5vs5_Angelus_5vs5_ 2ª_temporada_parte_f_capitulo_22

By 22:47:00

CAPITULO 22. PRÁCTICAS NOCTURNAS

- ¿Has querido decir lo que creo que acabas de decir?

- No seas condescendiente, Shion. Sabes mi respuesta. No la voy a expresar con palabras.

- Mi orgulloso Sakuya. - No pudo resistirse. Nada más habiendo andado unos cuantos pasos, lo condujo hasta la pared más cercana y aprisionarlo para dar un poco de rienda al calentón que le estaba dando. No encontró resistencia.

- Vayamos a nuestra recámara. - Sakuya, cuando consiguió liberar sus labios unos segundos, con la voz cargada de deseo, demandó a Shion un lugar más privado en el que poder continuar con lo ahora empezado, deseando terminarlo sin miedo a interrupciones y escándalos vergonzosos.

No hubo más conversación. Tan solo el sonido que el calzado hacía con el contacto contra el suelo. Un sonido bastante seguido y apresurado, por cierto.

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- Espera… no seas tan impaciente

- No puedo aguantar más.

- Pero… mmm –Un ronroneo – No hagas eso – articuló cuando supo que las palabras le saldrían sin emitir gemidos o balbuceos.

- Bien sabes que te gusta – Le encantaba oír esos suspiros y le excitaba, mayormente, comprobar como el otro intentaba callarlos, mordiéndoos el labio inferior, mirándole, suplicante, con esa cara de deseo.

- Ya – Respiración entrecortada – Pero quiero ver – Otra pausa, interrumpida por sonidos sugerentes – a Clío.

- La podemos ver después – Shion paró su ataque contra el cuello de su esposo. Complaciente, vio ya las marcas que lo sellaban como de su propiedad, más no se separó. Habló, apoyado en el hombre derecho del pelinegro, suspirando cada palabra contra la suave piel, ahora erizada, del más pequeño, en tanto pasaba metódicamente el dedo índice por la misma zona. Sakuya suspiró más que complacido ante tales atenciones.

- Pero yo quiero verla – replicó sin ninguna convección.

- Luego – Shion terminó de acotar las distancias para callar esa boca que lo volvían loco. Basta de quejas. Le iba a demostrar, ahora y ya, que él lo necesitaba. Comenzó a lamer el labio superior, seguido del inferior. Shion se tomó su tiempo, con calma. Luego, los mordió sensualmente, para volver a lamerlos. En ocasiones también mordía la barbilla o se ayudaba aplicando masajes, con sus diestras manos, alrededor del temblante cuerpo que había atrapado.

- Shion – suplicó Sakuya para acabar con esa deliciosa tortura. El otro, impaciente, cuando se quejó su pareja, introdujo la lengua para volver las caricias más apasionadas y sensuales. El control del beso lo tuvo, en todo momento Shion, y así le dejó hacer a voluntad Sakuya, con la lengua del thorpiano dentro de su boca, yendo al encuentro con la suya, inspeccionando hasta el mínimo rincón de la misma.

Se separaron con desgana.

Shion acercó sus miembros hasta rozarse. Estaba bastante empalmado.


- ¿Por tanto solo un beso? – El muchacho quedó algo sorprendido y halagado al ver el grado de excitación de su marido.

- No es el beso. Eres tú – A Sakuya le encantó aquella respuesta. Le hacía ver un ser muy especial, único y valioso. Sonrió esperanzado, enamorado.

- No hagas eso – gimió con palabras.

- ¿El que? – No comprendió esa angustia que creyó escuchar.

- Eres un peligro. – Escondió su cabeza en el hueco del cuello – Me vuelves loco.

- Vamos - comentó mientras jugueteaba con el pelo rojizo de su enamorado – No creo que el pasillo sea un muy buen lugar para acallar tus deseos sexuales.

Shion no habiendo aguantado por mucho tiempo la caminata que los separaba de su habitación, conexa a la de la niña, su hija, donde también se encontraba la niñera encargada de su cuidado, lo acorraló contra una de las paredes del recinto para atacarlo. Allí todavía se encontraban. Con suerte, nadie había pasado por él en ese tiempo.

No estaban muy lejos de la habitación. Por ello, no habían vuelto a tomar un respiro durante el trayecto. Ya dentro cerraron la puerta para no ser molestados dado el caso. Shion ya estaba dispuesto a retomar lo dejado minutos antes, pero Sakuya no estaba en el sitio donde lo había divisado la última vez.

