que en verdad merecía. Por fin, aquellos hombres comprendieron que ese doncel era mucho más fuerte de lo que parecía, mucho más fuerte que ellos.

- Creo que con esto ya esta saldado tu agravio, ¿no? – Fue Luck el que interrumpió el silencio que se formó. Se acercó al muchacho y lo volvió a unir a él con las esposas.

- mmmm - Fue la única respuesta de Karel, que quedó verdaderamente satisfecho con el resultado que había provocado – Volteando su mirada hacia el hombre que todavía se doblaba por el dolor, le comentó:- será un placer seguir con esto otro día. Recuerda que eso solo era un calentamiento.

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Cuando terminaron de pasear por los jardines, se dispusieron a entrar otra vez al inmenso castillo.

Cual fue la sorpresa de Karel al ver que Luck entraba con él a los aposentos. Además, todavía lo llevaba sujeto a él con esas malditas esposas.

Nada más cabe imaginar que el día terminó con otra pelea, con gritos y con Karel esposado a la cama farfullando mientras el otro dormía plácidamente.

FIN FLASCHBACK

Toda esa semana fue un infierno para Karel. Todo el día de aquí para allá, que si una fiesta, salidas nocturnas, comidas, paseos. Luck no paraba, apenas podía descansar cinco minutos. Además parecía disfrutar de sus cabreos, lo hacía hablar de más lo que conllevaba que se cabreara aún más con Luck y consigo mismo por permitirlo lo que, a su vez, le traía un enorme dolor de cabeza.

El estar junto a él todo el tiempo le ponía nervioso. No le dejaba solo en ningún momento. ¡Ni para el baño! Y dormir juntos… hacía que no conciliase bien el sueño pensando que se aprovecharía de esa oportunidad; aun no teniendo motivos para ello, las miradas que recibía no le gustaban. Podía esperar cualquier cosa.

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Karel y Luck iban caminando por los ya conocidos pasillos del castillo en dirección al gran comedor. Karel, aun estando tan cansado por tener que aguantar al susodicho teniente, se alegraría por ver, tras una larga, penosa y muy cansada semana, a sus amigos. Necesitaba estar con alguien de confianza con el que hablar tranquilamente sin gritar o sin lanzar palabrotas al aire, enmarcando cada frase.

- A ver si así dejas de parecer una cotorra preguntando por ellos – Luck habló mientras abría las puertas para que un Karel, otra vez enojado, entrara.

- Jaja – dijo de forma muy sarcástica mientras entraba lo más altivo que podía a la estancia.

Fue entonces que dirigió sus ojos a la hermosa sala. Era inmensa. En el centro había una gigantesca mesa rectangular que ocupaba gran parte, y, a su alrededor, había muchas sillas recubiertas de terciopelo. En una esquina, había un piano, y en la otra un arpa. De las inmensas paredes colgaban hermosos cuadros y los grandes ventanales estaban adornados por balcones gigantescos que contenían flores bien cuidadas. También había una alfombra que cubría casi todo el suelo de parqué de la estancia.

Y cuando se dio cuenta, observó a un muy alegre Nitsuga, que se le acercaba de manera presurosa y preguntaba:

- ¿Qué te ha pasado?

- mmmm… ahora no… estoy muy cansado… no he dormido nada por su culpa, no me deja descansar ni un momento, no para, es muy enérgico… y le da igual que no hable, él lo hace por los dos. Para lo que hacemos, no hace falta ni conversar. Hazme un favor, pégame un tiro. - Se recostó con un estrepitoso golpe en un sillón e intentó relajarse.

Karel no aguantaba más y mirando ligeramente al causante de su malestar que hablaba alegremente con otro hombre un poco más bajo que Luck y de cabellos castaños, cerró los ojos.

Se disponía a hablar con Nitsuga cuando la puerta se volvió a abrir, dejando entrar a un alegre Yuuri que ya se había dejado escuchar antes de aparecer. Al verlos a ambos, corrió hacia ellos, los abrazó y empezó a besarlos de la alegría de por fin verlos.

Al poco entró su pareja, que se dirigió hacia Kaito y Luck. Estaba agotado, aquella bestiecilla no callaba ni durmiendo.

- Kyo, ¿qué te pasa? – Luck comenzó a reír. De pronto, tanto Luck como Kaito no paraban de carcajearse hasta el punto de salirles lágrimas. La verdad es que nunca habían visto al antisocial Kyo con ese aspecto. Ese niño le haría un gran bien.

- Muy graciosos – dijo antes de lanzarse contra los dos para borrarles la sonrisa a como diera lugar, a puñetazos si era indispensable.

En el otro rincón de la sala se encontraban los tres guardianes. La pregunta que Karel esperaba que Yuuri pronunciara no se hizo esperar.

- Karel, ¿qué te a pasado? Parece que te hubiese arrastrado un caballo kilómetros y kilómetros.

” ¿Tan mal aspecto tengo?” pensó Karel, aunque ya sabía la respuesta porque al verse esa tarde en el espejo maldijo su reflejo. Estaba patético. A pesar de eso, alumbraba con su belleza allí donde pasaba, aunque de eso no se daba cuenta en ningún momento; ni cuando Luck echaba miradas reprobatorias o con tintes homicidas a quien las hacía, que denotaban claramente celos.

- No he podido dormir bien. Por cierto, ¿habéis visto a Reiv esta semana? – Los dos respondieron negativamente.

Lo tres estaban muy preocupados por Reiv ya que no lo habían podido ver durante esos siete días, y sus forzados acompañantes tampoco les habían respondido a sus preguntas; tan solo y fugazmente les habían dicho cómo se encontraba.

Esperaban ansiosos que llegara el momento de verlo.

De pronto se oyó un sonoro golpe, un quejido y como la puerta se abría…


CAPITULO 6. YUURI & KYO. EL REENCUENTRO.

RECORDATORIO

Tras ver partir a Reiv en brazos del rey Ethan, tres muchachitos quedaron desolados por la derrota sufrida y avergonzados por no haber podido cumplir su promesa: protegerlo.

Los pensamientos de desolación de aquellos tres se vieron interrumpidos por una voz, y uno de ellos por unos brazos que lo jalaban y levantaban en peso para colocarlo en un hombro como si se tratara de un saco de patatas.

- Yo me llevo a éste a mi habitación - Kyo también se marchó por el umbral de la puerta cargando a Yuuri, que no dejaba de patalear y llorar.

FIN RECORDATORIO

Ahora, además de un sentimiento de completa derrota y desolación, se añadía el de humillación, y no solo por ir en esa posición tan incómoda, sino también porque iba atado como un chorizo y amordazado. Muchas palabras se pasaban por su boca y el no poder decirlas era superior a él. Si de algo se caracterizaba Yuuri no era por su silencio, y eso lo descubriría tarde o temprano Kyo porque no siempre lo tendría amordazado. Y eso mismo fue lo que pensó Yuuri. Así pues, se calmó un poco y esperó, esperó a ser desatado.

Kyo, al notar que aquel pequeño ser que llevaba en brazos, dejaba de moverse y de armar follón, supo que algo estaba tramando porque, como buen soldado que era, se había informado con anterioridad del carácter del muchacho. Pero, pronto descubriría que hay cosas que solo se pueden saber si las experimenta uno mismo.

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Llegaron al cuarto del teniente sin mayores contratiempos.

Kyo dejó a su carga en la cama y pensó durante algunos segundos el desatarlo o no. Había algo en la cara del muchacho que le daba a entender que tenerlo así era la mejor opción, pero tenía que ponerle la pulsera y cuanto antes mejor. Además, debería tener hambre y de seguro que él no se la iba a dar cucharada a cucharada. Así pues, consideró que debía desatarlo, pero antes llamó a unos sirvientes que al poco tiempo trajeron dos bandejas de comida que depositaron en una mesa, que se encontraba en la esquina opuesta a la cama.

Fue en esos momentos, al desamarrarlo, primero las manos, donde colocó la pulsera, luego los pies, y, posteriormente, la mordaza que cubría la ahora viperina lengua del muchacho, cuando su tortura comenzaría.

- ¡¿QUIÉN TE HAS CREIDO QUE ERES!? PRIMERO TRANTANDOME COMO UNA COSA, ATÁNDOME, JALANDOME DE UN LUGAR A OTRO Y LUEGO AVERGONZANDOME POR TODO EL LUGAR – cogió aire pues lo estaba diciendo todo muy rápido y antes de que el otro reaccionara, prosiguió – PUES NO SOY NINGUNA COSA, MUÑECA O PASATIEMPO Y DE ESO SEGURO QUE AHORA TE VAS A DAR CUENTA PORQUE NO TENGO NINGÚN BOTÓN PARA QUE ME APAGES O PILAS QUE SE GASTAN, Y TE ASEFURO QUE NO ME CANSO CON FACILIDAD ASÍ QUE ME VAS AGUANTAR PARA RATO. Hay Yuuri para varios días – Yuuri volvió a coger aire - ¡AH! ANTES DE QUE SE ME OLVIDE, ¿QUÉ DIABLOS ES ESTO? – Y sin esperar respuesta… - BUENO DA IGUAL. QUIERO VER A MIS AMIGOS Y AHORA. NO ESPERA, PRIMERO QUIERO VER A MI HERMANO, QUIERO QUE ME SUELTES….

Ahora sí que su discurso que, por cierto había dicho gritando tan fuerte que a Kyo no le cabía la menor duda que medio castillo había escuchado, había sido interrumpido por la mano de Kyo que le tapó la boca. Le empezaba a doler la cabeza porque aparte de gritar, había utilizado un tono de voz algo chillón que se metía como agujas por sus tímpanos. No cabe decir que Yuuri lo había hecho a propósito porque sabía que hacer cuando quería importunar y molestar a alguien y siempre lo lograba. Esta vez no iba a ser menos, de hecho era la primera vez que de verdad quería empalagar de una forma inimaginable a aquel que ahora se posaba ante sus ojos.

La reacción de Yuuri no se hizo de rogar y sin esperar, hincó sus dientes en los dedos que intentaban que se callase; pero él, por supuesto, que no lo dejaría. Suficiente había callado ya. Ahora nada ni nadie se lo impedirían.

- ¡¡SERÁS……..$%$%$%!! – Kyo, como un resorte, soltó su mano y se deshizo de los dientes que apresaban su carne.

