5vs5 Angelus 5vs5. 2ª TEMPORADA_parte_c_capitulo 19

By 15:07:00



CAPITULO 19. Mi destino

Tras hablar con el que era el amor de su vida, el único, se dirigió no hacía el interior resguardado de cuatro paredes, sino que se internó más aun en el espeso jardín, cerca del lago. En esos momentos, solo el agua le traía paz.
Habiendo perdido la noción del tiempo, llegó a su destino. El agua bailaba, lenta, al son de la suave brisa que aquel paraje creaba. No sabía por cuanto tiempo había estado caminando, pero era ya de noche y la luna quedaba reflejada en el centro, dándole un poco de luz a su mundo. Sin pensarlo apenas unos instantes, se quitó los zapatos y se metió en el estuario hasta quedar enfrente de aquel reflejo, sin tocarlo. Solo observándolo.
Comenzó, por encima de la ropa, a friccionar su cuerpo con las palmas de sus manos con tanta fuerza que su piel, incluso a través de la ahora pegada y mojada ropa, comenzaba a colorearse de tonos rojizos. El contacto fue aumentando de intensidad hasta el punto de que ambos miembros empezaban a entumecerse y ya no solo por culpa del frío líquido que lo recorría.
Sintió unos dedos tibios que le rozaron. Asustado, volteó la amarga mirada en dirección del que procedía tal acción.
- No.
- Déjame solo – balbuceó Nitsuga.
- Sabes que no lo haré.
- Déjame – insistió.
- Nitsuga, regresemos. Todos están preocupados por ti.
Ignoró las súplicas de su mejor amigo, se alejó para mantener una distancia prudencial con el cuerpo ajeno y prosiguió con su labor de limpieza.
- Nitsuga – sollozó. El aludido ni tan siquiera fijó su mirada en el otro sujeto. Volvió a desconocerlo.
- ¡Por Dios, Nitsuga! No me hagas esto. No nos hagas esto – rectificó.
Al comprobar que sus palabras no surtían ningún efecto, se acercó salvando la lejanía y volvió a tocarle los brazos. Se había colocado enfrente del peliazul.
- Nitsuga, no – repitió. Otra vez sin respuesta – Volvamos adentro. Aquí, pescarás una pulmonía.
En esta ocasión, sí que consiguió atraer su atención.
- ¿Una pulmonía, eh? No estaría mal morir.
De pronto, Nitsuga, tan pronto dejo salir aquellos vocablos sin pudor y sin tacto alguno, recibió como respuesta un dolor en la cara y un moretón que empezaba a tomar forma en su mejilla debido a la torta que acababa de recibir.
- ¡Reiv! Pero, ¿qué demonios…? – sus reclamos murieron en su boca.
Con sus manos, había cogido cada una de las muñecas de su compañero. En una de ellas, hacía contacto directo con la piel, más, en la otra, sintió la tersura de la tela, de la muñequera que cubría todo el antebrazo de Reiv.
Fue ahí cuando las palabras faltaron. No eran necesarias.
Dolor.
Culpa.
Se sintió idiota por lo que acababa de pronunciar, por su forma reciente de actuar. No solo él estaba sufriendo y no había querido darse cuenta.
¡Qué egoísta!
- ¿Morir dices? Quizás, después de todo, no sea una mala decisión. Una salida fácil, eso sí; pero sigue siendo una opción.
- Reiv… - lloriqueó. No quería seguir oyendo todo aquello. Sabía que se había equivocado. Esa persona delante suya también había sufrido, más que él se podría aventurar a vaticinar y él tan solo había pensado en una persona. En él.
Se soltó del agarre. Esa unión le quemaba, le hacía sentir como un criminal
- Hay que tener valor incluso para coger el coraje necesario para quitarse la vida. ¿Lo tienes, Nitsuga? ¿Tienes lo que hay que tener para coger una navaja y abrirte un tajo que abarque desde la muñeca hasta el codo?
- Reiv… - no se sentía lo suficientemente fuerte como para seguir con esa conversación. Una cosa era saber lo que había acaecido en sucesos anteriores, otra muy distinta era vivirlos y conocer los detalles, los sentimientos contados por su protagonista. No había ni punto de comparación.
Nitsuga nunca quiso presionar a Reiv para que le contara lo que sufrió con su tortura y violación. Ninguno lo presionó. Concordaron que cuando estuviera preparado, él mismo acudiría a sus amigos para desahogarse. Se compadeció de sí mismo. Menudo momento había elegido para abrir las heridas de su corazón.
Una sonrisa melancólica se asomó en su rostro, gesto que no pasó desapercibido para Reiv. A pesar de ello, éste no se amedrentó.
- Sintiendo la sangre abandonar tu dolorido y maltrecho cuerpo, sentir como cada vez siente más frío, como a cada paso se extingue tu vida, como sabes que harás sufrir a mucha gente por tu vil acto pero no te importa. Es más, te alegras por ello.
- No sigas, por favor. Reiv, te lo suplico, no continúes con esto. – Un nudo se le había formado en la garganta.