Se lo debía haber imaginado. Rió comprensible. Y solo de recordar el disgusto que se llevó cuando supo que estaba encinta. Quizás con el segundo no fuera tan reacio. ¿Sería buena idea hacerle saber su duda? – pensó distraído mientras se acercaba lentamente a la puerta abierta que conectaba con la habitación de su primogénita.

Se apoyó en el marco de madera. Se detuvo allí. Echó una mirada observadora. A la gran cuna, adosada y con hermosos velos rosas transparentes, las cortinas del mismo tono, a la pequeñita bañera de gran altura, al cambiador, al hermoso guardarropa, prácticamente vacío pero que, en un futuro, estaría a rebosar. De eso no cabía la menor duda. Miró sus pies. A la enorme alfombra, como podría olvidarla, si cada vez que pensaba en ella, lamentaba a los pobres trabajadores encargados de limpiarla.

Vio como Sakuya conversaba con la muchacha. No atinó a descubrir lo que le decía pero lo supuso. Cómo se había portado la niña. Si había llorado, si se había despertado o si había comido, la había bañado en su ausencia.

Ensanchó su sonrisa. Le parecía demasiado protector.

Reparó en el movimiento tan grácil de Sakuya, que se acercó a la pequeña, dormida en su cama para besarle la frente. Conectó su mirada con la de él. Se miraron, diciéndolo todo con los ojos, sin usar ninguna otra forma.

Se quedó sin habla. Sin palabras. No hacían falta.

Aquello ya era demasiado. No podía permanecer estático ante dichas insinuaciones. Daban igual si éstas eran aldrede o espontáneas.

Shion se aproximó a la sirvienta, le comentó su deseo de no ser molestado, cosa que la chica comprendió y le hizo saber al thorpiano mediante su sonrojo, miró a su princesa y cogió al objeto de su deseo con la firme intención de dejarlo, horas más tarde, cansado y desnudo en su lecho, dormitando junto a su cuerpo.

Sakuya, divertido, no opuso resistencia. Después de todo, él mismo lo había provocado, un par de veces.

Esa mirada había sido no solo intencionada, sino malintencionada. Un claro ejemplo de insinuación sutil pero efectiva.



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- No seas tan brusco.

- Es tu culpa por provocarme. Tampoco te quejes. Solo es ropa

- ¿solo? – repitió graciosamente Sakuya.

- Solo - acotó. La verdad es que lo había jalado, sujetándolo suavemente de la muñeca hasta cerrar, otra vez, la puerta con llave para desnudarlo y tenderlo en la cama. Había estado contemplándolo unos momentos, menos de lo que le hubiera gustado pero quería quitarse esas ansias que, feroces, recorrían sus células.

Ahora sakuya estaba desnudo, en tanto Shion solo se había desabotonado el cuello de su camisa.

- No voy a dejar ni un solo trozo de tu cuerpo sin marcar.

El cuerpo del doncel estaba lleno de marcas, repleto de la saliva por donde había estado la lengua del castaño. Primero, la cara, el cuello para después. El pecho, aquellos botoncitos rosados que lo enloquecían. El de la izquierda, para continuar con el de la derecha. Lamiendo, tocándolos, endureciéndolos. Mientras uno estaba en su boca, con el otro usaba sus dedos. Ese pequeño orificio de su cintura. Le gustaba introducir la lengua allí ya que la risa de Sakuya era música para sus oídos. Esa zona era uno de sus puntos más sensibles.

- Me haces cosquillas. – Fue la única frase coherente que salió de su preciosa boca. Claro, a parte de aquellos sonidos guturales tan instructivos y sugerentes.

Al final llegó hasta su otro punto sensible y erótico. Comenzó a masajearlo con una de sus manos, manteniendo el contacto visual con su víctima.

Los ojos fuertemente cerrados, la respiración entrecortado, aquellos soniditos que inundaban el aire le indicaban lo bien que estaba haciendo su trabajo.

Decidió cambiar su mano por su boca. Lamiendo, hasta que decidió introducir el pene en su boca. Al mismo tiempo, con el presemen de su esposo, empezó a prepararlo. Un dedo. Dos. Tres.