Le había apretado fuertemente y ahora sangraba. No tuvo tiempo de reclamar por lo sucedido o de castigarlo por atreverse a morderlo pues el enano ya había empezado con su retahíla de insultos, de palabras y de frases que parecían nunca acabar.

- ¡QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA HACERME CALLAR! NADIE, ME OYES, NA-DIE – señaló ambas sílabas - ME HA MANDADO CALLAR NUNCA…bueno, mi hermano sí, y Reiv, ¡ah! y Nitsuga y también Karel, pero ESE NO ES EL CASO. COMO DECÍA: NADIE SALVO ELLOS ME PUEDE HACER CALLAR. – Retomó el tema anterior hablando más para sí que para el otro – y también mis tíos, mi madrina, mi padrino,… - titubeó – una vez también me llamaron la tención en un festival pero había que reconocer que el discurso era bastante aburrido… - Yuuri estaba recordando actos pasados y los decía sin pensar ni parar para descansar. Recapacitó. No era momento para divagar: - PUES ESO. ¿Qué te estaba diciendo? ¡Ah! Si, ya sé. – Inspiró por enésima vez aire ante la mirada incrédula de Kyo: - TE ASEGURO QUE LA PRÓXIMA VEZ TE DEJARÉ SIN MANO ASÍ ME ARRANCE LOS DIENTES EN LA CONTIENDA. ¿ME HAS OIDO?

- La pregunta es quien no te oye con ese tono de voz. Por cierto, ¿estás bien de la cabeza? – pero su vocecilla no se oyó por el escándalo que seguía montando Yuuri.

- TE HE PREGUNTADO QUE SI ME OYES. CONTESTA UNA PREGUNTA CUANDO TE LA HAGAN. ¡MALEDUCADO! QUIERO VER A MI HERMANO. NO ME FÍO DE ESE AMIGO TUYO QUE SE LO LLEVÓ. ¿SABES? YO LO QUIERO MUCHO, ÉL Y MIS PADRINOS NOS CUIDARON A MI HERMANO Y A MI CUANDO NUESTROS PADRES MURIERON…pero, ¿qué hago contándole mi vida? Si es que ya te lo dicen, “cuando te pones a hablar lo dices todo por eso no te contamos nada” – dijo Yuuri, imitando la voz de su hermano mayor.- ya he vuelto a cambiar de tema – Se oyeron unas risillas, al elevar su vista, observó que Kyo intentaba aguantar la risa llevándose sus manos a su rostro, pero no lo consiguió del todo y ciertos sonidos escaparon de la comisura de sus labios. Y TU, ¿DE QUE TE RIES?

“Qué de que me río. Ni yo mismo lo se” – Kyo no respondió porque el primer sorprendido fue él. Nadie se creería que el frío témpano de hielo Kyo había reído. De hecho, aquel que lo dijera, sería calificado de mentiroso. Hacía mucho que había dejado de sonreír, para ser exactos desde que asesinaron a su hermana, pero no quería acordarse de eso ahora. Pero ese muchacho, con su cambiante carácter le había sorprendido. Ese niño asemejaba tener una doble personalidad. Era muy gracioso gritando y susurrando consecutivamente y no lo pudo evitar. Cuando menos lo pensó, ya estaba escuchando su propia risa.

En cuanto tuvo la oportunidad dejó de carcajearse a costa del doncel. El estómago le dolía y tuvo que limpiar algunas lágrimas, originadas por la risa.

- ¿me oyes? Te has puesto muy serio de repente. Bueno, no es que antes no estuvieses serio, pero ahora hay…no se…un aura más extraña si se cabe… sobre ti; aunque no se por qué te pregunto, parece que se te ha comido la lengua el gato – Yuuri no paraba de hablar.

- ¿alguna vez te puedes estar calladito? Al menos has dejado ese tonito de voz. Vamos a dormir – A Kyo le dolía sobremanera la cabeza.

- ¿¡QUE TONITO!? ¿Esteeeee? – alargó los sonidos usando el timbre del que se quejaba Kyo. - ¡ENCIMA QUE ME PREOCUPO POR TI! Eso me pasa por ocuparme de personas malagradecidas.

- ¿Malagradecida yo? ¿Quién es el que no ha parado de vocear desde que ha tenido oportunidad – masajeó sus sienes.

- PUES PEOR PARA TI, PORQUE TODAVÍA QUEDA NOCHE Y YO NO ESTOY CANSADO, ESO PARA QUE LO SEPAS – Yuuri siguió gritando y chillando cualquier cosa que se le pasaba por la cabeza sin importar que fuera o no coherente. Lo importante era gritar.

- Bueno, entonces que así sea.

- ¿Me dejarás ver a mi hermano? – preguntó esperanzado.

- No. – Kyo se acercó a Yuuri.

- ¿Entonces…? – No le gustaba la mueca peligrosa que adornaba la boca del thorpiano.

- Nos iremos a dormir.

- ¡Ya te he dicho que no hasta que…!

- Quieras o no – terminó de señalar.

- Ya lo veremos – No había gritado pero su tono sorprendió a Kyo por su frialdad. Se había alejado del más alto y se había puesto en posición de ataque. Aun con todo, Kyo no esperó que Yuuri le lanzara a la cabeza la lamparilla por lo que casi da en su objetivo.

- ¡Ey! ¡Cuidado! – atinó a decir.

- Lástima que no te haya dado –Yuuri se dispuso a buscar su siguiente arma arrojadiza y Kyo, se preparó para atrapar a aquel pequeño animal salvaje antes de que consiguiera romperle la crisma de verdad.

En esos momentos, iban a entrar las criadas para recoger las supuestas vacías bandejas de comida cuando oyeron los gritos, jaleo, ruidos de cosas romperse. Consideraron oportuno quedarse fuera y esperar.

Al cabo de quince o veinte minutos se hizo el silencio en la habitación, y, con cierta timidez, abrieron la puerta para hacer su cometido pues si no se llevaban las bandejas, la jefa de cocina se enfadaría.

Al echar un vistazo a la habitación, observaron que esa noche tenían trabajo extra. Las sillas estaban tiradas por el suelo al igual que la comida que habían traído en las bandejas, los platos y vasos rotos, la alfombra empapada con las bebidas,… en resumen, un desastre. También había un joven atado y amordazado en la cama que se resistía con todas sus fuerzas, pero una voz interrumpió el escrutinio que las muchachas estaban realizando.

- Siento el alboroto. Ya está todo solucionado, Limpien esto, pidan mis disculpas al cocinero y márchense. – ordenó impasible Kyo, al que todavía le persistía el dolor de cabeza. Además, le daban pinchazos en las sienes.

- ¡SI, SEÑOR! – respondieron ambas al unísono. Y se dispusieron rápidamente a limpiar tal estropicio.

Hora y media más tarde, ya estaba la habitación totalmente arreglada, como antes de que el pequeño terremoto la destrozara intentando huir para que no lo volvieran a atar. El no poder hablar era una muerte en vida para Yuuri, pero Kyo ya no podía soportar el parloteo de aquella cotorra.

- Que duermas bien, cotorrita – Kyo se acostó en el lado opuesto al que había atado a Yuuri. Para que no se moviera lo había amarrado al respaldo de la cama, así dormiría tranquilo.

“Esta me la pagas” pensó Yuuri muy indignado, cabreado y llorando de pura rabia.

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Y así fue. Toda la semana, ya fuera para bañarse, ducharse, comer o cualquier nimiedad por la cual le quitaban la mordaza, aprovechaba para gritar, patalear, correr… lo que fuese, cosa que molestaba a Kyo, que acabó agotado y maltrecho.

Aún así y a pesar de todo, le parecía gracioso su cotorra, le contó cosas de su infancia ya que hablaba de cosas y cambiaba de temas constantemente, no importaba el tema del que fuesen sus monólogos, ya que, normalmente, Kyo no hablaba. Pero conforme pasaban lo días, como si de un contagio se tratara, comenzaba a charlar con Yuuri, a veces contaba cosas de su hermana que nadie sabía como cuando se escapaban a escondidas por la noche para jugar o cuando se disfrazaban ambos de chicos para que los confundieran, también le dijo que eran mellizos, y lo más curioso es que no sabía el porqué lo hacía. Quizás sí. Lo supo el primer momento en que lo vio: la cotorra le gustaba, y mucho, como nadie le había gustado hasta entonces.

Y, en una de esas conversaciones, salió, otra vez, el tema de sus compañeros. Rendido ya, le dijo que el rey había dispuesto una cena. Yuuri, que todavía jugueteaba con su nueva pulsera, lo miró contento y empezó a hablar de su juventud en compañía de ellos. Otra vez.

FLASH BACK

- Gracias. – agradeció Yuuri cuando le hubo dicho como se encontraban sus amigos.

- Puedes llorar.

- ¿Eh? – no hubiera esperado ni por casualidad esa contestación por parte de Kyo. Intentó disimular. – Pero, ¿qué dices? Si estoy perfectamente…

- No te engañes, Yuuri – se acercó al pequeño, a su cotorra.

- … bien – Las lágrimas que había estado aguantando la semana entera acabaron por hacer acto de presencia. - ¡Anda! ¡Se me ha metido algo en el ojo! Que tono soy – No podía para de llorar.

Kyo tan solo atinó a abrazarle por horas y horas hasta que cesó e llanto.

- ¿Cómo sabías que quería berrear?

- ¿berrear? – preguntó. Palabra extraña para referirse a llorar.

- Sí, berrear, llorar. Se llama vocabulario. – El niño se estaba ganando otra tanda de lloriqueos, pero de los golpes que le iba a dar en el trasero. Siguió hablando sin darse cuanta del aura asesina que se había formado alrededor de Kyo – Siempre escondí muy bien mis emociones hasta que llegaste tú para estropearlo.

- Lo supe.

- ¿Cómo?

- Tu sonrisa.

- ¿Qué le pasa a mi sonrisa?

- Sé cuando es verdadera y cuando la fuerzas.

- ¿eh?

- Mi hermana era como tú.

- ¿Tu hermana melliza? ¿Era como yo? Pues deberías presentármela, me llevaría… - paró su estúpido diálogo. “¿era?” recapacitó. Había metido la pata hasta el fondo. Tan solo atinó a decir: - Lo siento.

- Eres exactamente como ella. – Rió – Ella también era la única que me hacía reír tanto y tan seguido.

