5vs5_Angelus_5vs5_ 2ª_temporada_parte_e_capitulo_21

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CAPITULO 21. HERMANA, EL ES YUURI.


- ¿Te duele mucho la pierna? Has estado demasiado tiempo en pie.

- No es nada importante. No te preocupes.

- ¿Y quién te ha dicho que lo estaba?

- No hace falta que me lo digas. Lo sé.

- Creído. - como respuesta, recibió un beso de Kyo. Un espléndido beso de Kyo, interrumpido por un grito.

- ¡Salido! ¡Deja de comerte a mi hermano, literalmente! - Sakuya, hermano mayor, en acción ultradefensiva.

- Y más que me voy a comer - Y Kyo, echando leña al fuego.

- Y tú, Shion, ¡no te rías!

- Querido, y ¿qué quieres que haga, que hagamos? No somos de los mejores para recriminar su comportamiento. - Shion estaba en lo cierto y Sakuya lo sabía lo que le dio más rabia.

Si no fuera por el hecho de dejar a su hija sin su padre,… otro gallo cantaría.

- Tú ponte de su lado. Perfecto. Maridos para esto, ¿quién los quiere? - Masculló el pelinegro - Lo que me recuerda que yo no los quiero - enfatizó, cada palabra de la última frase. Proporcionaba un largo silencio entre las mismas cada vez que pronunciaba una.

- Es que tampoco te va a dar la razón si no la llevas. Es comprensible.

- Eso, eso - Shion quedo bastante aliviado por la ayuda que le estaba prestando su cuñado.

- Además, debes entender que Kyo es su amigo.

- Justamente. Es mi amigo. - Afirmó enseguida.

- Y por último y más importante, es lógico que lo defienda ya que todos son iguales de prepotentes, creídos, malhumorados. De algún modo si no defiende esa conducta, se estaría condenando él también pues es la suya. - Yuuri terminó con una sonrisa de lo más macabra su discurso.

- Has sido de gran ayuda.

- no te fíes de esa pequeña sabandija. Es de lo más rastrero y ruin que puedas encontrar en este mundo - Kyo pasó su brazo por encima del hombro del más alto.

- Y bien que me quieres - Yuuri se acercó hasta su recién nombrado novio y le dio un beso. No fue ni corto, ni dulce, ni violento. Destilaba pasión, no hubo preámbulos. Yuuri metió directamente su lengua en la boca ya expectante del mayor y recorrió con ella todo lo que pudo, hasta que otra, más poderosa, tomó el control.

- ¿Qué se supone que estáis haciendo? - Ni Yuuri ni Kyo le contestaron. No podían. Estaban ocupados empleando sus bocas en tareas más interesantes y provechosas. Shion cogió a su alto doncel para que no se abalanzara sobre la pareja.

- Sakuya, es hora de la comida de nuestra Clío. Déjalos, ya son mayorcitos - entre tanto, empujaba al nombrado hacia la salida.

- Es que él también es mi pequeño. - replicó el aludido.

- Es hora de que dejes ir al polluelo - el thorpiano tenía toda la razón. Debía dejar que el muchacho andará y deshiciera su camino, eligiendo, acertada o erradamente, su propio destino.

- Pero… - Aun así, tanto tiempo cuidándolo. Era complicado cambiar las costumbres arraigadas ya tantos años atrás.

- Te quiero. Eso no cambiará- La voz del pequeño los hizo voltear la mirada hacia la otra pareja. Estaban juntos pero ya no se besaban. - Pero también lo amo a él. Solo deseo que me des espacio para crear nuevos recuerdos con él. Mi vida, es mi vida. No quiero ser tu sombra.

- Yuuri - Su marido lo soltó de los hombros dé donde lo había sujetado para empujarlo para salir de la estancia - Yo nunca quise ensombrecerte. - Se acercó hasta tenerlo en frente suya.