Sakuya ya no pudo aguantar tanto goce y se corrió en la boca de Shion, que lo tragó todo gustoso.

- Lo siento… yo… no – Se había olvidado avisarle de su pronta venida. Es más, no había pensado ni tan siquiera en ello. En nada.

Shion lo calló y sacó lo que aun permanecía en el ano de Sakuya, lo que implicó un pequeño quejido de protesta en el menor.

- Eres mío – afirmó demandante seguidamente.

- Sí. – Sakuya estaba extasiado tras ese orgasmo.

- Dilo – ordenó Shion.

Sakuya se levantó, ejerciendo fuerza con sus brazos, los cuales rodeaban los hombros del mayor para lamer el lóbulo de su oreja, soplar dentro de él, para decirle al oído:

- Todo tuyo. – ronroneó. Shion se estremeció. Sus rostros estaban tan cerca que mientras que hablaba, Shion bebía su aliento. El menor rozo deliberadamente los resecos labios de Shion, que dejó, literalmente de respirar ante tal muestra de seducción.

Se perdieron en un beso violento, lleno de lujuria y pasión.

- Desde luego, sabes como volverme loco. – Lo volvió a recostar, poniéndose encima de él, restregándose para hacerle notar cuan excitado se encontraba.

- ¿No crees que te sobra algo de ropa?

- ¿A qué esperas? – En esa posición a Sakuya se le hacía complicado poder quitarle las prendas a su marido. Shion lo sabía. Ese brillo en sus iris se lo hacía presumir; si tenía alguna duda, aquella mueca formada en su boca lo confirmaba. Se divertía con la situación.

Sin embargo, Sakuya no se amedrentó. Sus brazos estaban aprisionados contra el fornido pecho de su marido. Aprovecharía la ocasión. Empezó a contonearse, el cuerpo al completo, de izquierda a derecha, pausada pero constantemente. No consiguió nada salvo que Shion para no aplastarlo con su cuerpo usara como apoyo brazos y piernas. Justo lo que buscaba el pelinegro. Sus miembros inferiores tenían más espacio de movilidad.

Sonrió

Subió la rodilla hasta toparse con la entrepierna de Shion y emprendió un masaje con ella, aplicando poco fuerza. Shion emitió un jadeo.

- ¡Dios!

- No blasfemes – regañó complacido. Los papales se habían tornado.

- ¡Dios! – volvió a repetir Shion.

Sakuya paró el movimiento súbitamente para preguntarle, susurrando a su marido:

- ¿No crees que esto molesta? – reseñaló lo que, con anterioridad, había formulado. En esta segunda ocasión, Shion no se negó. Se levantó de la cama, quedando de pie al lado de ésta para comenzar a quitarse la ropa.

Apenas un segundo mas tarde, dos manos más le ayudaban a desvestirse. Shion paró una vez se hubo quitado la parte superior de su vestimenta. Sakuya no pudo estar más de acuerdo. Empezó con el cinturón, la hebilla para sacarla del pantalón. El botón, la cremallera. Abajo. La ropa interior. No, eso todavía no, empero el pelinegro quedó excitado ante la visión de esa parte. Se agachó y, ayudado por Shion que levantó cada una de sus piernas cuando así lo indicaba Sakuya, el pantalón y los calcetines volaron, quien sabe, a algún lugar de la habitación.

Ya solo quedaba una prenda por hurtar

Los calzoncillos.

Sakuya se los bajó hasta las rodillas, acompañó a Shion para que se sentara sobre el colchón, para sacarlos y tirarlos, tal y como había sido destinada el resto de la ropa. Mientras lo conducía fuera de la piel de su marido, fue masajeando esas musculosas y fornidas piernas, con sus dedos, mediante masajes circulares, arriba, abajo, izquierda y derecha.

Quedó satisfecho ante el resultado. Su pareja no podía estar más empalmada y dispuesta para la rápida acción.

- Estamos a mano – comentó el chico cuando se consideró satisfecho.

Sakuya, entonces, volvió a reparar en el tremendo miembro que poco después estaría, palpitante, en su interior. De solo imaginar aquel placer, tembló de emoción y, por qué no, de deseo y ansias. Se acercó para ayudarle a liberarse de tal presión. Shion vio sus intenciones, lo levantó y acostó en la cama. Boca abajo, rodillas encajadas contra las sábanas y culo empinado, dispuesto a todo, a él, al amor.