La cara de Yuuri, su curiosidad innata, llevaba tatuada la pregunta, pero, por miedo a herir los sentimientos de Kyo, no se atrevía a decir. Kyo terminó con sus dudas.

- Desde siempre era alegre y sonreía por todo. Un día, empezó a encontrarse mal. Enfermedad Terminal y, aunque seguía sonriendo como antes, su sonrisa, muchas veces no era sincera. – Yuuri se sintió descubierto – Algún día me contarás el por qué de tu sonrisa. No te preocupes. Esperaré.

El pelirrojo se quedó sin palabras. Nunca había pensado ser tan transparente. Bueno, no creía serlo desde “aquello”

- ¿Y QUÉ TE HACE PENSAR QUE PASARÉ TODO ESE TIEMPO CONTIGO COMO PARA CONTARTE ALGO, IMBECIL? – voceó cuando calló en la cuenta de lo que había insinuado el rubio.

“¿Cómo se puede coger confianza con un desconocido en tan poco tiempo?”

FIN FLASHBACK

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Por fin el esperado día del reencuentro había llegado. Yuuri estaba sumamente feliz; en cambio, Kyo estaba cansado, muy agotado. La pequeña cotorra no se callaba ni durmiendo, hablaba incluso en sueños, pero, debido a que le prometió no amordazarlo mientras dormía, tenía que aguantarse. Maldita promesa cuando la hizo.

- Estoy super alegre. No sabes las ganas que tengo de verles, pero como les haya pasado algo… ¡ah! me acordé de algo. Te he contado cuando reiv se perdió….

- ¿con esta? A ver….cinco, no…seis veces. Ahora cállate y sígueme al comedor, y por favor, cállate un rato – dijo apesadumbrado kyo.

Yuuri tuvo que permanecer mudo, al menos lo tendría que hacer durante los quince minutos restantes, ya que había prometido que, a cambio de callar cuando el otro se lo pidiese rogando, Kyo no lo amordazaría mientras durmiera.

“Es que era muy molesto dormir con eso en la boca” – le recriminó silenciosamente Yuuri.

Un alegre Yuuri había abierto la puerta, que al ver tanto a Nitsuga como a Karel, corrió hacia ellos, los abrazó y empezó a besarlos de la alegría de verlos por fin.

Al poco entró su acompañante, que se dirigió hacia Kaito y Luck. Estaba agotado, aquella bestiecilla o cotorra como él había empezado a llamarlo, no callaba ni durmiendo.

-Kyo, ¿qué te pasa? – y comenzó a reír. De pronto, tanto Luck como Kaito no paraban de mofarse hasta el punto de parecer que se les iba a desencajar las mandíbulas. La verdad es que nunca habían visto al antisocial Kyo con ese aspecto, al menos no desde que Keira falleciera. Ese niño le haría un gran bien.

- Muy graciosos – dijo antes de lanzarse contra los dos para borrarles la sonrisa a como diera lugar, a puñetazos si era indispensable.

En el otro rincón de la sala se encontraban los tres guardianes. LA pregunta que Karel esperaba que Yuuri pronunciara no se hizo esperar.

- Karel, ¿qué te ha pasado? Parece que te hubiese arrastrado un caballo kilómetros y kilómetros. Yuuri estaba extrañado de verlo así, estaba demacrado. Le recodaba vagamente a alguien, y por inercia vio al que lo había soportado durante toda esa semana. Sí, soportado. Yuuri conocía que a veces era un pesado y que hacia falta mucha paciencia para aguantarlo y Kyo, a pesar de no parecerlo, se había comportado muy bien. Yuuri dictaminó que, intentaría aguantarse un poco ya que empezaba a caerle muy bien, empezaba a cogerle mucho cariño, un cariño un tanto distinto al que sentía por su hermano y por sus amigos, eso sí.

” ¿Tan mal aspecto tengo?” pensó, Karel, aunque ya sabía la respuesta porque al verse esa tarde en el espejo maldijo su reflejo. Estaba patético.

- No he podido dormir bien. Por cierto, ¿habéis visto a Reiv esta semana? – Los dos respondieron negativamente.

Lo tres estaban muy preocupados por Reiv ya que no lo habían podido ver durante esos siete días, y tampoco les habían respondido a sus preguntas ni siquiera les habían dicho cómo se encontraba.

Esperaban ansiosos que llegara el momento de verlo.

De pronto se oyó un sonoro golpe, un quejido y como la puerta se abría…

Ante sus ojos, se erguía la figura de aquel por el que más había preguntado esa semana. Y sin esperar, corrió a su encuentro.

-HERMANO – Yuuri corrió a abrazar a Sakuya, que, al oírlo, reparó en el muchacho. Hasta ese momento solo la rabia se había abierto paso en su cabeza. Y espero, abrió los bazos, y espero a ser abrazado por su pequeño y único hermano y familia. ¿Cómo le diría? Eso todavía no lo sabía. Sakuya se sentía tan avergonzado que no sabía como decirle lo que le había pasado.

En esos momentos, de verdad necesitaba el abrazo que su hermano le estaba tendiendo, y no pudo hacer otra cosa que rodearlo más fuerte entre sus brazos, como si así pudiera aferrarse a algo que ahora, para él, era inexistente.

Yuuri se dio cuenta de cómo su hermano le abrazaba con tanto fervor y eso solo lo hacía cuando algo malo pasaba, al igual cuando sus padres murieron y él lo arropó entre sus brazos cuando se lo iban a decir. Mucho miedo inundó a Yuuri.

Pero antes de poder consultarle lo que le pasaba, alguien muy radiante y contento entraba por la puerta. Era él mismo que se lo llevó a rastras aquel día del que ya había pasado una semana.

- Y tu deja de poner esa cara de estúpido o te la quito a golpes, idiota – Sakuya ni giró el rostro para decir esas palabras, pero sabía que quien había a sus espaldas era la causa de todo su mal: Shion y no le hacia falta mirarlo para conocer que cara tenía en esos momentos pues era la misma que tenía desde que supieron…

CAPITULO 7. SAKUYA & SHION. EL REENCUENTRO.

RECORDATORIO

- Como sabéis el reino de Thorp es el más poderoso y no hablo solo de soldados sino también en lo que a armas se refiere, además sabemos que Eirth es un pequeño reino al que le cuesta que no lo conquisten y dominen – y añadió – ahora no negarán que es verdad. Pues bueno, propongo una alianza entre vuestro reino y el mío.

- ¿A cambio de qué? – fue la escueta y tajante pregunta formulada por Karel.

- De nosotros, ¿verdad?- fue Sakuya el que respondió la pregunta de su amigo, que ya se había repuesto de shock.

- Correcto. Eres muy perspicaz. – Ethan fue el que habló, y dirigiéndose a Shion le dijo – te va a costar domarlo porque por lo visto va a ver venir tus jugadas. ¡¡JAJA!!

- No te preocupes, soy muy paciente. Además, viste como me respondió hace un momento, ¿no? – Y también comenzó a reírse.

- Y, ¿qué mierda se supone que quieren que hagamos? Porque lo único que sabemos hacer es luchar. – dijo Sakuya enfurecido. Más le hubiese valido no preguntar porque pronto se le demostraría el qué

- En eso te equivocas pequeño mío y no utilices palabras tan vulgares que no pegan nada con tu delicadeza – Shion, mientras hablaba, se había acercado peligrosamente a Sakuya, consiguiendo agarrarle y abrazarle. Una de sus manos la pasó por su cintura, asiéndole con una fuerza descomunal para evitar que se soltase y con su otra mano empezó a manosear su cuerpo hasta que llegó a los glúteos, los cuales apretó lo suficiente para que el otro se alterase, emitiese un gruñido e intentase zafarse. Y si más, lo levantó cual saco de patatas, lo colocó en su hombro y se dirigió hacia la salida. Al mirar a Ethan dijo – Voy a responderle a su pregunta. Con permiso, me retiro, bueno nos retiramos a “nuestra” recámara.

Tras lo cual se marchó. Los cuatro amigos rieron sabiendo lo que ocurriría y lo envidiaron en cierta manera por habérselo llevado de allí tan rápido para hacerlo suyo. Pero en este tiempo, debían cuidar de que los otros n salieran detrás para ayudarlo, cosa que intentaron hacer pero sin éxito.

- No os preocupéis, seguro que lo disfrutará.

- Disfrutar, ¿el que?

- Lo mismo que vosotros porque os queremos para que seáis nuestros amantes.

FIN DEL RECORDATORIO

Fue tirado sin contemplaciones en el mullido colchón de la amplia cama.

Shion se quejaba un poco del dolor de su espalda, todo causado por los golpes proferidos por Sakuya, que, durante toda la caminata hasta su habitación, no había parado de golpear. Así pues, al llegar, se deshizo de él lo más pronto posible para recuperarse un poco de su adolorido cuerpo.

Sakuya lanzó un pequeño grito de sorpresa al ser tirado ya que, al estar boca abajo y estar inmerso dando golpes a aquel bruto neandertal, no había reparado en la cama hasta que calló en ella.

- ¡IDIOTA! Ten mas cuidado, me asustaste – le reprochó Sakuya.

En esa habitación hacía algo de calor, cosa que Sakuya no soportaba muy bien, así que sin pensarlo empezó a desabrocharse, distraídamente, la camisa que llevaba puesta, dejando al descubierto su blanco y musculoso pecho. En ocasiones, él pecaba igual o incluso más de ingenuo que aquellos a los que trataba de proteger por ser el mayor.

Esa acción no pasó para nada desapercibida ni a Shion ni a su pequeño amigo, que pugnaba por que le hicieran caso de una vez. La verdad es que, desde aquel beso, Shion estaba bastante excitado por lo que, rápidamente, había sacado a Sakuya de la sala no solo por vergüenza a ser descubierto en público, sino por deseo, uno que empezaba a descontrolarse sobremanera.

Tanto era el esfuerzo por controlarse que no se dio cuenta cuando se aproximó sigilosamente a un costado de la cama, cerca de Sakuya que, aunque no se había movido de la misma, lo miraba expectante, cada movimiento, cada mirada y posición; y según sus alertas, eso empezaba a ser zona de peligro.