- Tú no eres así, Nitsuga. No soportarías cargar con el peso de ser el responsable de hacer sufrir de esa forma a los demás. Tu no. Eres diferente a mí, por favor, sé diferente a mí – rogó con voz temblorosa.
- ¡Para! – gritó con toda la potencia de voz que pudo reunir. Unos pájaros abandonaron el cobijo de las ramas de los árboles que rodeaban el paraje debido al susto.
Se abrazó al príncipe, transmitiéndole sus sentimientos a través del mismo.
- No digas eso, Reiv. No hables de este modo de ti mismo.
- Nitsuga, yo…
- Lo siento – interrumpió a Reiv.
- ¿por qué? No hay nada que perdonar.
- Perdóname – suplicó.
- Si así te hago sentir mejor. – Lo miró a los ojos, sus miradas se cruzaron. - Te perdono.
- Gracias.
- No, gracias a ti. – El afiance se intensificó.
- ¿Por qué? – Fue el turno de Nitsuga, sorprendido y curioso, de preguntar.
- Ahora es el momento de pensar en otras cosas más importantes. Todo el mundo está preocupado. Y con todo, me refiero en especial a una persona.
- Kaito – el nombre apenas salió como un tenue susurro. - ¿Cómo…? – Nitsuga se refería a lo del anillo.
- ¿Qué como lo he sabido, preguntas? – Nitsuga le respondió con una cabeceo afirmativo – Llevamos buscándote todo el día. Kaito estaba, está desamparado e inconsolable. Vi el anillo en su mano. Recordaba su forma a la perfección de todas las veces que nos lo mostraste. Lo agarraba fervorosamente. Estabas tan feliz. Los dos.
- Ahora todo es diferente.
- ¿Diferente en que sentido?
- Ahora… - Una pausa. No se atrevió a continuar.
- Sin miedo – instó Reiv.
- No lo merezco. Ya… - Otro descanso. – ya no soy puro.
- Que yo sepa, no recuerdas nada de lo acontecido. Para mí, para todos – rectificó – sigues siendo igual de puro que como al principio.
- No seas iluso, Reiv.
- Tu primera vez será cuando tú la desees, cómo y con quién tú elijas. De hecho, yo todavía soy puro. – rió. Nitsuga correspondió levemente el gesto.
Es ahora cuando reparó en que los dos seguían en el cristalino líquido. Mojados. Sus ropas estaban empapadas y sus cuerpos comenzaban a temblar por el frío nocturno.
- ¿Cómo puedes ser tan inconsciente? – reprendió mientras salían los dos del bello charco. Reiv no cabía en sí de asombro. Lo había arrastrado literalmente hasta la orilla. No le dejó ni recuperar el aire cuando ya estaban caminando otra vez, más bien, cuando ya lo estaba tirando de él otra vez camino a la residencia.
- ¡Nitsuga! – No comprendía el cambio tan súbito de situación - ¿Qué te pasa?
- ¿Y tu me lo preguntas? ¡La neumonía!
- ¿Neumonía? No entiendo. Tampoco era para que te lo tomaras tan en serio. No creo que te enfermes hasta tal grado; a lo sumo, cogerás un simple catarro. Nadie muere por un resfriado, estornudos y poco más.
Paró de caminar unos segundos para soltarle un golpe en la cabeza. Reanudó la andanza.
- ¡No lo digo por mí, idiota!
- ¿eh? – se extrañó.
- Pero mira que eres lerdo.
- ¡No me insultes! – Reprendió Reiv – Además, me haces daño.
- Lo siento – se disculpó, pero, aun así, no aminoró el paso, lo aumentó hasta que casi ya iban corriendo.
- ¡Nitsuga! – paró de seguir el paso del que estaba delante, puso morros y se negó a continuar hasta saber la razón de esas apresuradas prisas. – A qué viene tanto alboroto por llegar.
- ¿Todavía lo preguntas? No sé como han podido dejarte venir a buscarme. Ya es de noche. No tienen cabeza. ¡Qué inmaduros! – Eso más que una conversación, era un monólogo.
“Ese SÍ es mi Nitsuga” – pensó orgulloso Reiv. “Has vuelto. Bienvenido”
- El tío Gaby dijo que era el más indicado. – El otro tan solo asintió. Esa era una muy buena razón. – Consideró que yo sería la persona más adecuada en venir. – Continuó – Te estuvimos buscando todo el día. Un sitio bastante bonito, ¿verdad? – terminó por acotar.
- Verdad – confirmó – Aun que tuvierais razón, ese no es motivo por el que estés aquí.
- Y dale con eso. ¿Quieres decirme que demonios te pasa?
- Reiv, de verdad que eres un tanto corto. – Suspiró – Estás embarazado, mojado, de noche y solo.
La cara de Reiv se convirtió en un auténtico poema de emociones.
- ¡Por Dios!
- No blasfemes. – interrumpió la maldición.
- ¡Oh! Sí, tienes razón. Menuda educación- se reprendió mentalmente- Este no es momento para corregir mi educación. Tenemos que darnos prisa y cambiarnos de ropa. ¡Madre mía, mi pequeño!
Al segundo, había sobrepasado la figura de Nitsuga que todavía estaba parado. No había esperado una reacción tan rápida por su parte.
- Vamos, ¿qué esperas? – Reiv ya le llevaba unos metros de ventaja. Era veloz.
- ¿Y ahora quién es el que tiene prisa? – vociferó mientras comenzaba a correr para alcanzar al otro doncel.
Nitsuga también era un buen corredor. Si a eso le sumábamos el peso extra de Reiv, le dio alcance al poco tiempo.

