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CAPITULO 24. LA HISTORIA DE UN AMOR I: DANIEL & NITSUGA



- Ahora vuelvo, Necesito aire - Una vez más aislados y pasando más desapercibidos, Daniel le comunicó a Gaby su deseo de estar solo para que no se preocupara cuando no lo encontrara entre las demás personas. Tanta celebración, tanto jaleo y todo lo que una fiesta conllevaba no le alegraba como había supuesto, es más, era todo lo contrario no quería preocupar a nadie ni desmeritar los esfuerzos para que fuera posible. Debía calmarse, incluso, fingir si era necesario; pero, por ninguna circunstancia posible, debía entristecer aquella velada. Por nada del mundo. Desde luego, él no sería la causa.

- ¿Te acompaño? - más que una pregunta, parecía una afirmación. Daniel le había contado todo, todo lo que había sufrido. Las acusaciones, la pelea, los golpes, la huida, la soledad, la pérdida de su hijo … No sabía exactamente lo que era eso, pero él sufría también por los hijos que nunca pudo tener. Ésta no era oportunidad para auto lamentos.

- No hace falta. Necesito un poco de soledad, para pensar. - La boda le traía dolorosas remembranzas. Su propia boda, su felicidad, su embarazo, el nacimiento de su hijo… y todo en compañía de Nitsuga. En verdad, dolía.

Era la boda de su ahijado. ¡Por dios! No podía mostrar esa desfachatez y tan oscuros y egoístas pensamientos. Era un desprestigio hacia sus seres queridos. Le carcomía la culpa.

- ¿Estás seguro?

- No te preocupes. - Más no contestó la pregunta - En cinco minutos estoy de vuelta. Palabra. - De esa forma, su mejor amigo, reticente aún, le dejó marchar.

Daniel se alejó un poco de la fiesta. No tenía ganas, de que, con su malhumor, hacer sentir mal a alguien con palabras hirientes y fuera de contexto. Nitsuga, vigilante, aprovechó la oportunidad.

- Daniel - lo llamó. Estaban entre unos árboles, rodeados de setos. Cerca había un banco. Un sitio bastante introspectivo.

- Creo que este no es el momento para que hablemos.

- Daniel - Su nombre pronunciado por esos labios tan deseados y al mismo tiempo igual de odiados, caló dentro de su alma - Entonces, ¿cuándo será el momento para ti? Llevas huyendo de mí, de esta conversación…. ¿cuánto? ¿Seis meses, siete, ocho?

Sin palabras para rebatir la verdad que su marido acababa de soltarle, el papá de Nitsuga quiso huir, como lo que venía haciendo últimamente, escudándose en alguno de los presentes al pequeño festejo de celebración. Un agarre en su brazo le impidió hacer aquello que su mente le pedía, le exigía a gritos:

- Pero, ¿qué….?

- Basta de huir. Eso se acabó.

- ¿Imponiendo tu voluntad, Nitsuga? - expresó con rintintín - Recuerdo que eso se te ha dado bien siempre.

- Daniel, no quiero que discutamos. Quiero, imploro hablar contigo.

- ¿Imploras? No me hagas reír - Pero su cara no demostró ningún indicio de burla - ¿Por qué ahora sí? ¿Qué ha cambiado en este tiempo para que ahora quieras hablar?

- Daniel…. - Sabía que el ser perdonado por su esposo sería difícil, pero estaba hablando de su pareja y no permitiría que acabara así. Nunca. Ni en un centenar de años. Sería paciente. Aguardaría.

- Siempre se te ha dado mejor actuar y luego pensar en lo que has hecho.

- Te amo.

- Yo también te amo y sé que jamás lo dejaré de hacer

- ¿Pero? - Nitsuga sabía que había algo que Daniel quería decir.

- Pero hay veces que ya no hay vuelta atrás, que mirar hacia el pasado no sirve de nada, que el futuro no es sino una prolongación de ese tiempo rebasado que no quieres evocar. De verdad, ya estoy cansado.

- Lamento que pienses así, pero te juro - lo asió suavemente de los hombros para encarar su mirada y prosiguió: - que no me voy a rendir en lo que concierne a ti.