- No querido, creo que es demasiado tarde para eso – masculló detrás suya, a distancia cercana.

Sin otro aviso más se introdujo en aquel pequeño y antes dilatado pasaje.

Shion, con lentitud, pausadamente pero de maneras constante, metió su falo todo lo que pudo y se quedó quieto. A la espera. Sakuya, loco por esa penetración tan carente de acción, de movimiento. Intervino:

- Rudo – articuló letra por letra, parándose a gemir entre cada una de ellas.

Shion, a pesar de todo, logró entenderlo y lo complació gustoso.

Emprendió un vaivén de dentro hacia afuera, fuerte, casi sacando su miembro al completo para volver a introducirse. Tenía apoyadas sus dos manos en el colchón, a ambos lados de la cabeza de Sakuya para no dejar caer todo el peso de su anatomía. Su pecho estaba apoyado en la espalda del otro y se refregaba en él con cada uno de sus movimientos.

Rudo.

Se desentendió de la necesidad de Sakuya. Sabía que no le estaba haciendo daño. Ello lo tenía bastante claro y comprobado, pero posiblemente no podría levantarse después.

- Luego no me eches la culpa de no poder sentarte ni te quejes de que te escuece – le comentó mientras seguía con su placentera misión.

- No seas idiota y sigue – le contestó como respuesta – Más rápido, no temas romperme.

- Como ordene mi esposo – agregó complacido.

En verdad, a Sakuya ya le estaba empezando a molestar esa forma tan tosca de hacer el amor, pero, el placer que producía, en cambio, valía esas pequeñas molestias.

“Por el momento” – dedujo. Luego, tal y como Shion le acababa de resaltar, estaría lastimándose todo el día siguiente. Y bien que lo estaba disfrutando en esos momentos.

Dejó de pensar ya que el aumento de velocidad en la penetración y el consiguiente placer que le producía le impidió el seguir haciéndolo cabalmente.

El dolor de su pene le indicó que era hora de autocomplacerse. A eso iba, cuando Shion detuvo su mano.

- Rudo, cariño, ¿recuerdas? – Conmemoró el que estaba encima de ella.

Claro que se acordaba. Es más, su cuerpo también se acordaba. En esos instantes. Así pues, obedeció. Dejó sin atender su necesidad. Sabía que cuando quedara poco para el momento culminante le haría ver el cielo. Una vez más.

¿Cómo era posible que le gustara tanto ser el que recibía cuando tantas veces en su vida pasada se había negado rotundamente? Ahora gemía como si de un niño se tratara al regalarle el juguete que tanto deseaba o ante un dulce que poder comer.

Las embestidas, el saca-mete constante que les hacía besar el cielo para no descender.

No se puede decir que no nunca. No se sabe lo que puede pasar.

- ¡Ah! – A Sakuya se le escapó un quejido.

Shion había parado ese cadencioso y delicioso meneo. Éste salió del interior del muchacho y lo viró para quedar cara a cara. Shion seguía estando arriba y Sakuya, abajo.

- Pero, ¿qué…? – Estaba sorprendido.

- sshhhh – Lo calló Shion, colocándole un dedo en su boca. Le levantó las piernas y se volvió a introducir en su caliente interior, tras colocarse en su verga, el mismo, algo translúcido. Esta vez no descuidó el miembro del pelinegro.

Otra vez dio inicio al balanceo, en tanto tocaba y masajeaba expertamente la parte pudiente y excitada, mucho, de Sakuya.

Poco después se vinieron los dos, primero Sakuya gracias a las manos de su marido seguido de Shion, que lo hizo en su interior.

- Espero que hayas usado protección – le dijo una vez recuperado de su segundo orgasmo en la noche.

- ¿Protección? – Sakuya le mostró, gratuitamente, una oscura mirada – No seas tan tonto – le dio un dulce besito, superficial, sin lengua. – Sí, lo he hecho – afirmó. Esta vez fue Sakuya el que lo besó. Un beso húmedo, impaciente, deseoso y más prolongado en el tiempo.

- Gracias.

- No me las des pequeño. Todavía es pronto para tener otro retoño. – Mal dicho. Pronto, Shion se arrepentiría de haberle recordado al otro que tenía un bebé.