------------------------------------------------------------------------------------
- ¿Cómo puedes ser tan inconsciente?
- Lo siento.
- Una cosa es que seas el más indicado para consolarlo y otra llegar al punto de tener fiebre.
Nada más pasar el umbral del gran caserón se vieron acechados por varias personas conocidas que, al ver su penoso aspecto, los atendieron presurosos.
A Reiv se lo llevaron a sus aposentos, que estaban próximos a los de Ethan. Éste fue el encargado de depositarlo en la cama y llamar al doctor. Su cara estaba roja y su piel ardía.
En cuanto a Nitsuga, también lo acompañaron para que se cambiara su atuendo y curarle todas las heridas visibles y ocultas por todo su cuerpo. Se había negado a ser reconocido por un médico. Mientras era llevado, observó alrededor en busca de una silueta que no estaba allí. Aquello le dolió, aunque era comprensible dicho rechazo por parte del mayor. Después de todo, había sido su culpa.
- De verdad que lo lamento mucho. No pensé en las consecuencias.
- Eso es obvio. – atacó Ethan.
- No te creas el único que se preocupa por el bienestar de nuestro hijo.
Ethan reparó en la crueldad de sus palabras:
- Lo siento. He sido injusto.
- Mucho – acotó Reiv, que yacía acostado en el inmenso colchón. El doctor acababa de salir de la sala. Furioso, si se puede resaltar. En lo últimos tiempos se quejaba de la extrema actividad y presión a la que él y su personal era sometido. Por supuesto, la bronca también fue descomunal. Por suerte, no era nada grave. Solo había cogido un poco de frío, algo natural tras todo lo que había hecho.
Tras su revisión, sus amigos habían ido a verlo para saber que tal había ido la cosa. Estaba Karel, acompañado de Luck, Yuuri, que se había escapado de la habitación de Kyo un rato. Karel y Luck fueron después de haber hablado con el médico sobre la situación de Nitsuga. Le contaron las buenas nuevas. Esperaba que lo dicho por uno de los médicos fuera cierto. Más tarde iría a comprobar el estado de los enfermos. Además, Reiv tenía ganas de ver a la pequeña de Sakuya. Ya todos los recién llegados sabían de la nueva noticia. Su madre se había encargado de notificársela en cuanto llegaron.
Ella, igualmente, le había reprendido por su comportamiento tan inmaduro; incluso, su pequeño hermano había censurado su acción. Eso sí que fue lo más vergonzoso de la velada.
- Pero compréndeme. Estaba, estoy preocupado. Shion, Kyo, luego lo de Kaito y Nitsuga y ahora tú. – Ya se encontraban solos otra vez: Ethan y Reiv, la prometida pareja real.
- Lo sé. Y de verdad que lo siento. ¿Ves? A mi no me ha pasado nada, así que no te compliques tanto. En cuanto a Kyo, sus heridas no son muy graves. Ya solo nos tenemos que preocupar por dos situaciones graves. Lo hemos reducido a la mitad.
- ¿Qué haría yo sin ti?
- Quién sabe – Reiv se encogió de hombros.
- Engreído.
- Manipulador.
- ¿Manipulador? Enano.
- Anda ven y acuéstate a mi lado. Necesito entrar en calor.
- ¿Eso va con doble sentido? – Ethan rió macabramente. Reiv no había reparado en el doble sentido de lo que había dicho hasta que observó la mirada picarona del thorpiano.
- ¡Eres un pervertido, cochino, marrano…!- chilló consternado.
- Ya, ya. – Lo calmó – Pero, a pesar de todo, me quieres.
- Bueno… pues… - Ethan dio por terminada la disputa callándolo con un beso que fue profundizándose medida que Reiv tomaba parte de él.
- A descansar los dos, que lo necesitáis – dijo cuando separó sus labios de los del menor. Le dio un beso en la frente, otro en el abultado vientre sobre la camisola que Reiv portaba, se acostó a su lado y los tres, abrazados, se dispusieron a pernoctar.
Cinco minutos después, Reiv no lo soportó más y le comentó a su pareja:
- Creo que tu hijo no quiere descansar. Desde luego, fuerza en las piernas no le faltan. – Ethan sonrió por el comentario - ¿Me estás escuchando?
- No
- ¿Qué?
- No te sulfures, pequeño. – Empezó a masajear la zona en la que su hijo “vivía” temporalmente.
- No sé si a tu hijo le gustará, pero en lo que concierne a mí… luego podrías hacerme un masaje en las piernas, que me duelen.
- Eso te pasa por ignorante
- Intenta correr con un peso extra en tu barriga y luego te permito que me lo recrimines – refunfuñó el eirthiano. - ¿Por favor? – suplicó en un último intento.
- Ya veremos – Ambos conocían que esa respuesta era afirmativa y que acabaría haciendo lo que el doncel deseara.