- Lo sé, pero es lo que vas a conseguir como sigas sobreprotegiéndome - Mucho había callado ya Yuuri. Era hora de desahogarse. Lo necesitaba. Debía comenzar de cero, sin asuntos pasados pendientes, para poder ser feliz con Kyo y consigo mismo. Para tener paz. Por fin. Aquel sería el último reducto sufrido y sin terminar.

- Yo también te quiero - contestó Sakuya para abrazarlo. Se separó de él en seguida pero aquel contacto estaba repleto de intensos sentimientos. Se aproximó hasta aquel que lo esperaba para salir y acotó: - No prometo nada. - se dejó arropar por los grandes y cálidos brazos de Shion en dirección a donde se encontraba su retoño.

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- ¿Has querido decir lo que creo que acabas de decir?

- No seas condescendiente, Shion. Sabes mi respuesta. No la voy a expresar con palabras.

- Mi orgulloso Sakuya. - No pudo resistirse. Nada más habiendo andado unos cuantos pasos, lo condujo hasta la pared más cercana y aprisionarlo para dar un poco de rienda al calentón que le estaba dando. No encontró resistencia.

- Vayamos a nuestra recámara. - Sakuya, cuando consiguió liberar sus labios unos segundos, con la voz cargada de deseo, demandó a Shion un lugar más privado en el que poder continuar con lo ahora empezado, deseando terminarlo sin miedo a interrupciones y escándalos vergonzosos.

No hubo más conversación. Tan solo el sonido que el calzado hacía con el contacto contra el suelo. Un sonido bastante seguido y apresurado, por cierto.

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- Nos da vía libre - Yuuri dejó de ver la puerta otra vez cerrada para volver a juntarse con Kyo, que lo esperaba de pie, allí donde lo dejó.

- ¿Tú crees que…? Yo no he entendido que tu hermano diera su bendición a nuestro noviazgo - Yuuri sonrió ante tal comentario. La verdad, es que no lo había dado a entender. Sakuya era demasiado orgulloso y eso sería lo máximo que conseguirían que saliera de su boca. En cambio, aquel abrazo, su mirada… ellas si fueron sinceras.

- Eso es porque no entiendes el lenguaje entre hermanos - Yuuri cayó en el peso que su frase inconsciente podía provocar en el mayor - ¡lo siento! ¡De verdad! Yo no quería… no lo dije… no…

- No te preocupes, Yuuri. Ya sé que no lo has dicho para herirme, ni con mala intención. No hace falta que midas tus palabras conmigo. Fue duro, lo admito pero no estoy amargado ni triste o envidioso porque me hables de la felicidad y complicidad que compartes conmigo.

- Pero…

- Me dolería si no lo hicieras.

- ¡Aun así! ¡Déjame que me explique! Jolín - Yuuri se estaba poniendo enervado al no poder decir lo que pretendía. Había sido cortado ya varias veces seguidas por Kyo y le daba mucha rabia. Se sentía enormemente frustrado.

- Te dejo hablar- Con su mano hizo el movimiento de sellar su boca a modo de burla. No pudo evitar ensanchar la mueca de su rostro al ver la expresión tan graciosa del otro. Ese pequeño tenía mucho carácter. Le fascinaba, le atraía con esas demostraciones hasta el punto de querer lanzarlo al lecho para hacerlo suyo. Lástima que no tuviera la energía e ímpetu suficiente de ir contra los mandatos del pelirrojo. Es más, cuando ese momento llegara, lo disfrutaría. No pudo sino pensar que fiera sería en la cama. Kyo concluyó enseguida que esos pensamientos no le traería nada bueno y, si, en cambio, una situación algo bochornosa.

- Si no vas a parar de hacer el tonto, riéndote de mi cuando estoy intentando disculparme, mejor me largo - Kyo sujetó uno de las delgadas muñecas de Kyo.

- Ya te he dicho que no hacía falta que lo hicieras. Además - añadió - No me río de tus disculpas, sino de tus gestos y tus vocablos.