Cuando Shion se disponía a sentarse a su lado, Sakuya dio un respingo y se levantó de la cama. Una mano se lo impidió, volviéndolo a recostar sobre la cama. Esta vez no pudo levantarse ya que un cuerpo encima de él lo aplastaba y le impedía movimiento alguno.

Shion no quería que la situación se diera tan pronto, pero era imposible, y no lo podía aguantar. Tenerlo ahí, en su cama, desvistiéndose fue demasiado para él. Ya era tarde para echarse atrás.

Cuando Sakuya iba a protestar por el tratamiento tan “personal” que el otro estaba teniendo, fue interceptado por unos labios que demandaron fieramente los suyos. Sakuya, instintivamente, ancló su mandíbula para evitar que la lengua del otro explorara su cavidad bucal.

El asombro inicial dio paso a una guerra de cuerpos en la cual Sakuya intentaba, sin éxito, quitarse esa boca y ese cuerpo de encima.

Además de lidiar físicamente con él, Sakuya se vio inmerso en las sensaciones que el beso le prodigaba y, aunque se negaba, finalmente se dejó hacer. Se dejó besar.

Shion observó con gusto como el que tenía aprisionado entre sus brazos, dejó de forcejear y correspondió fervorosamente al beso. Pero a Shion ya no le bastaba solo ese beso, del cual estaba muy complacido, demasiado, quería más, quería poseerlo, que fuera suyo, oírlo gemir de placer, de un placer que él le daría… un placer que le daría en esos mismo instantes.

Shion pegó sus cuerpos hasta que estos se rozaron, sin romper el apasionado beso. Fue entonces cuando Sakuya se dio cuenta que el miembro de Shion estaba despierto, muy despierto y clamaba por atención. Ahí calló en la cuenta de que Shion seguiría adelante, no se conformaría con un beso y menos en el estado en el que se encontraba.

Sakuya, con gran pesar, no tardó en descubrir que sus suposiciones eran ciertas pues Shion comenzó a bajar sus manos mientras seguía besándolo, para comenzar a tocar su torso desnudo. Sakuya no esperó más, y viendo que el otro había aflojado al abrazo, lo golpeó, lo jaló y consiguió zafarse del cuerpo que lo apisonaba, tirándolo al suelo mientras se levantaba rapidísimo del lecho para correr a una esquina de la habitación; y, desde allí, comprobar y coger cualquier objeto que le pudiera servir de arma para defenderse del pervertido, que, eneros momentos, se levantaba algo aturdido y con signos de sorpresa en su cara, del suelo.

El duelo por ver quien ganaba había comenzado.

Shion se levantó cuando la sorpresa le dio lugar a pensar con algo de claridad. Tendría a la pantera sí o sí. Estaba demasiado extasiado para dejarlo pasar, así tuviera que tomarlo por la fuerza; pero, en su interior sabía, que el otro luchaba contra sus propios deseos ya que se había dado cuenta, cuando sus cuerpos estaban unidos, que Sakuya también se estaba excitando. La pregunta era por qué no se dejaba llevar. Tampoco era tan malo el sexo antes del matrimonio.

“¿Quizás es virgen?” pensó Shion. Eso cada vez se estaba poniendo más interesante.

Se acercó peligrosamente pero con lentitud a la pequeña bestia salvaje, que miraba alrededor con una turbia mirada que reflejaba temor.

Sakuya divisó un candelabro y se dispuso a correr hacia él para asirlo, pero unos potentes y fuertes brazos lo jalaron y levantaron en peso. Sakuya no pudo hacer otra cosa sino chillar y patalear pero fue devuelto a la cama.

“Click” Unas esposas se cernían sobre su muñeca derecha y terminaban en el respaldo de la cama. Shion quería asegurarse de que el pequeño no se volviera a escapar y no se le ocurrió otra cosa que esposarlo literalmente al lecho.

Sakuya vio sus esperanzas desaparecer y, en cambio, dejaron paso a su rabia y así lo hizo notar.

- ¡BASTARDO! ¿Qué piensas? ¿Violarme? Porque yo no quiero nada de lo que TÚ quiera hacerme, así que suéltame – recalcó despectivamente y escupiendo las palabras, en especial cuando se refería a él.

- Eso nunca – había que admitir que su sonrisa deleitaba al que la viera y su tono de voz era tan sensual que encandilaba – Tú lo vas a disfrutar tanto o más que yo. Además, te he dejado un brazo suelto para que tú también toques. ¿Qué te parece? – Otra vez no le dejó contestar porque estaba besándolo. En esta ocasión, Sakuya correspondió desde el principio el beso con una ferocidad impresionante. Shion estaba muy complacido en ello, y así una lucha de lenguas se dio lugar en la cual la de Shion se introdujo en la boca del más pequeño tocando y jugueteando con todo aquello que había por su paso.

Sakuya se había separado de Shion, cuando tuvo oportunidad, no porque le temiera a él, sino porque se temía a sí mismo, a su posible reacción; parecía no poder controlarse por mucho más tiempo, a así quedó demostrado cuando perdió el sentido para dejarse llevar por la pasión cuando comenzó el segundo beso, aquel que le dio tras haberlo atado. Se dejó llevar.

La batalla había sido ganada por Shion. La resistencia por parte de Sakuya había dado su fin, y eso alegró a Shion, que comenzó con los preliminares antes de que la pantera tuviera algún resquicio de lucidez. Lo mataría de gozo antes de que ocurriera, y así evitaría cualquier posible motín.

Shion comenzó a explorar el cuerpo del pequeño, que, antes las caricias, suspiró y se sonrojó. Shion sonrió complacido, y empezó a masajear el pecho del más pequeño, mientras que su cara descendía dando besos a doquier hasta llegar al cuello, donde succionó parte de la piel, dejando su marca. Tras eso siguió bajando. En esta ocasión, atrapó uno de los rosados pezones de Sakuya, y jugueteó con él, lo mordisqueó, jugó con su lengua. Sakuya se dejó hacer mientras, sin la capacidad de hablar, emitía sonoros y guturales gemidos que alegraban a Shion.

Y mientras seguía dejando marcas en su níveo cuello y pecho, la otra mano que, hasta entonces no tenía función, descendió hasta el pantalón y comenzó a desabrocharlo.

Sakuya se sorprendió un poco y se movió algo inquieto, pero sus incipientes dudas fueron acalladas por otro bestial beso que lo llevaron hasta el limbo.

Shion, así, siguió con su tarea, terminó de quitarle el pantalón dejándolo en bóxer. Rompió el beso, lo que consiguió que de la boca del pequeño salieran unos gemidos de disgusto que dejaron entrever fastidio por la interrupción del mayor. Shion, que no cabía en sí de gozo, bajó por el pecho del otro dejando un rastro húmedo, se detuvo algunos segundos en el ombligo lo que hizo que Sakuya suspirara por el placer que eso le provocaba. Al fin llegó a su meta, y por encima todavía del bóxer comenzó a besar el ya muy despierto miembro de Sakuya, mientras que con su mano pellizcaba sutilmente uno de los botones rosados de Sakuya.

Aquello llenó de júbilo a Sakuya, que nunca había experimentado tanto goce en su corta vida, y, para evitar jadear fuertemente, se mordió el labio inferior y se llevó una de sus manos a la boca. A la vez que la tapaba, con la otra, sujetó débilmente el cabello del mayor que estaba muy complacido por los gestos del pequeño pero él quería oírlo, quería oír su voz. Así pues, dejó lo que relegó para más tarde continuar lo que estaba haciendo y le susurró al oído a Sakuya, mientras que con sus manos, quitaba la de Sakuya de su boca:

-Mi pequeña pantera. No te avergüences, déjame oírte gemir, no pasa nada. Es algo normal – a la vez comenzó a introducir su lengua en el lóbulo de la oreja lo que ocasionó que los gemidos salieran de la boca de Sakuya que, aunque no podía taparlos con su mano, intentó morderse, otra vez, los labios dejando salir un pequeño hilo de sangre de la comisura de sus labios.

- Pequeño,….no – Shion esta vez dejó su tarea con el oído y se dispuso a lamer la sangre que salía de los labios, evitando que el otro se los volviera a morder.

Soltó la mano que aun tenía atada al respaldo de la cama y entrelazó sus dedos entre los del más pequeño a los lados de sus cuerpos y comenzó a besarlo otra vez. Este beso era más dulce y tranquilo que los demás, pero no por ello menos excitante. Se desprendió del beso, se levantó unos instantes, quedando de rodillas ante el pequeño, se quitó la camiseta que todavía llevaba puesta ante las mirada alucinada de Sakuya que desvió tan pronto como sintió que su cara le ardía; Shion sonrió y, soltando las manos del pequeño, las condujo a su espalda, insinuando al que estaba bajo su cuerpo que comenzara a tocarlo, sin miedo, dejándose llevar por la lujuria. Sakuya no esperó, Tanto era el placer que la vergüenza que sentía por emitir aquellos sonidos se disipó completamente, y, aceptando aquella sutil invitación, empezó a tocar la musculosa espalda del mayor. Su atrevimiento era cada mayor. Sus dedos querían más, así que descendió hasta donde terminaba la piel y comenzaba el pantalón. Sin pensarlo posó sus manos, aun sobre la tela, sobre los glúteos del mayor y los estrujó. Shion, ante la inesperada actuación, soltó un jadeo que complació a Sakuya.

Y, mientras que Shion seguía lamiendo los labios de Sakuya y éste posaba sus manos alrededor del cuello, sus manos volvieron a descender por su cuerpo deleitándose con cada músculo, cada curva, se paró unos momentos en las caderas las cuales masajeó y acabó en la entrepierna del menor. Le bajó el bóxer, y comenzó a tocarlo, siguiendo una pauta de sube-baja.

-mmmm…… aaaaahhhh… mmmmm………… más……………… –Sakuya comenzó a moverse desesperadamente buscando más contacto con la mano.

Shion observó satisfecho y dejando de masajear el miembro ya muy erguido de Sakuya, que ocasionó suplicas por parte del cuerpo del pequeño para que no parase y retomar su actividad, y lo metió en su boca en tanto que, con una de sus manos, cogía los testículos de Sakuya para apretarlos dulcemente.

-DIOSSSSS!!!!......... siiiiiii…….. sigue…… más rápido – Sakuya se incorporó levemente, mientras que se arqueaba debido a la pasión que su cuerpo sentía, y posó sus mano en la cabeza del que le estaba dando el mejor sexo oral que había tenido en su vida.