-----------------------------------------------------------------------------------

- ¿Estás seguro de que estarán bien?
- Gaby, deja de preocuparte por ellos. Estarán bien.
- Pero, su alteza… Están solos. No me parece correcto.
- Creo que ya es tarde para eso. Mi hijo, encinta, sakuya acaba e tener una preciosa niña. Para el resto – miradas entristecidas – No hay que preocuparse. Si aún no ha pasado nada es porque ellos no quieren.
- Pero…
- Gaby, creo que no somos los más indicados para decir nada. – reclamó su marido.
- Mira quien fue a hablar. Por eso, tu hijo va a dormir en la habitación contigua a la nuestra.
- Bueno… - Kein se había quedado sin argumentos.
- Habitaciones conexas por una puerta que has exigido que esté abierta. Ya veo yo tu comprensión.
La reina Millenia carcajeó ante tal acotación.
- Por cierto, ¿por qué no nos avisó del secuestro de nuestro hijo y los muchachos? – Ese era un tema serio. Gaby estuvo de acuerdo con su esposo.
- Era algo complicado. No os pude localizar, mira que hice hasta lo imposible por intentarlo. Estaba desesperada y ninguna estabais para ayudarme.
- ¿Ninguno?
- ¿Nitsuga que estaba haciendo tan importante como para abandonar la misión de proteger el castillo? – se extrañó Kein.
- Buscando a Daniel.
- ¿Otra vez?
- ¿Qué ha hecho ahora ese bruto? – Gaby empezaba a mostrar cierto grado de enfado.
- Gaby, no te sulfures. Ya sabes como son esos dos. Al fin y al cabo, se aman con locura.
- Esta vez creo que algo muy grave ocurrió entre ellos. - intranquilizó la regente. – Cuando se marchó, parecía bastante decaído. Además, se despidió de su hijo… y de mí. No quiso contarme nada, estaba magullado, tenía el labio partido y aunque no lloraba, sus ojos, estos simplemente no mostraban nada.
- ¿Se atrevió a pegarle? – Gaby estaba indignado. Daniel era su mejor amigo.
- No lo puedo creer de Nitsuga. No puedo.
- Kein, ya sabes lo celoso que puede llegar a ser.
- Yo también soy muy protector contigo, con Karel y no por ello os pego. Sigo sin creer que le pegara. Nitsuga no es así. – Zanjó ese tema – ¿Cuánto hace que se marcharon?
- Poco antes de que nos atacaran. Diría que unas dos semanas. No sé nada de ellos desde entonces.
- De eso hace ya unos ocho meses.
- Es mucho tiempo. ¿Y que ha dicho mi ahijado al respecto? – “Daniel, dónde estás. Tú hijo te necesita. Qué diablos te habrá hecho ese monstruo para que abandonaras a tu bebé.”
- Hice lo que cualquiera en mi lugar. Que se habían reconciliado y estaban de viaje. Le comenté que si quería que les mandara un mensaje. Me contestó que no era necesario, que no quería importunarles. Tan solo escribió una carta que todavía tengo guardada donde supongo que les contaba lo feliz que era. Lo de su boda y que esperaba que volvieran pronto. También me contó que esperaría a que volvieran para presentarles a Kaito y casarse. – Su voz se apagó – Tuve ganas de echarme a llorar.
- Millenia, solo queda esperar.
- Estoy seguro de que Daniel volverá pronto. Nunca ha estado mucho tiempo separado de su hijo. No lo soportará por mucho más tiempo.
- Me extraña que no lo haya encontrado ya.
- Querido, Daniel es mi mejor amigo. No lo tomes por un inepto. Sabe como esconderse cuando se lo propone. Estoy preocupada- terminó por acotar. –Kein lo abrazó como respuesta.
Antes de que nadie pudiera decir nada más, la puerta se abrió de repente dejando entrar a un chico que, agobiado, se refugió entre los brazos de su progenitora.
- ¡Alan! – Lo llamó. El muchacho no dijo nada. Tan solo miraba la entreabierta madera esperando por algo. Dos cabecitas se asomaron por el resquicio.
- Vamos a jugar – solicitó una
- Sí, no seas remilgoso. ¡A jugar a los papás y mamás! – pidió la otra.
Alan tan solo echó una mirada suplicante a su consanguínea, que, viendo lo tarde que era, decidió tomar parte en el asunto.
- Señoritas, estas no son horas para estar corriendo por el castillo. Hora de dormir – las gemelas no rechistaron y siguieron a la madre de Reiv hasta la puerta, dirección a su habitación. – Buenas noches. Seguiremos esta conversación más tarde. – El matrimonio asintió.
- Buenas noches – Se despidieron educadamente las niñas, desapareciendo por el umbral.
- Menos mal – suspiró Alan.
- No creo que fuera tan malo.
- Eso lo dices tu, tío. Esos demonios no parecen cansarse nunca. – Los dos adultos sonrieron ante el apelativo cariñoso del adolescente. – Bueno, yo también me despido que tengo sueño y estoy muy cansado.
- Estos han sido unos días bastantes ajetreados, ¿verdad?
- Y que lo digas, tito. Buenas noches, tito Gaby, tío Kein – Le dio dos besos a cada uno y desapareció tal y como lo había hecho su madre con las dos chiquillas con anterioridad.
- Ya solo quedamos tú, yo y esta enorme cama. – Kein sonó insinuante.
- Y tu hijo en la habitación contigua – imitó el tono que había usado el guerrero con anterioridad.
- Deja de poner esa cara. No le pasará nada. Después de todo, ¿no es tu mejor amigo?
- Sí que lo es – confirmó orgulloso.
Gaby puso una cara de angustia, se levantó y tuvo que ir corriendo al excusado a echar todo lo que había comido ese día. Kein, cuando reaccionó le siguió para ver como estaba vomitando.