El contacto varonil le acongojó.

- ¡No me toques! - se exaltó Daniel.

- ¿Tanto te repugno que no consientes que te toque? - Aquello le dolía. No le contestó. - Contéstame.

- Si me repugnara, todo sería más fácil. No, no me repugna, me duele cuando me tocas. Me, me recuerda…- le concedió su deseo. - Todo me recuerda a ti, a él, a ellos - Le costaba hablar. Le hacía daño.

- ¿Por qué no me cuentas que pasó? ¿Dónde…? - señaló el poco abultado estómago de su esposo, sin tocarlo, evitando así otro posible rechazo que, en esta ocasión, no podría soportar.

- ¿te refieres al hijo que no quisiste reconocer como tuyo por tus enfermizos celos? - Evocar la figura de su hijo neonato fue demasiado - Eso qué te importa a ti. - Borró con rabia una furtiva lágrima.


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- Es mejor que los dejes hablar a solas.

- No voy a permitir que le haga más daño. - Gaby había visto desaparecer a Daniel y a Nitsuga de la comida y se preocupó. Había estado dispuesto a seguirlos cuando la voz de su pareja lo paró en seco.

- Tampoco permitas ser el causante de no ser capaz de recuperar la sonrisa. Se equivocó. Yo me equivoqué, muchos de estos muchachos se han equivocado. Su deber es enmendar su error e intentar ser perdonados. Permite al menos que lo intente, Gaby.

- ¿Desde cuándo, Kein, eres tan…?

- ¿romántico, gallardo, inteligente, sensato?

- … tan cursi?

- Gaby, tú sí qué sabes como hacer cumplidos y hacerme sentir único e irremplazable.

- Pues entonces, tenemos suerte de no necesitarlos - Acto seguido los padres de Karel se fundieron en un arrumaco húmedo.


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- Si no me importara tal y como dices, ¿crees tú, conociéndome tanto tiempo, mi mejor amigo, mi confidente, mi amante - hizo una pausa. Aquella palabra la había pronunciado lenta y pausadamente, con calma y cargada de sus sentimientos - mi esposo, te lo preguntaría si no me interesara la respuesta?

- Nitsuga - Fue solo un susurro, pero ambos sabían que ese era el principio de una larga y escueta historia - Hay cosas que son mejores no conocer. Hay cuentos que es mejor olvidar.

- ¿Y si yo te dijera que, a pesar de todo, quiero seguir sabiéndolo? Porque, Daniel, la incertidumbre, el dolor de aquí dentro - Señaló con su índice el corazón, más no el suyo, sino el del doncel adulto - la culpa, el debatirse entre lo que sabes y lo que no, esas lagunas de tu cabeza que te carcomen, quizás eso sea peor que saberlo e intentar vivir con ello. ¿Y sabes el porqué? - Daniel negó con la cabeza. Sus movimientos fueron lentos y elegantes, casi inapreciables y muy sutiles - Porque de esta forma puede intentar redimirme de mis pecados.

Nitsuga padre se agachó, acortando la distancia que todavía los separaba, y apoyó su frente en la de su esposo, absorbiendo con impaciencia e ímpetu el aroma del otro. Daniel, por su parte, permaneció inamovible. Ese gesto había sido lo máximo que podía aguantar su maltrecha alma.

Lloró. Sin poder ni querer evitarlo, procedió a llover, gotas de agua saladas de las nubes que formaban sus ojos.

- Nitsuga - A pesar de no haber gritado, de haber elevado la voz lo mínimo para que el aire pudiera jugar con esas vocales y consonantes, aquello fue una súplica agonizante que acongojó al susodicho que terminó cobijándolo en un abrazo protector y acogedor. Al menos, es lo que él deseó.


- ¡Joder, Daniel! ¿Qué mierda te he hecho? ¿Qué has tenido que pasar por mí, por mi estupidez? - A pesar de no haber lágrimas en sus ojos, Daniel lo supo. En su interior, él también estaba muriendo.

Anduvieron unos pasos antes de encontrar un sólido banco en el que poder sentarse.

- Cuenta la historia de un amor …

Empezó, sí, pero por el principio de todo.

FLASHBACK

- ¡He dicho que no! ¡No nos sigas!