Shion, por su parte, obedeció las súplicas de su animal salvaje y empezó a succionar sacándolo y volviéndolo a meter en su boca con mayor rapidez.

Lo sacó de su boca, en tanto oía los gemido de placer del otro y lamió el pene del pequeño, lo exploró por completo con su lengua y lamió con mucha delicadeza la punta del mismo, sabiendo que el otro estaría a punto de correrse, lo volvió a introducir en su boca.

- Shion… para…. Me voy a…… – Sakuya se corrió, muy avergonzado por no haber avisado al otro con más antelación, en la boca de Shion. Dos lágrimas surcaron su cara, pero fueron atajadas por los dedos de Shion que lo calmó con la mirada, diciéndole que no pasaba nada.

Con el semen que había quedado en parte del miembro y en la boca untó uno de sus dedos, levantó un poco el trasero del pequeño y empezó, con su lengua a saborear el pequeño orificio, lubricándolo para luego dejar entrar uno de sus dedos.

- duele… sácalo… no lo menees

- Tranquilo, lo haré despacio, ¿vale? Esto es para que te acostumbres – Shion, para aminorar el dolor que sentía Sakuya, con su mano libre, empezó otra vez a jugar con el miembro del pequeño que comenzaba a despertar otra vez.

-mmmmmmmmmmmnnnnnn – El placer se mezclaba con algo de dolor que quedaba opacado y relegado a un lado.

Aun así, no podía evitar tener espasmos que hacían temblar sensualmente su cuerpo, los cuales eran inmediatamente calmados por palabras de amor susurradas en su oído con ternura.

Mientras se daban caricias mutuamente, Shion introdujo dos y, una vez se acostumbró, tres dedos, que movía en círculos acompasadamente.

Una vez que se hubo acostumbrado Shion los sacó, pese a los reproches que recibió por parte del que se estaba convirtiendo en su amante. Pero esos dedos fueron sustituidos por el pene ya muy erecto de Shion que lo colocó en la pequeña entrada del muchacho.

Sakuya se removió inquieto no solo por el dolor y eso lo pudo notar Shion que paró en su penetración. Necesitaba que su pantera estuviese lo más tranquila posible.

-Tranquilo – le susurró – Quizás duela un poco al principio pero pasará enseguida y lo disfrutarás y mucho. Eso te lo puedo asegurar.

-Es……… que yo…… verás…… Soy…… y por eso……. Tengo……… miedo – dijo entrecortadamente Sakuya.

-Ya lo sé. Eres virgen. No te preocupes, ya te lo he dicho – Shion comenzó a dar mordidas juguetonas en el cuello y hombros de Sakuya.

- aaaaaaaahhhh…. Bueno, virgen como hombre….ahhhhhh……… no, pero…... mmmm…… como doncel……

-ssssshhhh.- Lo calló Shion poniéndolo un dedo sobre los sensuales labios de Sakuya que estaban algo hinchados de los apasionados besos. “Se veía arrebatadoramente hermoso” pensó.

Shion sabía que la mejor forma y de la que el dolor fuera menos pronunciado era meterlo de una sola estocada y eso hizo. Acalló el grito que Sakuya emitió con sus besos y con sus manos comenzó a masturbarlo.

- Si duele mucho, si quieres, lo saco – dijo Shion a su pesar. Se sentía muy caliente, estrecho a cogedor en el interior de su amante, pero, por encima de todo, quería que éste también disfrutara, que recordara para siempre esa noche y que pidiera por más como esa.

- No, ni… se te ocurra… si lo… haces te……mato, ¿oíste? Solo… solo…deja que me acostumbre.

Shion sonrió ante su respuesta, y tras esperar un rato, comenzó a moverse lentamente, aumentando el ritmo de las embestidas progresivamente.

Los gritos de Sakuya demostraban que hacia rato que había dejado paso a la pasión y el placer y olvidado el dolor que ya no sentía. Quería más, más rápido y así se lo hizo saber a Shion.

- Shion….dios!!!!! Ya…no puedo más

- Yo también estoy ya ne mi límite.

Ambos se corrieron al mismo tiempo, uno dentro del otro y Sakuya entre ambos cuerpos.

El placer que ambos habían sentido era inigualable.

Sakuya muy cansado por el sexo, decidió apoyarse en el fornido cuerpo del ahora su muy bueno amante. Shion lo recibió de buena gana y abrazándolo y dándose calor se quedaron dormido enseguida. Eso sí, antes Shion los había tapado a ambos con una fina sábana.

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La mañana en cambio deparaba otras cosas, y no tan buenas para Shion como las acaecidas esa noche.

Sakuya se despertó embriagado por un olor muy dulce y arrebatador. Así, empezó a recordar lo ocurrido esa noche, no podía dar crédito. Se había dejado manosear, había pedido por más como un puto, había sido besado, mordido (se miró todas las marcas por su aun desnudo cuerpo)… y finalmente recordó cundo el otro se descargó en su interior.

Se levantó de súbito, arrepintiéndose enseguida porque un dolor invadió su culo y subió por su espina dorsal. ¡Ese cabrón se había venido en su interior sin protección sabiendo que era doncel!

Miró al que todavía dormitaba a su lado y, con una furia muy creciente, lo jaló y lo tiró bruscamente al suelo. Shion despertó sobresaltado, aunque ya se había imaginado una reacción parecida, que, por cierto ésta de por sí ya le sonaba familiar. Sakuya sin dejar que se levantara para incorporarse se le tiró encima y empezó a golpearlo. Eso sí que no se lo había esperado Shion pues había consentido n tener relaciones y tampoco lo habían pasado tan mal, al revés, había sido el más exquisito polvo que había tenido y quería repetirlo esa velada. Le costaría un poco debido el panorama que ahora se abría ante sus ojos.

Evitando los golpes que recibía a diestro y siniestro, Shion le preguntó:

- ¿Qué demonios te pasa ahora? TE recuerdo que no te forcé en ningún momento

- ¿Qué que me pasa? Tu eres un idiota, imbécil...%&%&%&%&% (palabrotas a doquier) – El dolor se le hacía insoportable y no solo el físico. Sin poder resistirlo comenzaron a aflorar ríos de lágrimas por sus ojos. Ya no podía contenerlas más.

Shion enmudeció al verlo llorar. No había llorado la noche anterior cuando lo penetró y ahora,…en cambio…

- ¿Qué ha ocurrido?

- Eres un idiota que… snif… ni siquiera se… snif… acuerda- dijo entre sollozos. – te viniste… snif… dentro de mi.

Shion ahora calló en la cuenta de todo. No había utilizado protección y se había corrido en su interior, e el interior de un doncel. Era tanto el éxtasis que sentía que no reparó en eso la noche anterior.

“¡MIERDA!” pensó frustrado Shion.

Allí, ambos tirados en el suelo, uno llorando y el otro apabullado, sin saber que hacer, realizó lo único que se le vino a la mente y abrazó el cuerpo del más pequeño que lloraba amargamente y todo por su culpa, por haberse cegado por el placer. Lo lamentaba tanto. Bueno, él quería n hijo de esta pequeña fiera pero no así ni tan pronto. Sakuya, muy débil para luchar, se dejó hacer.

- Tranquilo, solo fue una vez. La próxima vez tomaré precauciones.

- ¿Próxima vez? – Preguntó incrédulo Sakuya – ni hablar.

- Eso ya lo veremos – Shion rió al ver como Sakuya recuperaba su espíritu peleón, forcejeó para soltarse del abrazo pero Shion lo abrazó aun con más fervor evitando que se soltara.

- ¿Por qué llorabas?

- ¿Te parece poco esto el por qué? – se señaló el vientre.

- ¿Tan malo seria tener un hijo mío?

- No solo tuyo, aunque en especial, tuyo sería una tortura añadida. Soy un hombre y no alguien a quien preñar. Me prometí a mi mismo que no dejaría que me trataran como un doncel, cosa que, gracias a ti, he incumplido y que no me embarazaría jamás, otra cosa que, otra vez, gracias a ti, quizás no cumpla. Te tengo que agradecer mucho - Ironizó Sakuya.

- De nada – tomó aliento y preguntó ya que sentía curiosidad - Y eso, ¿por que?

- Orgullo, que sé yo. Además, no debo ser buena – se calló y con esfuerzo dijo - “madre”.

No pudo evitarlo, recordar a sus padres, a su madre, lo que ocurrió y la promesa que había hecho en su tumba,… las lágrimas volvieron a aflorar y antes de poder ocultarlas y secárselas, se vio envuelto otra vez en esos cálidos brazos que lo alzaron desnudo y lo llevaron al aseo.

Sakuya se sentía muy tranquilo y extrañamente reconfortado entre sus bazos por lo que no renegó dejó que lo llevar hasta aquella puerta que daba al cuarto de baño. Allí, Shion lo dejó contra el marco de la puerta, entró y abrió el grifo de agua caliente para llenar la tina. Sakuya observo que Shion tan solo traía puestos unos bóxers y se ruborizó. Su tono adquirió un tono rojo aun más llamativo al ver el chupetón que éste traía en el cuello y ser sabedor de que él era el que se lo había hecho no le ayudaba a calmarse. Tampoco ayudaba el recordar que se encontraba tal y como lo trajeron al mundo.

Shion pudo sentir la incomodidad e Sakuya y lo tranquilizó:

- Solo te voy a ayudar a bañarte. No pasará nada más, además no creo que tú puedas aguantar otra ronda de sexo apasionado – si quería serenar a Sakuya, cabe decir que no lo logró.

Una vez preparado el agua, lo cargó en sus brazos otra vez y lo depositó con cuidado en la tina. Así comenzó a frotarlo con la esponja y, al llegar a las partes pudendas, Sakuya lo inmovilizó un par de segundos tras los cuales dejó que prosiguiera. Esas caricias que le daba Shion, aun cuando fuera con la esponja, le estaban gustando y mucho. No cabe decir que a su “amiguito” también que empezó a dar muestras de que quería que le atendieran. Sakuya dio gracias a que el agua le llegara hasta la cintura y que hubiera mucha espuma en la superficie de la misma para evitar ser descubierto; pero su cara lo delataba y Shion, que tenía más experiencia en esos temas que él supuso lo que ocurría.