-----------------------------------------------------------------------------------


- ¿Cómo te encuentras? ¿Has podido descansar?
- Contigo a mi lado, no me hace falta más. – Como premio, recibió un dulce beso.
- ¿En la frente? ¿Por qué no mejor en otro lado?
- Tú no cambias, ¿eh?
- mi querido esposo, parece mentira que no me conozcas.
- esposo… suena bien. Repítelo, por favor.
Shion se sorprendió ante la súplica de Sakuya. Cogió la mano del doncel para tocar con la boca el anillo que ahora relucía en uno de sus dedos. Hizo lo mismo con el suyo y junto ambas manos para decirle:
- Mi pequeño, dulce y salvaje esposo. Dime, ¿qué ocurre? – algo no era normal.
- Tuve miedo. Tengo miedo. Te necesito. – Sakuya necesitaba desahogarse. Se recostó a lado de su marido con cuidado para no hacerle daño, Shion correspondió el gesto todo lo que pudo y esperó a que el otro siguiera hablando.
- Primero el secuestro, el parto prematuro de nuestra hija…
- Nuestra hija… suena bien – interrumpió Shion. Miró hacía la cuna que estaba a un costado donde, aunque no la podía vislumbrar, sabía estaba el cuerpecito de la bebé. - ¿Cómo se ha portado el día de hoy la pequeña Clío?
- Sí que suena bien. Es muy buena. No llora nunca, ni siquiera cuando tiene hambre o cuando está molesta. Tan solo lanza unos pequeños quejidos muy graciosos.
- Es una lástima que esté durmiendo la mayor parte del tiempo. Me gustaría estar con mis dos preciosas joyas.
- ¿Joyas?
- Sois únicas y tenéis un valor incalculable.
- Te amo.
- Desde luego, Sakuya, estás extraño. Estoy contigo. No me separaré de ti.
- Estuve a esto – señaló una minúscula distancia con su dedo pulgar e índice – de perderte. No lo vuelvas a hacer.
- Jamás.
- Fuiste un insensato.
- Yo también te amo. Eres lo mejor que ha podido pasarme en la vida, pero no me pidas que deje de protegerte porque no lo haré nunca. Moriría por ti si hiciese falta – Su tono era adormilado. Los medicamentos, calmantes y el constante suero que tenía, no lo mantenían por mucho despierto. Y ya había aguantado demasiado con ambos ojos abiertos.
- Pues eso es exactamente lo que no quiero - sollozó.
- Sakuya…
- No pasa nada. Duerme. Nosotros estaremos aquí cuando vuelvas a despertar.
- Antes oí jaleo en la habitación. ¿Han vuelto ya?
- Sí, vinieron a visitarte. Dicen que tenías buena cara y que daban gracias a que la niña se pareciera a mí.
- Qué graciosos.
- Mañana quiero presentarte a mis tíos.
- ¿tíos?
- Es una forma de hablar. Es como si lo fueran. En realidad, son los padres de Karel.
- ammm – balbuceó. Mentaría los párpados cerrados. - ¿Todo bien entonces?
- Todos han vuelto sanos y salvos – Aquella mentira le dolió, pero no quería preocupar a Shion más de la cuenta. No era conveniente.
“Cuando esté mejor” – se dijo para acurrucarse un rato, cobijado en el calor corporal del gran cuerpo y reposar.


-------------------------------------------------------------------------------------


- No se preocupen. Está bien. Le he dado un tranquilizante y se ha quedado durmiendo. De hecho, si me permiten decirlo son unos chicos con suerte. Espero que no se les acabe y que dejen de darnos al equipo médico tanto trabajo.
- Gracias, doctor. Esto…
- Sé lo que quiere preguntarme. No recuerda ni un ápice y yo no puedo asegurar nada. Tiene heridas propias de cualquier agresión sexual, al igual que pequeños desgarros.
- Entonces,…
- Habrá que esperar. Quizás recuerde algo más adelante. Sí quieren mi humilde opinión, las lesiones son ínfimas pero si tuvieron cuidado – Observó como más de uno, apretaba los dientes con dolor – sería posible, podría ser que fuera violado; aunque… - Miradas esperanzadas lo vieron a los ojos – Me han dicho que se bañó vestido, ¿verdad?
- Si, doctor.
- No he encontrado muestras de semen, además de, como ya les he comentado, las pequeñas fisuras. Apostaría a que el chico sigue siendo virgen. Eso solo lo sabremos cuando tenga relaciones consentidas. Así pues, mis suposiciones son que todo más, lo más realista, es que introducieron a lo sumo, algún pequeño objeto o sus propios dedos. De ahí que sienta pequeñas molestias y la pequeña magulladura.
- ¿Así lo cree?
- No quiero que se hagan falsas esperanzas, pero… - no pudo evitar añadir – así lo creo. Ahora si me disculpan, necesito descansar un poco. Mañana, me espera otro arduo día de trabajo.
Abandonó la conversación, dejando allí, en el pasillo, a los presentes.
- ¿Has escuchado eso, Kaito?
- Sí – El aludido sonrió – Pero, Luck, lo querré de todas formas. Nada de lo que hubiera podido ocurrir, conseguiría que me separara de él.
- Me alegra oír eso – comentó Yuuri. – Bueno, va siendo hora que me vaya que tengo que informar a mi hermano que está preocupado.
- No se separa de Shion y de la niña para nada, ¿eh?
- Nunca. Está algo demacrado pero lo comprendo.
- Claro que lo comprende. Como “su” Kyo – dijo karel con retintín- está herido también…
- Eso sí, tú ríete pero estaba preocupado. Sangraba profundamente Quien se iba a imaginar que, dentro de todo, eran superficiales. – Entonces, reparó en una cosa - ¿eh? Y, ¿qué significa el “su”?
- Bueno, nosotros nos marchamos – y jaló del brazo a luck para irse en dirección a donde había sido llevado Reiv para verlo, saber de su estado y de informarle sobre lo que el sanitario les había facilitado.
- Cobarde – masculló, observando como la pareja se iba – Cuídalo, ¿vale? Si despierta dile que volveré mañana que todavía tengo que hacer dos paradas antes de llegar a mi destino.
- No te preocupes. Eso haré.
- Kaito
- Dime, Yuuri.
- Todo saldrá bien. Ya verás. Ahora, entra allí y no salgas hasta haberte reconciliado con él. Tú serás su mejor terapia.
- Gracias.
- De todos, tú eres el que mejor me cae. El único decente.
- Y que lo digas, pero eso de que soy el que mejor te cae… permíteme dudarlo – Rió sincero Kaito.
- No se lo digas a nadie. - Yuuri correspondió el gesto gustoso y desapareció de su vista.
- Valor Kaito. No seas cobarde y afronta tus temores – giró el pomo dispuesto a entrar. No tocó la puerta para pedir permiso por dos razones: porque Nitsuga de seguro no se lo daría y segundo porque éste estaba durmiendo.
O eso pensaba cuando pasó adentro.