- ¿Clío? – Miró la hora. ¿Cómo era posible que la chica del servicio no le avisara de la toma de su hija? ¿Tan mal papi era que se le había olvidado? Calló, de pronto en la cuenta – Shion – amenazó con la voz.

- Dime – Shion, temiendo la reacción del que estaba desnudo bajo su cuerpo, se hizo a un lado.

- ¿Le has ordenado, por casualidad, algo a la niñera?

-¿Yoo? – alargó la “o” inocentemente.

- Espera, lo diré mejor. Le has dicho a la niñera que no hiciera lo que debía hacer.

- Cariño, eso no suena a pregunta. A mi parecer, parecía una afirmación hecha y derecha.

- Contesta. Espera mejor no. Me parece tremendo que coloques tu placer personal por encima de tu hija.

- Sakuya…

- Es que solo piensas ¿con eso? – Sakuya estaba incrédulo.

- Sakuya…

- Ahora soy un mal papá – Shion no pudo aguantar por más tiempo la risa. – encima, eso, regodéate sobre mi desgracia.

- Cariño, eres demasiado sobre protector. Eres un buen papi y un excelente esposo, déjame añadir – Lo atrajo hacia su cuerpo, cobijándole con su piel expuesta. – Solo tienes un problema

- ¿cuál? – increpó, caliente y cómodo dentro del abrazo.

- Que eres principiante. Te falta experiencia – expresó

- ¿Eso lleva doble sentido? – Shion solo rió ante la pregunta.

Por supuesto que llevaba doble sentido. ¿Cuándo no?

Se levantó para coger las sábanas o una manta para taparse y recuperó la posición inicial. Abrazando s su pareja.

- ¿Tu crees que…? – tentó.

- No.

- Pero si ni siquiera…

- Se lo que quieres preguntarme y la respuesta sigue siendo la misma- le interrumpió Sakuya.

- Pero, ¿estás seguro de que hablamos de lo mismo?

- Shion, no voy a volver a acostarme contigo esta noche y no hay más que decir

- ¿Cómo…?

- Solo piensas en eso. Podríamos decir que soy tu adivino personal – Bromeó Sakuya.

- Te importaría dejarme acabar una sola frase – Un asentimiento de cabeza – Gracias. ¿Por qué no?

- Estoy cansado y me duele un montón el culo. Ya está, ya lo he dicho.

- Sabía que acabarías aguándome lo que queda de noche.

- Fíjate, ahora podemos decir que al igual que yo lo soy tuyo, tú eres mi adivino personal – jugó.

- Has visto lo feliz que me hace eso. Ja, ja – Sin pronunciar palabra, le hizo cosquillas al otro, que no paró de reír un buen rato.

Exhausto, Sakuya quedó dormido enseguida. El calor y los latidos del corazón que escuchaba, sumado a su respiración acompasada lo adormilaron más rápidamente.

- Espera dentro de unas horas. Mañana te quejarás con razón. – rió malicioso Shion, viendo el tiempo que lo dejaría dormitar hasta tomar las riendas en el asunto por segunda vez.

Solo de pensar lo que haría, otra vez, con ese cuerpo perfecto… solo un par de horas como máximo era lo que le separaba de sus libidinosas fantasías.

Solo un poco de tiempo y paciencia. Solo eso.

Continuara...

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3 divinos comentarios

  1. ohhh, ke bonito blogger nn

    nn, voi a comenzar a leer 5vs5 angelus 5vs5.

    Hace mucho que la había visto, se me hacía interesante, asi que ahora que hay vacaciones me voy a dedicar a leerla.

    Lo bueno de ser nueva lectora en un fic como el tuyo, esque tengo muchos capitulos para leer de corridito nn

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  2. Hola mi nombre es Kerly, también soy una fánatica de los libros, anime y del manga. Ya he leído tu Fic dos veces , en verdad me encanta, no obstante nos haz actualizado desde hace tiempo.Bueno, yo conocí tu trabajo en amor-yaoi; sin embargo no sé si estas actualizandola en otro sitio.En verdad espero poder seguir leyendo tu trabajo y converzar sobre algunos libros.

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  3. En primer lugar: muchas gracias por leer mi historia. La verdad es que se ha hecho más larga de lo que pensé.

    Kerly, no te preocupes acutalizaré pronto porque casi tengo terminado el siguiente capítulo. Estamos a tan solo dos capítulos de terminar.

    De verdad, no tengo perdón por esta tardanza.

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