Shion dejó la esponja a un lado de la bañera e introdujo su mano en el agua, encontró el miembro de Sakuya y comenzó a masajearlo. Esto alarmó a Sakuya que enrojeció sobremanera pero, otra vez como tantas en ese día, le dejó hacer. Además, quería fervorosamente dejarle continuar.

Los primeros movimientos fueron sutiles y dulces, Sakuya demandaba más y así se lo hizo saber; en cambio, Shion lo dejó sufrir un poco más tiempo tras el cual empezó con el vaivén sube-baja aumentando el ritmo hasta que, tras un leve y gutural gemido, Sakuya se corrió.

Una vez terminado el baño, lo sacó, le colocó una toalla, lo depositó lentamente en la cama, le dio un dulce beso en la frente y se fue a duchar.

Tardó algo de tiempo pensando en la pasada noche, recordando lo bien que lo había pasado, nadie le había prodigado tanto placer, lo que ocasionó que se empalmara. Así, después de aliviar sus necesidades, se dirigió de nuevo a la habitación para encontrar a Sakuya que dormitaba aun con la toalla puesta.

Era de suponer por qué el trabajo de la pasada noche lo había dejado extenuado en todos los sentidos. Le quitó la toalla, le puso la ropa interior y un pijama de su talla, hizo lo mismo con él, se recostó a su lado, los tapó y se dispuso a dormir con una gran sonrisa en la boca que abarcaba prácticamente toda la cara al lado de su amante. Sí, ahora podía decir que era su amante y eso no pensaba cambiarlo. Una vez probado el dulce, es irresistible no volver a probarlo.

Se durmió viendo la faz de su ángel que dormía con un semblante tranquilo.

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Así comenzó la aventura de Shion para tomarlo cada noche. Las primeras cuatro Sakuya se resistía durante los preliminares pero era débil al placer que Shion le prodigaba y, finalmente, noche tras noche, caía en sus brazos como un putón, decía él, que gemía y gemía por más.

Al final, dejó de resistirse pues era malgastar fuerzas pues, en ese aspecto, Shion siempre salía ganado. Eso sí, salvo en el lecho, que era apasionado, aventurero, sensual… su semblante y actitud, durante el día, era fría para con él. Si no se le podía resistir en el sexo, sí lo podía hacer con su actitud, y si lo hacía sufrir mejor; así sentiría algo de lo que él padecía ante esa situación que no podía controlar, no controlar su cuerpo antes las caricias de Shion.

Serían amantes, después de todo ya lo habían hecho peor no pasaría de ahí. Sakuya se decía que todo el mundo tenía necesidades y ya era tarde de lamentarse por su promesa ya incumplida. Debía salir adelante.

Shion, por su parte, ya no volvió a cometer el fallo de la primera noche y tomaba precauciones cuando estaba a punto de venirse para no embarazar al otro. Parecía que el desliz de la primera noche no trajo consecuencias nefastas, pero se equivocaron.

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Como todos los días, Sakuya se peleaba son Shion y esa mañana no sería diferente. Ya había pasado una semana y ya estaba cansado de esperara por ver a sus amigos, a su príncipe y a su hermano pequeño. Ese día no lo dejaría pasar.

Tal y como Shion había aprendido, debía levantarse antes que el pequeño porque, de forma contrario, Sakuya lo tiraba de la cama dándole un “buenos días” un tanto borde. Eso le parecía gracioso pero su espalda y glúteos comenzaban a resentirse. Era la misma cantinela todos los días.

Ese día la pelea duró poco porque Sakuya al ver que Shion ya se encontraba levantado y duchándose, se había hecho una costumbre, lo que le irritaba porque ya no lo podía levantar de aquella manera tan “dulce”, se dirigió al aseo para reclamarle. Cuando llegó al dintel de la puerta un leve mareo lo atontó pero no le importó. Abrió la puerta y observó a Shion, a su perfecto cuerpo con una toalla que cubría parte de su cintura y sus partes íntimas. Pero no pudo pronunciar palabra alguna, ni siquiera ruborizarse ante tal magnífica obra porque todo se volvió oscuro. Shion reaccionó enseguida y vertiginosamente cogió al muchacho antes de que se diera contra el suelo.

Alarmado lo llevó hasta el lecho y llamó al doctor. Éste, tras examinarlo minuciosamente, lo encontró en perfecto estado de salud. Consideró hablar primero con el lugarteniente antes que hacerlo con el eirthiano.

Salió de la habitación en la que estaba Sakuya todavía dormitando relajadamente y se dispuso a darle la noticia a su superior.

- ¿Qué le ocurre doctor?

- Está embarazado – El doctor consideró no necesario alargar la respuesta y fue directo al mello de la cuestión. – Su salud es perfecto. Bueno, como aquí ya no me necesita me retiro

- Eso es lo que usted cree- pero lo dijo tan flojo y el doctor ya se había retirado bastante que no lo oyó – Sakuya me mata. ¿Ahora que hago?

Estuvo observando al doncel hasta que éste empezó a dar muestras de despertar. Una vez había abierto sus ojos, comenzó con su plan.

- Esta noche, el rey ha planeado una cena en donde podrás hablar con tus amigos y con tu hermano – El resultado esperado. Sakuya se alegró muchísimo y, sin dejarlo continuar, le precipitó de la cama y comenzó a buscar la ropa que se pondría.

“Soy un cobarde” se dijo Shion, relegando la conversación pendiente para más tarde.

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La noche llegó pronto, se vistieron, arreglaron y marcharon hacia el gran salón. Lo que Shion no se imaginaba que al haber hablado con el doctor en el pasillo para que Sakuya no los oyera, las mujeres del servicio sí lo hicieron y corrieron la voz. Ya toda la plantilla del servicio se había enterado, mucho soldados también y no sabía si sus amigos y a aquellos a los que retenían también lo conocían.

Allí por donde pasaban se oían risitas, algunas que otro toque a la barriga de Sakuya y el obsequio de decirles muchas felicidades a ambos. Sakuya no tuvo que contar dos más dos para darse cuenta, cuando ya faltaban dos pasos para llegar a la gran puerta, de lo que ocurría.

Acongojado, triste y muy cabreado (predominaba ésta última) se encaró a Shion y, sin mediar palabra le golpeó. A Shion le dolió el golpe y el grito que dio lo corroboró.

- Ya no hay nada que podamos hacer así que no debes lamentarte.

- ¿Arruinas mi vida y dices eso? Hipócrita

- No voy a permitir que abortes – dijo Shion en tono muy serio.

- No quiero este bebe pero tampoco soy un asesino.

No quería seguir con esa conversación así que se dirigió rápidamente hacia las puertas, las abrió y se introdujo a la sala.

Nitsuga, Karel y Yuuri, mientras tanto, esperaban ansiosos que llegara el momento de ver a Reiv. No lo habían hecho desde que se dio inicio al pacto.

Sakuya abrió la puerta y, antes de poder ver la estancia, oyó un grito familiar. Se alegraba de ver a su hermano que olvidó por completo sus problemas para repensarlos después. Ahora no era el momento ni el lugar.

- HERMANO – Yuuri corrió a abrazar a Sakuya, que, al oírlo, reparó en el muchacho. Hasta ese momento solo la rabia se había abierto paso en su cabeza. Y esperó, abrió los bazos, y esperó a ser abrazado por su pequeño y único hermano y familia. ¿Cómo le diría? Eso todavía no lo sabía. Sakuya se sentía tan avergonzado que no sabía como decirle lo que le había pasado.

En esos momentos, de verdad necesitaba el abrazo que su hermano le estaba tendiendo, y no pudo hacer otra cosa que rodearlo más fuerte entre sus brazos, como si así pudiera aferrarse a algo que ahora, para él, era inexistente.

Yuuri se dio cuenta de cómo su hermano le abrazaba con tanto fervor y eso solo lo hacía cuando algo malo pasaba, al igual cuando sus padres murieron y él lo arropó entre sus brazos cuando se lo iban a decir. Mucho miedo inundó a Yuuri.

Pero antes de poder consultarle lo que le pasaba, alguien muy radiante y contento entraba por la puerta. Era él mismo que se lo llevó a rastras aquel día del que ya había pasado una semana.

- Y tu deja de poner esa cara de estúpido o te la quito a golpes, idiota – Sakuya ni giró el rostro para decir esas palabras, pero sabía que quien había a sus espaldas era la causa de todo su mal: Shion y no le hacia falta mirarlo para conocer que cara tenía en esos momentos pues era la misma que tenía desde que supieron……

Más bien, desde que descubrió que el zopenco lo había dejado embarazado. No quería ese bebe, de hecho no quería ser madre. Su madre ya había sufrido mucho y por su culpa, por su afán de protegerlo murió .Jamás se lo perdonaría. Por eso no quería hijos, no quería acabar como su madre, se dijo Sakuya, aunque sus palabras sonaran a cobarde. Pero tampoco, como ya le había dicho a Shion, era un asesino. Tendría al maldito bebe pero no sabría que haría después.

Mientras pensaba en todo esto, se sujetó con fuerza el vientre, cosa que notó su hermano pequeño.

- ¿Te ocurre algo, hermano?

- ¿EH? Nada, no te preocupes. Veo que estáis bien, bueno unos mejores que otros, ¿Verdad Karel? Jeje – dijo desviando el tema de su persona. - ¿Ha pasado algo de extrema gravedad? ¿Os han hecho algo malo? – Todos negaron con la cabeza lo que le sacó un peso de encima. Comprobó que no todos eran tan salidos y pervertidos como Shion.

Shion se dirigió hacia donde estaban Kaito, Luck y Kyo, que se voltearon a verle. Todos tenían una sonrisa en sus rostros lo que llevó a deducir que sabía que pronto sería padre.

- Ni una palabra, que él se acaba de enterar y… bueno, ya habéis podido oír su respuesta. Y os puedo asegurar que golpea fuerte.

-Yo no sigo nada. – dijo Kaito aguantando la risa. La vedad es que siempre se había imaginado que Shion o él serían los primeros en tener hijos. “Un hijo de Nitsuga…sería maravilloso”

- Ni yo- lo secundó Kyo.

- Si las miradas mataran - dijo Luck. Shion no debía mirar para saber a lo que se refería.

Los dos grupos no tardaron, por orden del meître, en sentarse en la gran mesa ya preparada pues se había anunciado la entrada del rey y de Reiv.