------------------------------------------------------------------------------------

- Me siento un inútil aquí postrado.
- Postrado y sin postrar.
- Gracias yo también te quiero.
- ¿En qué momento de locura he dicho yo eso?
- con que esas tenemos, ¿eh? Mejor comienzo yo, entonces.
- ¿eh? – Ahí Yuuri perdió el hilo de la conversación. Kyo se estaba comportando de una manera un tanto formal y, a pesar de ser su personalidad natural, con él nunca se había comportado así. - ¿Qué intentas?
- Yuuri, yo… pues… Dios, esto es más difícil de lo que pensaba.
- ¿Kyo?
- Quiero que sepas… que yo
- Me estás asustando. Vale, que no suelas hablar muy seguido pero de ahí a quedarte mudo. Eso no es posible.
- Sí ya de por sí no me es fácil confesar esto, tú no me ayudas.
- ¿Confesarte?
Se enderezó, quedando sentado, acto por el cual se quejó un poco ya que los puntos del abdomen le tiraron un poco.
- Estate quieto o se te abrirán las heridas.
- No es problema.
- Para mí, sí.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué el que, Kyo?
- Porque es un problema para ti, porque te preocupas tanto por mi, te pregunto.
- Kyo… - Yuuri intentó evadir la mirada y la pregunta.
- Contesta – demandó el mayor.
- Yo…
- Sé sincero, por favor, Yuuri. Quiero saber si con el comportamiento que ahora me muestras puedo tener alguna oportunidad para poder acceder aquí – Desde su posición, señaló el corazón del chico. – A ti. Te amo desde mucho antes de que supieras de mi existencia. Te he estado amando desde hace mucho. Ahora solo quiero saber si puedo seguir albergando esperanzas, si puedo soñar con que alguna vez me des la oportunidad de hacerte feliz.
- ¿Por qué? ¿Cómo puedes quererme?
- Mejor pregunta quién no podría hacerlo.
- ¿Conoces toda mi historia, mi carácter difícil y todavía eres capaz de quererme? No te entiendo. – La congoja de Yuuri era palpable en su habla.
- ¿Por qué te muestras tan preocupado por mí si soy un ser antipático, callado, aburrido…
- ¡Tú no eres así! – lo interrumpió de sopetón Yuuri. – No eres así – repitió más calmado.
- Yuuri- El nombrado bajó la cabeza cohibido – Mírame – Le levantó el mentón. Ambas miradas se cruzaron – Así está mejor. Te amo. ¿Puedo aspirar a ser tu pareja?
- No – El mundo se cayó encima – porque ya estás en él, desde hace mucho.
- Yuuri. Entonces, eso quiere decir que…
- Sí, Kyo. Eres el único que ha podido ver mas allá de la coraza que cree en torno a mí, el que la ha roto, el que me ha protegido y con el cual me siento protegido. Has conseguido lo que nadie antes había logrado. Te has adentrado en mi corazón.
Aquello hizo tremendamente feliz a Kyo que lo demostró plantándolo tremendo morreo al doncel, alargándolo hasta que ya no pudieron aguantar la respiración y tuvieron que separarse para coger aire.
- Dilo – expresó errático entre besos que repartía a doquier por la suave tez del pelirrojo – Dilo.
- Te amo con locura. – Yuuri por fin soltó su más profundo sentimiento. Estaba enamorado de Kyo.
- No sabes lo feliz que me hace eso.
- Me lo puedo imaginar… y sentir. Pero dile a tu amiguito que mejor se calme porque de aquí no pasaremos hasta después del altar. – Mientras se estaban besando, Yuuri se había colocado entre el muslo izquierdo de Kyo, quedando éste aprisionado entre sus propios muslos, con mucho cuidado de no tocar la otra pierna herida del mayor. Se había poyado en él por lo que una de sus rodillas rozaba la parte íntima del teniente thorpiano.
- ¿Seguro?
- Seguro. ¿Te ha quedado claro?
- Claro como el agua.
- Me alegro – Yuuri irguió el cuello orgulloso y vencedor.
- Claro como las aguas ponzoñosas y pantanosas.
- ¿Qué acabas de decir?
- ¿yooo? – Kyo se hizo el inocente.
- ¡No te hagas el que no sabe! ¡! Te he escuchado! Se lanzó contra el cuerpo delante suyo cayendo ambos sobre el colchón y la almohada. Un quejido salió por parte de Kyo.
- Lo siento – se lamentó el culpable, más Kyo no contestó y se volteó dejando el pequeño cuerpo aplastado y aprisionado contra el de él.
- lo vas a lamentar – Kyo puso un rostro severo. El eirthiano se asustó de veras ante esa escalofriante mirada. Intentó revolverse pero le fue imposible escapar. – Ahora verás. – amenazó para comenzar a hacerle cosquillas y su ahora reciente pareja.
Yuuri al intentar protegerse de ese ataque, tocó el rasguño que kyo poseía en su estómago. Otra vez.
- Lo siento.
- ¡Pues yo no! – Siguió atacándolo con sus dedos por todos sitios.
- ¡Se te van a abrir las heridas! – Kyo lo ignoró olímpicamente - ¡Kyo! Te aseguro que por mi trasero no tengo cosquillas.
- Perdón
- ¡Degenerado! Ahí tampoco tengo cosquillas.
- Perdón.
- No seas mentiroso – Soltó – no lo lamentas.
- Tienes razón. No lo lamento en absoluto.
Siguieron jugando por un rato más hasta que el cansancio y ajetreo al que se habían visto sometidos pudo con ellos, quedándose dormitando.