- Pero, ¿por qué no? Yo también quiero jugar.

- ¿Es que no te vale mi “no” como respuesta? No puedes venir y ya está.

- ¡Qué malo eres! ¡Se lo voy a decir a tu papá!

- ¿Qué has dicho qué? ¡ serás mocoso! No te atreverás.

- Pruébame.

El otro tuvo que resignarse y dejó que el pequeño doncel de pelo negro le acompañara.

- Perdona, este mocoso te recuerda a ti, otro mocoso, que tenemos la misma edad - Una vez dicho lo que se había propuesto, aceleró el paso para quedar adelantado al otro muchacho.

Algún día, ese enano se las pagaría. En serio, que se lo cobraría. Sin darse cuenta, su vista se fijó en el movimiento de su trasero pequeño y a simple vista turgente, duro y apetitoso. le lanzó una sonrisa macabra que pasó desapercibida para el otro infante ya fuera para su desgracia o virtud.

FIN FLASHBACK

- ese día me dije que no me importaría cobrarme tu afrenta en carnes. Y tal que lo hice.

- Si, claro. - concedió a las malas Daniel - Todo aquel alboroto solo porque no querías que fuera yo, y bien que Chris se tuvo que llevar a su prometida.

FLASHBACK
- ¿Dónde has quedado con ellos?

- Daniel, no entiendo tu afán por venir conmigo.

- Me aburro. Simple y llanamente. No hay misterio en eso.

- Daniel… - Su voz era amenazante, más no amedrentó al pelinegro, que permanecía tranquilo y apacible. Nitsuga suspiró: - ¿Por qué yo?.

- Mis padres trabajan y los otros niños de palacio son aburridos, como ya te he dicho.

- Entonces, ¿te parezco divertido? - acotó coquetamente. El más bajito también rió, pero su sonrisa era más ladina.

- AL menos eres mejor opción que los del castillo. - A Daniel le divertía observar con qué facilidad caía el otro en sus juegos. ¿Qué si era divertido? No cabía duda que la respuesta era sí.

- Gracias por el cumplido.

- No hay por qué darlas.

Algún día, se volvió a decir, algún día el doncel se las pagaría. Nitsuga intentó calmarse con aquellos alentadores pensamientos hacia un futuro no muy lejano, esperaba según sus expectativas.

A Daniel se le iluminó la cara.

El resto del camino hacia una zona descampada del gran jardín de los alrededores lo hicieron en silencio, hombro con hombro.

- Con que yo no podía venir, ¿eh?

- ¡Joder! ¡Chris! -llamó a gritos.

El otro se acercó corriendo hacia su posición y empezó a hablar antes de que de la boca de Nitsuga saliera alguna réplica más.

- Me amenazó con llamar a los guardias si no lo traía. Bueno, y, ¿tú? ¿Ese no es Daniel?

- No es lo que imaginas - Le dio un golpe en la cabeza al príncipe heredero al trono - Vamos a jugar. ¿Dónde están Kein y Erick?

- Imagínatelo - contestó el otro.

- A la caza de chicas - soltaron al unísono para después largarse a reír a carcajadas.

Se encaminaron en su búsqueda, con las sombras de Millenia y Daniel, hablando amenamente, a sus espaldas. Y, por muy raro o contradictorio que fuera, las miradas de los dos adolescentes se iban hacia atrás. Así fue durante todo el camino.


FIN FLASHBACK

- Al final se convirtió en una costumbre. Los seis, juntos, allá donde fuéramos. Así pasaron los años, disfrutando de nuestra infancia. Jugando, hablando, riendo y haciendo tamaña travesuras. Pero, al fin y al cabo, no todos éramos iguales, ¿verdad? Vosotros, hombres, soñando con convertirse en soldados, buscando aventuras, logrando prestigio y buena posición, la mejor entre los demás, siendo su envidia y modelo a seguir; en cambio, yo, Millenia, simple peones en el tablero. Donceles solo capaces de tener hijos y de servir a otros, a vosotros.

- Eso no es … - Nitsuga nunca terminaría esa frase. Era verdad y no tenía mérito que la dijera entonces. Sería una estúpida blasfemia. Daniel aprobó esa indeterminación para continuar y acabar por decir aquella frase.