Los guardianes estaban impacientes por ver a su querido amigo. Estaban preocupados pues la última vez que se encontraron, él estaba herido, medio desmayado y tenía fiebre. Pero no se imaginaban ni ellos no los lugartenientes lo que enseguida sus ojos verían.

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Reiv estaba temblando cuando Ethan le obligó a que pasara su brazo por el suyo de modo que quedaron entrelazados y, al llegar a pocos metros de las puerta principales, dos sirvientes las abrieron dejando paso a la sala donde aguardaban ya sentados los cuatro tenientes y sus cuatro amigos. Todos se voltearon a mirar y quedaron anonadados al ver lo que sus ojos captaban. Una hermosa joven iba acompañando al rey.

Las caras de sorpresa dieron paso instantes después a caras de estupefacción al reconocer al que se ocultaba tras el vestido, que no era otro que el príncipe de Eirth.

Fue tanta la sorpresa que se quedaron en silencio, hasta los amigos de Ethan no sabían que decir. Ethan aprovechó la confusión de todos para llevar a un cabreado y avergonzado y rojo Reiv hasta su asiento, que estaba la derecha del suyo.

Una vez sentado, Reiv se dispuso a mirar a sus amigos, cuyos estados de ánimo variaban desde la felicidad hasta la amargura.

Nitsuga tenía una cara de bobalicón enamorado que no podía con ella. En cambio, Sakuya tenía una mirada asesina. Yuuri estaba como siempre, pero, en cambio, su acompañante tenía unas enormes ojeras. Y en cuanto a Karel, parecía estar cansado y pidiendo a gritos que lo mataran, que le hicieran ese favor.

Reiv comenzó a cabrearse y sin más le dio un puntapié a Ethan que gimió levemente debido al dolor seguido de un pisotón en venganza a lo que él estaba pasando en esos momentos. Esa bestia tenía unas reacciones muy bonitas, dolorosas pero bonitas – se dijo Ethan.

La cena sería interesante.


CAPITULO 8. MEDIANOCHE

La cara de expectación que todos los presentes tenían no pasó desapercibida ni para Reiv, que se sonrojó, ni para Ethan que se rió.

Una vez sentados, uno a la derecha del otro, y Ethan presidiendo la mesa a lo largo de la cual estaban sentados sus amigos y a su lado, los especiales invitados de los mismos; éste recibió unos golpes en su pierna que no hicieron otra cosa que sacarle un pequeño grito de sorpresa y unas risas más tarde por la actuación tan infantil de su querida pareja, que estaba deslumbrante.

Ethan echó una fugaz mirada a los allí presentes para después observar de cerca a Shion. Ya todo el castillo sabía de su futura paternidad, y él, en cierta manera, sentía envidia pues también quería tener descendencia de su “pequeña” y ello suponía hacer primero al bebé y, para que mentir, de eso sí que tenía ganas.

Sonrió y le guiñó un ojo a lo que Shion correspondió con un encogimiento de hombros, una sonrisilla y un pequeño grito al notar como su nuca recibía un golpe por tal acción. Con ese intercambio mudo de palabras, ambos comprendieron lo que querían decirse. Era como una felicidad y un gracias, pero no todo es tan fácil.

Ya estando todos dispuestos en la mesa, ordenó con voz firme que empezasen a traer los aperitivos y dar, así, comienzo a la cena.

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La cena se llevó a cabo sin mayores contratiempos; es más durante toda la comida se hizo un silencio sepulcral en el que predominaban las miradas inquisitivas, dubitativas y curiosas.

El aire que se respiraba traía consigo preguntas que necesitaban respuestas por parte de muchos.

Pero, de pronto, la aburrida velada fue interrumpida cuando dos preciosidades diminutas interrumpieron en el salón pegando grititos tras los cuales se oían los pasos apesadumbrados de los sirvientes de los cuales habían escapado al enterarse de que no habían sido invitadas a la cena, y más aún cuando una de sus nanas le habían comentado que pronto tendrían nuevos amiguitos con que jugar. No les hizo falta sumar uno y uno para saber que ocurría. Habían adquirido la superinteligencia de su hermano mayor y eso exasperaba en algunas ocasiones a los adultos que tenían que encargarse de ellas.

- Bueno, ¿donde está….

- el nuevo niño con el que jugaremos?

Dijeron las pequeñas nada más entrar, sin siquiera saludar.

- Nos han dicho que…

- tendremos que esperar un poquito porque será más pequeño. Así que…

- vinimos para saber cuando vendrá.

Las reacciones en la sala, unas de sorpresa y otras de asombro e incredulidad, dieron paso a la comprensión y rabia al digerir y entender lo que las pequeñas habían querido decir.

Sakuya se quedó paralizado, no solo por miedo sino por la vergüenza de que sus amigos, su hermano, se enteraran del penoso estado en el que se encontraba: embarazado. Todavía no, no se encontraba preparado para decírselo y esas mocosas lo habían soltado a los cuatro vientos. Maldita sea todo, su vida, la vida del miserable que estaba al lado suyo, la de los bocazas que habían propagado el bulo… ¡¡¡maldita sea todo!!! Sakuya sabía que el momento de decirlo no tardaría porque, entre otras cosas, Reiv poseía la habilidad innata como doncel de saber antes que nadie el estado de un embarazado y al poco tiempo, el sexo del mismo. Era una habilidad un tanto extraña que sorprendía a más de uno; pero, quería haberlo pensado un poco antes de tener que contarlo. Lágrimas silenciosas comenzaron a correr por su rostro.

¿Cómo era posible que su vida, la de todos hubiera cambiado hacia tan solo una semana atrás con la entrada en acción de estos cinco bárbaros presuntuosos? ¿Una semana? Y de aquella, solo se habían necesitado unas horas del primer día para dejarse engatusar y embarazar por un completo desconocido. No tenía vergüenza. Un cualquiera. No es que estuviera de acuerdo el llegar virgen al matrimonio, ni mucho menos, no era tan anticuado; más tampoco se creía un extremista para quedarse preñado de tal forma tan abrupta.

Estaba desconsolado.

Reiv, tal y como predijo Sakuya, sabía que había algo raro desde que entró por primera vez en la habitación pero no pudo dilucidar con claridad de que se trataba. Ahora todo encajaba: el presentimiento, las miradas, la tristeza, los comentarios que intercambiaban entre susurros la servidumbre. Todo era por el embarazo de Sakuya y no se dio cuenta antes porque su cabeza estaba pensando tan solo en su ridículo personal. Tenía que ayudar a Sakuya pues notaba que se encontraba al borde del colapso y ero no era nada bueno ni para él ni para el bebé.

Las caras de los demás mostraban aprensión, eso por parte de los eirthianos porque los soldados ya sabían de antemano la noticia. Miraron la reacción de Sakuya más éste tenía la vista perdida llorando en silencio. Eran “lágrimas de sangre”.

Mientras, ante la súbita antireacción de todos, Reiv se levantó corriendo a abrazar a su amigo, en tanto que Ethan ordenaba a los sirvientes que habían entrado tras las niñas que se las llevasen y que saliesen todos de la recámara en esos mismos momentos, sin pérdida de tiempo. Las niñas iban a rechistar pero una mirada de su hermano les bastó para saber que esa orden no podía ser refutada así que asintieron y se marcharon al igual que el resto.

En el salón solo quedaban ellos diez, siete de ellos sentados todavía en su sitio, uno dando órdenes y el segundo siendo abrazado desconsoladoramente por otro. Fue cuando sintió los brazos de su príncipe y amigo cuando sus llantos empezaron a oírse en la estancia, momento en el cual los demás despertaron de su sopor.

Empezaron a surgir preguntas por parte de los guardianes no solo a sus acompañantes, sino también hacia Sakuya pero era tal el estado mental del mismo que no conseguía oír frases coherentes. Tal era su aspecto que no pasó desapercibido para Reiv que intentó calmarlo.

Todo lo que había guardado en ese día por conocer su estado de nueva buena había aflorado y ya no podía calmarse.

- ssssshhhhh. Tranquilo, lo solucionaremos, ¿vale?.... aunque, pensándolo bien, sí tenemos un problema, bueno dos – Sakuya, que escuchó lo que le decía por estar susurrándoselo cerca del oído, levantó la vista con cierta curiosidad. Sus mejillas estaban sonrojadas por el espectáculo que involuntariamente estaba dando y sus ojos estaban llorosos y rojos, a parte de su rostro completamente empapado por las lágrimas. A pesar de todo, Reiv pensó que su amigo era igual de guapo y maduro que siempre. Reiv, que había conseguido su propósito al decir aquellas palabras y que no era otro sino que Sakuya le prestase atención prosiguió:

- uno, que va a tener un tío horrible - y señaló a Yuuri que no paraba de hacer escándalo, gritando por la alegría. No paraba quieto – y dos que nos vamos a pelear por ser el padrino – Sakuya al pensar en la disputa y en como se tomaba la noticia no pudo menos que soltar una pequeña risita.

“Era verdad. No estaba solo, daba igual que no estuviera casado, que aquel &%&% (introducir palabrota a gusto personal) no lo quisiese, al menos se puso contento con la noticia de ser papá. Además, no era que no le gustasen los niños, lo que no quería era tener propios, no quería tener a alguien más a quien proteger. Con su hermano y los demás ya tenía suficiente, con la pérdida de su madre a la que no pudo proteger le bastó para no querer otro miembro a quien proteger. En cambio, ahora todos eran ya grandes y se podían “cuidar” por sí solos… Pero las circunstancias actuales no eran propicias,… con un niño, escapar sería más difícil, si embargo, ¿quería escapar? ¿Quería separar a su hijo de su padre? Era muy bien tratado y las noches eran fabulosas, no lo podía negar, sería blasfemar. Sabía que Shion no lo quería (eso se cree él) pero la pasión lo sustituía. Aun así no hubiera pensado tener un bebé en estos momentos” – empezó a cavilar Sakuya calmando progresivamente y a un tiempo su llanto. Por fin estaba comprendiendo su situación actual.

- ¿será niño o niña? Yo prefiero… bueno… ahora mismo no sé… me da igual… Seré un tío super “enrollao” – y mirando alrededor, preguntó: - ¿se dice todavía enrollao?... bueno… que más da – Yuuri no paraba de hablar, de decir sandeces, tonterías, una detrás de otra, mientras que se acercaba a su hermano.