-------------------------------------------------------------------------------------

- Todo es mi culpa. Me prometí que no dejaría que nada malo te ocurriese y mira, a la primera vuelta de cambio, rompo mi juramento. Soy un fracaso como pareja, como prometido, como hombre. – Tras entrar en la habitación y observar el menudo cuerpo de Nitsuga, se había sentado en la silla más próxima al lecho, apenas separada de la misma unos centímetros, os justos para colocar sus piernas y que no estuvieran en una posición incómoda. – entiendo que no quieras estar junto a mí. Ni siquiera yo puedo soportarme a mí mismo.
“Soy yo el que no puede soportarse”
El calmante había surtido efecto dejándolo adormecido pero no inconsciente del todo. Oyó la puerta, los pasos que se acercaban, reconoció la fragancia que pululaba en el ambiente y escuchó esa familiar voz que tanto le dolía percibir.
- Necesito que me perdones.
“No soy yo el que debe perdonar. Perdóname tú por no ser lo que te mereces. ”
- Por favor, no me abandones – Aquella frase fue dicha de manera entrecortada.
- No llores, Kaito - ya no pudo aguantar estar callado por más tiempo e hizo acopio de fuerzas al hablar - Me duele sentir como lloras.
- A mi también.
- No llores.
- Quédate a mi lado.
- No puedo.
- Pues será la única forma en la que dejaré de llorar. No hay otro modo.
- Kaito…
- Te amo.
- Vete.
- Solo si ese es tu verdadero deseo.
- Vete – solicitó Nitsuga imperioso.
- Tendrás que esforzarte más.
- ¡NO ENTIENDES QUE TU SIMPLE PRESENCIA ME HACE DAÑO!
- ¡Y TÚ NO ENTIENDES QUE LA NO PRESENCIA TUYA ME MATA!
Nitsuga quedó anonadado. No había oído gritar tanto y tan fuerte a Kaito.
- Kaito, nunca te había escuchado vociferar hasta tal grado.
- Yo tampoco sabía que podía gritar tanto.
- Me duele la garganta. La tengo reseca.
- Aquí igual.
Tras calmarse un poco la tirantez que reinaba, Kaito le contó lo que el facultativo les había confesado.
- Pero cabe la posibilidad de que yo…
- Tú sigues siendo la persona de la que me enamoré y si no estás a mi lado nada en este mundo tendrá sentido para mí.
- Kaito…
- Tan solo me separaré de tu lado si me dices que ya no soy merecedor de tu amor. ¿Es eso, Nitsuga? ¿Te sientes traicionado por no haber podido salvaguardar tu seguridad o es que ya no sientes lo mismo por mí?
- ¡Por supuesto que no!- quiso mentir pero no fue capaz. Su corazón no se lo permitió. – Te sigo amando como el primer día. Más aún. ¿No lo entiendes? Soy yo, soy yo el que no te merece.
- Si tú no mereces mi amor, entonces, ningún otro podrá merecerlo porque nadie, me oyes, Nitsuga, nadie podrá superarte ni en pureza ni en belleza. En nada, ¿me oyes?
- No seas hipócrita – sollozó Nitsuga, sin poder contener ya su dolor.
- Entonces, según tú, Reiv no podría ser feliz porque es impuro y tú amigo Yuuri tampoco porque sufrió abusos de su profesor.
- Yo no… no quise decir… eso
- ¿Qué te diferencia de ellos?
Silencio.
- He sido un tonto, ¿verdad?
- Mientras sea mi tonto, me da igual.
- ¡Eiii! No insultes de esa forma a tu prometido.
- ¿Mi prometido?
- ¿Me perdonas? He sido un auténtico negado el día de hoy.
- No hay nada que perdonar. Te amo – Le colocó otra vez la alianza – Y esta vez no te la vuelvas a quitar.
- Mientras viva. Yo también te amo.
Un beso selló la promesa.
Si existe un amor auténtico, ni las más crueles adversidades podrán matarlo. Existirá y persistirá por siempre.