- ¿eh? - Yuuri no llegó a comprender del todo lo que había querido dar a entender con aquella oración.

- Yuuri, a veces, es mejor no decir nada. - Cansado de estar de pie, se acercó al sillón más cercano para depositarse en él. Kyo siguió sus pasos. En cambio, no se colocó en otro sofá, sino en el reposabrazos del que el muchacho había usado para descansar. Pasó una de sus extremidades superiores sobre los menudos hombros del más joven. - Sé que lo sientes - continuó tras la pausa - A mi eso me vale. ¿Por qué a ti no?

- Yo… solo quería… solo, demostrarte que puedo… que soy yo, que yo… - Su cuerpo fue apresado con mayor agarre, sin llegar a dañarlo, por supuesto, contra el otro acogedor cuerpo. Se acurrucó tanto como aquella posición se lo permitió.

- No te sobre esfuerces. Si no eres capaz de decirlo, no lo digas. Las palabras sobran en muchas ocasiones. Un solo gesto vale mas que mil palabras y tu expresión de terror me lo ha demostrado - Ante una posible contestación de Yuuri, acotó seguidamente - Tema zanjado - Inspiró. Expiró - Sabes que te amo tal y como eres. - Kyo miró los ojos rojos como el fuego. Esa mirada derretiría hasta el más frío glaciar. Un escalofrío de placer y libido ascendió por su columna vertebral hasta la nuca.

- Yo también te amo. - Completó. Otra pausa. Una mirada. En esta ocasión, la misma fue usada de forma más prolífica y deseable.

- Ven - Una vez se separaron para coger aire, Kyo le cogió la mano y lo ayudó a alzarse del asiento. Lo guiaba en dirección a la salida.

- ¿A dónde vamos? - preguntó confundido.

- Quiero presentarte a alguien muy importante.

- Pero está oscureciendo ya.

- Por eso debemos darnos prisa. No está lejos. - Kyo dio por finalizada la charla y apresuró la amplitud de sus zancadas.

- Mira que eres bruto - Debido a la sorpresa de ser aupado del suelo tan abruptamente, alargó la última vocal de la última palabra, dándole una entonación de sorpresa, que fue rápidamente sustituida por una de indignación - ¿Qué demonios haces? ¡Bájame!

- No sé por qué pero todavía me sorprendo.

- ¿de qué?- Yuuri

- De saber que cada día me enamoro más de ti. - Yuuri se sonrojó notablemente ante dicha afirmación. No la esperaba. No se encontraba preparado. No hubo réplica ninguna. A pesar de lo ignominioso de la situación, él siendo cogido en volandas como si de una inofensiva chica se tratase, su corazón, desbocado, latiendo con mucha más fuerza, demostró hasta que punto habían calado esas palabras en su cuerpo. En su alma.

- Bueno, al menos llévame en tu espalda y no como si de una dama me tratara. - Yuuri se colocó, con ayuda de su amado, en la ancha espalda. Colocó sus brazos alrededor del cuello y sus piernas quedaron colgando, debido al efecto de la gravedad. Por su parte, las manos de Kyo se posaron en su trasero, aguantando, con ellas, su peso.

- ¡Arre borriquito! - Yuuri espoleó con sus piernas como si de un corcel se tratara y le dio unos suaves golpecitos en la cabeza.

- ¡qué poco romántico eres!- Pronunció Kyo falsamente desilusionado. Y ofendido. Yuuri le sacó la lengua, complacido, como respuesta. - Y no soy un burro. En todo caso, deberías llamarme semental.- se vanaglorió el más alto.

- Presuntuoso. Me enseñaron que decir mentiras no… ¡ah! - Se quejó Yuuri ante el pellizco recibido a su pandero. - Pero, ¡bueno! Serás aprovechado - Ahora lo estaba masajeando suntuosamente.

Así, entre risas y gritos, fueron camino hacia el jardín. Y desde allí hasta…

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- Hola hermana. Tanto tiempo.