La tensión inicial pareció calmarse y en gran parte gracias a Yuuri que hacia que de las bocas de los presentes saliesen risillas.

- ¿te violó? – Reiv debía saber esto último antes de tomas cartas en el asunto, y tenía que conocer ese detalle antes de que el bocazas de Yuuri llegara.

- No – fue la respuesta de Sakuya, que ya había parado de llorar y se secaba las lágrimas restantes de su rostro, aunque se notaba que había llorado.

Shion había permanecido al lado y Sakuya todo el tiempo que duró sus sollozos pero, sabia y prudentemente, había quedado estático y en silencio. Ahora mismo necesitaba el apoyo y la comprensión de sus más allegados y, por el momento, ese puesto todavía no lo ostentaba él; aunque quería conseguirlo.

Reiv se tranquilizó sobremanera por las palabras y cuando se dispuso a separarse de Sakuya para permitir que su hermano Yuuri le abrazara, sintió un escalofrío, una sensación pero no de malestar y lo supo.

- niña

Sakuya comprendió al instante lo que quiso decir, al igual que sus cuatro guardianes, no tanto así, los cinco restantes que quedaron atónitos con la palabra dicha imaginando a pesar de su imposibilidad que se referían al bebé.

- ¿estás seguro? – preguntó Sakuya.

- Eso creo. Ya sabes que son intuiciones. – También lo dijo a modo de aclaración a todos los presentes.

“una niña… ¿cómo sería? La verdad es que el aspecto le daba igual” se dijo Sakuya ya admirado por ser mamá. Y recordó cuando su madre, en una ocasión…

FLASHBACK

- Mis dos hombrecitos - dijo abrazando a dos pequeños – aunque una nena más no hubiera estado mal.

- Mami….

- No te preocupes, no me pondré triste. Los dos sabemos que papá no volverá, pero te tengo a ti, ¿verdad?

- Sí, y puedes tener más bebés, uno que no sea tonto, ¿Vale? ¿Como se llamaría?

- No llames a tu hermano así, Sakuya – ambos miraron al bebé que dormitaba cobijado entre uno de los brazos de su madre.

- Si fuera niña…

FIN FLASHBACK

Si había roto la promesa que se hizo, lo enmendaría poniéndole el nombre que su madre hubiera deseado para una hija suya. Además estaría orgullosa de él, pues siempre se mofaba de haber tenido dos preciosos niños que le darían nietos a doquier.

Desde luego, Sakuya estaba cambiando su opinión sobre su bebé, ahora lo quería, lo amaba más que a nada y sería un placer criarlo. Además, no lo haría solo. Levantó su vista para contemplar a sus amigos sonriéndole con amor y alegría, felicitándolo en secreto por su embarazo.

Pero, al levantarse, Sakuya se sintió algo cansado y comenzó a tambalearse. Fue entonces, cuando Shion, expectante hasta ese segundo de todos sus movimientos, se abrió paso para cogerlo y evitar que cayera al suelo. Sakuya, en silencio, lo agradeció.

Las miradas se oscurecieron un momento por el miedo, para ser cambiadas posteriormente por tranquilidad.

Con unas disculpas la pareja se despidió, no sin antes quedar seguros los donceles de que se podrían ver todos los días a partir de ahora. Los soldados no tuvieron problema alguno, es más, no era necesaria escolta pues con los brazaletes que cada uno llevaban era suficiente para tenerlos controlados y así no malgastar soldados haciendo de niñeras.

Fue el momento de Reiv para tranquilizarse y comenzar otra guerra de guerrillas por la vergüenza renovada de haberse vestido de mujer.

Ante las preguntas de los que allí quedaban solo oyeron entre gritos la palabra “castigo”.

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Ya había pasado más de un mes desde que llegaron a la fuerza allí.

El embarazo iba bien, aunque no se le notaba para nada a Sakuya que se hartaba de las atenciones que Shion le profesaba. Decía que era muy empalagoso y metiche. Es más, ya le había pedido matrimonio en varias ocasiones, ocasiones en las que Sakuya salía corriendo despavorido. Si tenerlo de amante era así, como marido… no quería imaginarlo.

Nitsuga y Kaito ya se había comprometido. Esperaban el nacimiento del bebé para casarse pues entre los preparativos y demás, tardaría unos meses en producirse, tiempo en el cual Sakuya tendría panza y se había negado en rotundo a salir oficialmente y en un evento público así.

FLASBACK

- ¡Acaba de pedirme matrimonio y he dicho que sí! – no tardó ni dos segundos en proponérselo Kaito, para decir que sí, esperar a que le pusiese un hermoso anillo de oro blanco con detalles en esmeralda, para salir corriendo a donde sus amigos para decírselo, dejando a Kaito alegre, habiendo esperado la reacción del mismo.

Para su alegría los encontró a los cuatro en el campo de entrenamiento al aire libre. Tres de ellos practicaban y uno lo intentaba.

- Mira o te quitas ahora mismo y me dejas coger ese arco o deja a mi hija sin el estúpido de su padre. ¿Es que no tienes nada que hacer aparte de joderme el día,… que digo… si siempre estás jodiéndome día tras día? - otra pelea entre Sakuya y Shion.

Todos sabían que esos dos se amaban, pero Sakuya era tan tozudo que siempre lo rechazaba.

- Es por tu bien

- ¿Por mi bien? Ah, si es por mi bien, aléjate que por tu culpa me va a dar una úlcera o que sé yo.

Su disputa y el entrenamiento entre risas de los otros tres se vio interrumpido por los gritos que clamaban atención por parte de Nitsuga que corría con su dedo anular en alto y por delante, señalándoles con la otra mano, el anillo para darles cuenta de su infinita felicidad.

- ¡¡¡¡¡¡Guauuuuuuuuuu!!!!!! Es bellísimo. – Yuuri miraba la joya con embelesamiento.

- Te felicito – dijo Sakuya ignorando a su pareja que le tocaba el vientre, cosa que hacía a menudo. Incluso, tras sus noches tremendas de sexo, una vez que estaban exhaustos, abrazados, besaba su barriga y le hablaba a la misma. Eso alegraba y sonrojaba a Sakuya pero no se lo diría. Y por tales acciones, en cambio, cada noche Shion recibía golpes en la cabeza.

- Y yo – corroboró Karel

Reiv se alegró muchísimo por Nitsuga abrazándole y deseándole lo mejor porque se lo merecía. Kaito la verdad le caía bien y sabía que cuidaría muy bien de su mejor amigo. Estaba seguro de que no había podido dejarlo en mejores manos, pensando en su no tan buena situación.

- ¡¡¡¡Auuuuuuuuuuuuu!!! – Shion había vuelto a ser pegado en la cabeza.

- Eso por pesado y manosón – fue la respuesta de Sakuya y aprovechó para correr a por una espada con la intención de que si Shion quería quitársela tendría que pelear y ya tendría su entrenamiento.

Las risas no se hicieron esperar.

FIN FLASBACK

Además, Kaito mantuvo su palabra de hacerlo llegar virgen al matrimonio. Nunca pasaban de besos y de caricias, algunas más subidas de tono que otras o del sexo oral. En este último caso, era Kaito el activo. Nitsuga todavía era demasiado puro como para hacer el intento. Nunca llegaban ni lo harían hasta la noche de bodas a la penetración, y no porque no lo desearan sino porque eso significaba un compromiso de amor.

Karel y Yuuri eran dos casos aparte. Karel comenzó a hablar de más y Yuuri no paraba nunca. Además siempre contaba sus intimidades a todo el mundo por lo que el pobre de Kyo estaba a dos velas en cuanto al sexo porque si Sakuya se enteraba de que pasaban de besos y caricias inocentes pondría el alma en grito e iría a cobrarle cuentas y Shion ya le había advertido, muy serio por cierto, que, por su bien, lo evitara, pues estaba embarazado y no iba a permitir que nada lo perturbara.

Aun así, Kyo estaba poniendo en práctica un procedimiento para enseñarle a callarse cierta cosas porque el plan A no era muy recomendable: cortarle la lengua, cosa que le hubiera gustado hacer el día que contó muy inocente el enano como le había metido la mano por los pantalones para toquetear su miembro y como lo había guiado a él para hacer lo mismo.

Kyo aun recordaba con humillación aquel día, entre risas y gritos que, entre las palabras más suaves, decían degenerado por parte de Sakuya.

El guerrero intuía que todas esas escenas, en principio inocentonas, no lo eran tanto. Vislumbraba ese carácter oscuro del pequeño doncel. Eso, si cabe más, le atraía todavía más. Descubrir sus secretos.

La personalidad de Luck encandilaba tanto a Karel que éste fue abriéndose un poco más, digo un poco porque era todavía muy tosco y no permitía que el alegre grisáceo se le acercara mucho. En más de una ocasión, se quedaba perplejo, cuando, sin darse cuenta, notaba el aliento del mayor en su cuello.

Iba despacio pero la relación de ambos avanzaba.

En ese tiempo transcurrido, a parte de las peleas entre Sakuya y Shion, las más frecuentes eran las de Reiv y Ethan. Eran tan iguales, tan orgullosos que nunca daban su brazo a torcer. Todos los que lo veían, e, incluso sus guardianes, así lo pensaban pero ninguno, temiendo por su integridad física, se lo había dicho a Reiv abiertamente. Eran muy jóvenes para morir.

En tanto Ethan ya sabía de sus sentimientos hacia Reiv, siempre los tuvo, pero se negaba a decírselo al pequeñazo enano bravucón y santurrón porque eso le daría ventaja y lo tendría a su merced.

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Cada noche Ethan intentaba poseerlo, y cada noche Reiv se negaba. Llevaban así más de treinta días, los dos sabían del trato pero el orgullo y la educación a la que había sido sometido como doncel (permanecer casto hasta el matrimonio entre otras cosas) de Reiv le impedía entregarse voluntariamente y Ethan no quería obligarlo a tener sexo. No quería que el chiquillo tuviera otra razón para odiarlo.

Eso pensaba otra noche más en su despacho, mientras bebía y bebía. No se dio cuenta de la hora que era hasta que escuchó resonar el reloj que marcaba la medianoche. Decidió que era tarde y con paso tambaleante se dirigió a su dormitorio.

Esa noche Ethan había bebido y había bebido más de lo normal.


Continuará...

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