---------------------------------------------------------------------------------

- Así que este es el sitio. Bonito lugar.
Un hombre de baja estatura, formas andróginas, cabello negro, ojos amarillos y que se asemejaba a un ángel solicitó la entrada al enorme complejo.
Una llamada interrumpió su plática:
- ¿Daniel?
- Hola Gaby. Supe por los mensajeros que nuestros hijos habían sido secuestrados y vine corriendo, pero, ahora, al llegar me entero de la próxima boda, del embarazo… Me voy por un tiempo y mira todo lo que ha acaecido - Los rostros se ensombrecieron.
- Tenemos que hablar.
- Lo sé. A ti no te puedo engañar.
- Ven. Vayamos a mi habitación.

-----------------------------------------------------------------------------------

- ¿Papá?
- Hola, Nitsuga.
- ¡Estás más gordo! – Camotazo por parte de Daniel a su hijo.
- ¡No vuelvas a decirme gordo!
- Pero, ¿tenías que pegarme? Tampoco era para tanto. ¿Recibiste mi carta, verdad? Por eso estás aquí. ¿Por qué padre no está contigo? ¿Es qué no estabais juntos de viaje? ¿Ha ocurrido algo? No pareces tú, papi. – Gaby le había contado todo lo pasado en esos meses y la reina Millenia, tras ser solicitada, le había entregado la carta que había leído nada más haber sido entregada y tocada por sus manos.
- Sí, no, bueno… Hubo un contratiempo y tu padre se retrasó. No tardará en reunirse con nosotros.
- Estoy aquí, Nit.
- ¡Padre! – Nitsuga corrió a abrazar a su padre. Daniel quedó estático. No esperaba enfrentarse a su marido tan pronto.
- Hola, amor – Nitsuga padre se acercó a abrazarlo El otro seguía en la misma posición – Disimula o tu hijo se dará cuenta de que algo no va bien. ¡Ah! Y después, tú y yo tenemos una conversación pendiente – lanzó en un susurro que tan solo ellos dos pudieron escuchar e intensificó la fuerza del agarre.
- Bueno, os presento a mi prometido: Kaito. Kaito, ellos son mis padres: Nitsuga y Daniel.
- Encantado – Daniel tendió su mano, gesto que correspondido por su futuro yerno.
- Lo mismo digo. Un placer conocerlos por fin. Ahora que están presentes, me gustaría pedirle la mano de su hijo en matrimonio.
Nitsuga vio la expresión rebosante de felicidad en los ojos de su retoño y no pudo evitar, a pesar de sus problemas personales, aceptar.
- Será un gusto cederle. Solo espero que lo respete como se merece.
- De eso no le quepa la menor duda, señor.
- Bueno, Nit, si nos disculpas tu papá y yo estamos cansados del viaje y necesitamos descanso. Luego seguimos, ¿vale? – Necesitaba quedarse a solas con Daniel para poder conversar con él. Estaba igual de imponente y hermoso que la última vez que tuvo la oportunidad de estar a su lado.
- Claro, padre. Me alegra que hayáis vuelto. Os echaba de menos.
- Y yo a ti, mi pequeña estrella.
- ¡Papá!
- Perdona, es la costumbre. Tened cuidado.
- Por supuesto. Le aseguro que mis intenciones son honrosas y que no ocurrirá nada. Palabra de guerrero.
- Por tu bien, muchacho, eso espero.
- No todos los varones son iguales, Nitsuga.
Nitsuga y Kaito se extrañaron ante el comentario de Daniel. No dijeron nada.
- Tened cuidado. Nos veremos más tarde. – Daniel abrazó a su hijo y luego se dispuso a hacer lo mismo con Kaito, más su marido se lo impidió. Para Nitsuga ese gestó de posesión pasó desapercibido. Para Kaito, no, que frunció el ceño. Y así lo mantuvo en tanto veía desaparecer a sus suegros.
- ¿Qué tanto miras?
- Nitsuga, ¿tus padres son felices y se quieren, verdad?
- ¿Por qué lo preguntas?
- Por nada.
- ¿Es qué no parecía que lo fueran?
- Te pareces a tu padre. Sois iguales.
- Gracias. Papi siempre se ha sentido orgulloso en ese aspecto.
- Tu papá debe ser una persona genial.
- Siempre me han dicho que psíquicamente soy exactamente igual a él.
- Entonces, seguro que lo es.

------------------------------------------------------------------------------------
- Daniel, tenemos que hablar – Sin contestación – No hagas la ley del hielo conmigo. Nunca te ha funcionado. No empieces ahora. No seas crío.
- ¿Ahora soy yo el crío? Que tan farsante puedes llegar a ser, Nitsuga.
- Daniel… De verdad, lo lamento muchísimo. Todo
- Quizás ya haya pasado el tiempo de pedir perdón, Nitsuga.
- Quizás, pero debo intentarlo.
Continuara...

También te puede interesar:

0 divinos comentarios