“Hola Kyo. Esto es aburrido sin ti. Veo que hoy no traes flores. Me alegro. Sabes que nunca me gustaron. Siempre preferí los dulces - sonrió ante el recuerdo de su vida terrenal juntos.”

- Kyo… - El lugar en el que se encontraban era un cementerio. Había pocas lápidas, todas dentro de una superficie cerrada, con su tejado y su puerta. La estancia era grande y la forma era similar a la de un Partenón. Estaba, en su totalidad, formado por cubículos parecidos a los panales que crean las abejas. Algunos estaban cerrados por lápidas. Otros, no.

“entonces, este debe ser Yuuri, del que tanto me hablas. Es guapo, aunque no veo mi parecido con él. Yo no soy tan callada. ”

Una vez al aire libre, se habían dirigido a las caballerizas. Kyo tan solo pidió que ensillaran su caballo, unas pocas de provisiones, agua y algo de comida, la justa para un tentempié, y pusieron rumbo hacia ese desconocido lugar. No salieron en ningún instante de la enorme propiedad cercada del castillo y, tras lo que Yuuri consideró alrededor de las dos horas, llegaron a un fastuoso edificio algo inhóspito y escondido.

- Yuuri, te presento a mi hermana, Syra. Pequeña, él es Yuuri. Lamento haber estado ausente este año. Ya sabes, estaba ocupado en otros menesteres. También sabes que eso no quita el que siempre estés presente.

“Encantada, Yuuri.”

- Kyo… - Yuuri no sabía que decir. Estaban delante de la tumba de la hermana melliza del rubio. De su única familia. Bueno, ahora ya no era la única. Estaba él, su hermano, sus amigos… Por supuesto que no estaba solo. Yuuri se percató, por fin, cuando las palabras no hacían falta. Era a los actos a los que había que dar importancia. Así pues,…

Yuuri, tal como venían haciendo durante esa jornada, junto sus labios contra los del otro. Tan solo fue un ligero roce. Una dulce unión.

“¡ey! Que solo tengo quince años. Eso es injusto. - berreó la incorpórea figura - yo también quiero - lloriqueó. - Joder. Sois unos desalmados.”

- Encantado de conocerte, Syra. Lo amo, más que a mi vida. - Soltó Yuuri - Espero que me perdones por quitártelo y… y que seas feliz allí donde estés.

“Puede que sí que nos parezcamos después de todo”

- Hoy no he traído flores.

“Ya me he dado cuenta. Desde que entraste”

- Pero tengo esto.

“¡Chocolate! Mi preferido”

- ¿Chocolate? - Preguntó Yuuri.

- Su preferido. No sabes las veces que me despertaba por la noche para que me escabullera de la habitación para ir a hurtadillas a la cocina para coger prestado, como ella solía decir, ese oro negro. Recuerdo renegar siempre y, en cada oportunidad, acababa bajando para tomar una tableta. No podía resistir esa mirada - Kyo miró los hermosos ojos de su amado - Igual me pasa contigo.

“Si, era un arma infalible.”

- No podía comer dulces por su enfermedad. Se ponía contenta, como si no estuviera débil, cuando los comía. Me hacía feliz saber que al menos la ayudaba con esos pequeños detalles.

“Tu siempre me hiciste feliz - Intentó, como tantas veces, tocar con el dorso de su transparente mano la mejilla de su hermano. Sin éxito.”

- Estoy seguro que no buscaba chocolate. Solo quería estar, y pasar más tiempo contigo.

“Entiendo que estés enamorado de él. Y también ese parecido del que hablabas. Con gusto tienes, tenéis mi bendición”

- ¿Tu crees? - Kyo quería creer fervorosamente en ello.

- Si tu hermana es tan parecida a mí como dices, te lo puedo asegurar.

- Entonces, Yuuri -pronunció meloso - te gusto más que el chocolate.

- Yo no he hecho tal afirmación - Su cara rivalizaba con el color de sus iris.

- No hace falta.

“Ahí van otra vez. Al final, os retiro mi apoyo. ¡Mentira! Que escena más bonita.”

- Es tarde - observó Yuuri tras un buen rato.

- Tienes razón. Es hora de irnos. Hasta pronto, hermana. - Besó el mármol, allí donde descansaba el nombre de su melliza - Te quiero.

“Adiós, hermano mío. Esta será la última vez. Y yo te quiero más”

- Hasta siempre, preciosa. - Kyo supo que esa sería la última vez que sentiría esa presencia que lo calmaba cada vez que estaba allí. No supo el por qué, pero lo sabía.

“Hasta siempre, dormilón”

- Adiós, Syra - Kyo lo asió de la cintura y abandonaron la sala en pos del caballo para volver. La brisa, muy fría, empezaba a colarse bajo la ropa, insertándose en sus huesos.

“Adiós Yuuri… y gracias”

Kyo paró su marcha repentinamente para mirar hacia el edificio que acababan de abandonar.

- Enseguida vuelvo, se me ha olvidado una cosa. - Yuuri no respondió. Entendía que tenía que dejarle un tiempo a solas para que así hablara de lo que tuviera que conversar con ella.

- Hermana, ¿te gusta? Tengo intención de formalizar nuestra relación. ¿Crees que me aceptará? El día de hoy me despido para avanzar en mi vida.

“Es precioso. ¡Yo quiero uno! Velaré por ti y los tuyos. No te tardes mucho que estoy esperando para volver. Quiero vivir”

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El camino de vuelta se hizo silencioso. Yuuri no había podido aguantar tanto ajetreo y el movimiento constante del caballo aunado al sonido del corazón de Kyo, que oía ya que estaba recostado sobre su pecho lo hicieron caer rendido, presa del sueño.

Esta segunda vez, Kyo tuvo el placer de llevar a Yuuri así como quiso, con su cabeza reposada sobre sus pectorales, su cuerpo cobijado por el suyo, y sus piernas apoyadas encima de los músculos de su brazo derecho. El izquierdo reposaba en la cintura, bordeando la espalda a modo de respaldo.

Sonrió todo el camino de vuelta a sus aposentos. Con sumo cuidado, una sirvienta que por allí andaba le abrió la puerta y la cerró una vez entró con su agraciada carga. Era de noche, muy tarde por lo que mandó que trajeran la cena en el receptáculo que tenía en la habitación de grandes dimensiones, ahora, opacada por la colocación de dos camas. Sí, dormían en el mismo espacio pero no en la misma cama. Antes esa situación le frustraba, después, le invitaba al futuro lo que dentro de poco podría ser. De que va a ser cuando sean marido y esposo.

Lo depositó en uno de los colchones y lo arropó. En tanto venían a traerles la cena, lo observó dormir. Rememoró todo lo que había sufrido con ese torbellino de muchacho. Estaba seguro. Lo amaba más que a la vida y quería, deseaba, ansiaba tenerlo consigo por el resto de la misma. Tocó la cajita que estaba escondida entre su ropaje. Era el momento idóneo. Así lo sintió. Cuando iba a despertar al bello durmiente, oyó el suave repiquetear que los nudillos hicieron al ser golpeados contra la firme madera que formaba la puerta que los separaba del pesillo.

- adelante - Kyo se levantó del suelo, donde había estado observando el rostro dormido de Yuuri, impasible, sin moverse en ningún instante, solo pensando.

- Señor, les traigo la cena.

- Muy bien, déjala allí y retírate - La muchacha de la servidumbre, acompañada por otra chica que la ayudó a preparar los dos comensales, se retiraron sigilosas cuando cumplieron su cometido. Kyo las vio partir. Se acercó al lecho para despertar al pelirrojo que dormía profundamente. Le daba pena, se veía precioso recostado, con esos rubís opacados por los párpados, despertarlo pero no habían comido bien ese día y necesitaba ese alimento.

- Yuuri… - el referido se movió ligeramente, más sin despertar. Volvió a nombrarlo. Esta vez también lo sacudió ligeramente del hombro - Yuuri, despierta - Nada, otra vez. - Eres un dormilón. - se mofó risueño. Era una dulce marmota, difícil de levantar de su letargo – Yuuri o despiertas o te desnudaré y te meteré en la bañera, para regocijo mío.

- mmmm – al menos ronroneó. Los susurros de Kyo en su cuello le hicieron cosquillas.

- no hablo en broma – Kyo se divertía con los gestos tan extraños que el chico estaba realizando. Para dar crédito a sus palabras, quito la colcha con la que anteriormente lo había cubierto e hizo el amago de quitarle la ropa con la que lo había depositado en la cama.

- Pero, ¿qué…? – Su perorata fue interrumpida. Vio la tierna sonrisa dedicada a su persona y cualquier insulto murió en su garganta.

- Solo quería despertarte, bello durmiente.

- Pues hazlo como las personas normales.

- Como las personas normales, ¿no? – Ese no había sonado muy sinuoso. – Estoy completamente de acuerdo contigo Yuuri. Una pareja despierta a su novio con…

Kyo se abalanzó sobre la anatomía humana más menuda para, literalmente, devorarle con su boca. Lamió el fino cuello de cisne, marcándolo a su paso, las líneas perfectas de su mandíbula, besó la fría punta de su nariz, los párpados también recibieron su dosis. Otro beso en la frente para llegar al fin a esos rosados labios que lo estaban volviendo loco. Yuuri lo estaba esperando. Tenía los ojos cerrados y respiraba por la boca. Mordió el superior, luego el inferior, con mucha calma, deleitándose con cada movimiento del menor. Éste, impaciente, atrajo la cabeza rubia hasta unir sus labios. El beso empezó siendo dominado por Yuuri pero pronto le cedió el puesto al thorpiano. Redujeron la pasión hasta el punto de simplemente unir sus bocas. Finalizaron esa muestra de amor, aunque se quedaron en la posición que habían adquirido para tocarse.

- …un beso – Remató Kyo. – Vamos a cenar o la comida se enfriará. – A regañadientes, Yuuri le permitió que lo ayudara a apearse de allí para sentarse en una silla para ingerir los alimentos que no sabe cuando les habían traído.

Estuvieron tonteando, jugando e impregnando el suelo de cosas como si de niños habláramos. Comieron, bebieron y charlaron. Una vez satisfechos y saciados, observaron sus atuendos. Entre que el día había sido agotador, la caminata que habían efectuado y la guerra de comida, su aspecto no era el más limpio y, mucho menos, el idóneo para acostarse. Al parecer, ambos llegaron a la misma conclusión, se miraron y empezaron a carcajearse.

- ¡Yo primero!

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- Yuuri, estás tardando mucho. Doy asco y quiero refrescarme. No debería haberte dejado ir primero. – Yuuri abrió la puerta mientras Kyo maldecía la tardanza del primero. Había salido sin su ropa puesta, gotas de agua impregnaban su rojo cabello y descendían por su pecho. Tan solo iba vestido con unos pequeños shorts algo ajustados - ¿Qué…? – En verdad, El chico había tardado poco mas de cinco minutos en lavarse, lo que le había costado era salir de esa manera y enfrentar la mirada de Kyo.

- No que decías que querías entrar al cuarto de aseo. Por tu tono, me has dado a entender que te encontrabas apurado. – Intentó que el nerviosismo que lo inundaba no se extendiese hasta su voz. A pesar del intento, Kyo se dio perfecta cuenta.

- Estás muy apetecible – Un sonrojo por parte del otro – Lo que me lleva a pensar dos cosas, bueno, tres. La primera sería que no fuera tu intención excitarme de esta forma – Esa imagen era demasiado tentadora hasta para el más reprimido de los hombres. – Y los dos sabemos que eres demasiado inteligente para ser tan ingenuo. Lo que nos lleva a que ésta era tu intención. – Dio un paso que era la distancia que los alejaba, Yuuri permaneció quieto, y, cuando le cogió la mano para llevarla a su entrepierna, tampoco lo impidió. Allí la depositó, sin realizar ningún otro movimiento ni apretar o masajear.

- Es cierto. – Corroboró simplemente, sin moverse.

- Eso me lleva a dos hipótesis. Quieres que te haga el amor, lo que me resultaría muy placentero y que llevo deseando mucho tiempo, créeme o que, por alguna razón que no comprendo, quieres dejarme con el calentón encima. Cuál de las dos opciones es la correcta. – Ahora sí el rubor cubrió el rostro más juvenil.

- La primera – Lo dijo tan flojo que a Kyo le costó escuchar esas cuatro sílabas – Quiero que me hagas el amor. – Se abalanzó sobre el thorpiano.

- ¡Yuuri! – Lo separó de su cuerpo. Esa cercanía era peligrosa si pretendía que las cosas no pasaran a mayores.

- Si hasta tú mismo has dicho - dijo incrédulo. - ¿Por qué me detienes?

- No quiero ver esa cara lloro mientras te hago mío.

- Yo... – no se había dado cuenta de esas lágrimas rebeldes que habían escapado de su cárcel.

- No deseas esto, Yuuri. No te fuerces- La expresión de Kyo era seria e imponente.

- Yo, ¡si quiero! – refutó.

- Pero no ahora.

- No ahora – repitió Yuuri.

- No es mala la espera si lo que has cosechado da sus frutos. – Limpió esas gotas saladas con su pulgar y lo atrajo hacia sí.

Silencio roto por las dos palabras más bonitas del vocabulario, si se dicen juntas y de corazón.

- Te amo.

- Yo también, con toda mi alma.

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Estaban ya los dos acostados, cubiertos por densas sábanas, abrazados, pecho con pecho. Yuuri se había puesto su pijama. Kyo, dormía con un pantalón de chándal. No solía dormir con demasiada ropa. Uno de sus brazos le servía de almohada a Yuuri, el otro, reposaba en la cadera del menor.

Reinaba el silencio, un silencio pacificador y repleto de aromas que tenían por nombre el amor.

- Yo… Yuuri, me gustaría pedirte una cosa.

- Dime – Lo miró a los ojos.

- La verdad que puede esperar. Duerme. Mañana te lo digo – El pelirrojo asintió y acomodó su cabeza en el pecho descubierto de Kyo.

Yuuri no se merecía una pedida de mano tan desastrosa y alocada. Con la llegada del sol, podría aclarar mejor sus ideas

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- ¿Qué ocurre?- Le preguntó el rubio al primero que pasó por delante de ella.

- No estoy seguro, pero es algo relacionado con su majestad el príncipe consorte

- ¿Con Reiv? – intervino Yuuri con su pelo enmarañado, su cara adormecida y su ropa de cama algo descolocada. El chico que habló sin embargo le contestó que así era, marchándose in extremis debido a la mirada asesina del soldado.

-¿Qué le ha pasado a ese, que ha huido como si fuera un delincuente? - se extrañó.

- Quien sabe – Su risa atronadora daba miedo. Ese tipo lo había mirado como un niño ante una piruleta. ¡Demonios! Eso, para él, era un crimen por codiciar los “bienes” ajenos y así se lo comunicó sin decir nada – Vistámonos y vayamos a cerciorarnos de lo que sucede.

- Tienes razón – Yuuri se volteó para buscar unas prendas que ponerse y arreglarse un poco. Kyo observó el contoneo de esas caderas y de ese culito que pronto serían suyos, en todo el sentido de la palabra.

Guardaría la cajita para otra ocasión más propicia. Por tiempo no era, tenían toda una vida por delante para escribirla juntos.

Continuara...

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