- no os estoy culpando, ni a ti ni a nosotros ni a nadie en particular - Pasó el dorso de su mano por el rostro de su marido, desde el nacimiento de su frente hasta delinear con sus dedos su imponente mandíbula. Nitsuga sonrió, presa de la caricia - Es la sociedad en la que vivimos.

- Oigo resignación en tu voz - Había cerrado sus ojos para sentir las sensaciones que ese toque de su esposo le producían gratamente.

- Por desgracia, todo en esta vida tiene un límite. - le respondió simplemente el otro. Todavía estaba acariciándolo.

- Todo no - le contravino.

- Tienes razón. El amor por nuestro hijo no tiene fin ni … - Se calló.

- ¿Ni qué, Daniel? ¿Tanto miedo te da decirlo? ¿Tanto daño te he hecho que temes que te dañe más?

- Creo que eso ya es imposible - Daniel paró sus atenciones sobre el otro y cuando se dispuso a colocar su miembro superior en su regazo otra mano lo impidió. Era un tenue roce del que, si hubiera querido, Daniel se hubiera podido deshacer con facilidad. No quiso. Nitsuga, con lentitud, descendió su cabeza para quedar a milímetros de la otra y susurrarle:

- No hay nada imposible, Daniel. Nada. Y resignarse no es una opción. - Acortó las distancias para besar a su pareja.

Y, gracias a los ángeles, no encontró resistencia en esa boca que se abrió gustosa cuando pidió permiso para introducirse en ella.


FLACHBACK

- ¿sabes que tus padres y los de Daniel están planeando vuestro compromiso, verdad? - preguntó Chris. Él, Nitsuga, Kein y Erick estaban charlando amenamente sobre chicas cuando a Chris le surgió la necesidad de hacer tal pregunta.

- No hace falta que me lo recuerdes. No sé como voy a poder librarme de éste- El aludido no estaba nada feliz con la noticia que ese día le habían comunicado y que ahora estaba en boca de todo el mundo.

- Es que, Nitsuga, de verdad te compadezco. Menudo cardo es Daniel, sin ofender. Es un buen muchacho, es un gran amigo, pero, solo eso, nadie podría ver más allá de su físico enclenque, débil y sin atractivo - acotó Kein.

- tampoco es para tanto, chicos. Estáis hablando de Daniel. Lo conocemos desde pequeños y creo que os vais a arrepentir de vuestras palabras - Christopher quería mucho a Daniel, pero no podía negar a la verdad. Ellos habían hablado con la verdad.

- No seas idiota. Yo estoy con Kein. Menudo castigo - Erick se mesó los cabellos y deslizó sus dedo por ellos, peinándolos hacia detrás.

- Claro, Chris, como tu estás prometido con Millenia. Es un bellezón - intervino Kein

- No hables así de mi prometida, aunque no niego que tienes razón.

Los cuatro se pusieron a reír, ajenos a todo el daño que estaban causando..

Daniel y Millenia estaban charlando por los pasillos sobre como arreglar su situación. Daniel se había dado cuenta hacia ya mucho de que sus sentimientos iban más allá de la amistad, pero, saber el compromiso no le satisfizo. Conocía a Nitsuga y sus gustos, y él sabía que no era la persona más agraciada del mundo. Lamentablemente. En muchas ocasiones, se preguntó el porqué. Los donceles eirthianos se caracterizaban por su belleza. ¿Sería adoptado? Era una constante en su vida.

Desde luego, que se negaría a ese compromiso. Y no había vuelta atrás. Al pasar por una puerta entreabierta, escucharon sonidos, retablos de una conversación. No tuvieron que centrarse en dichas palabras, estaban hablando tan fuerte que las mismas llegaron claramente a los oídos, de ambos. Enmudecieron por lo que aquellos patanes acababan de soltar como víboras por esa boca. Daniel se había paralizado de la impresión. Sabía de todo aquello pero que sus propios amigos, o así los consideraba él, que se mofaran de esa manera era superior a lo que un muchacho de su edad estaba dispuesto a aguantar.

Millenia, más temperamental y con mucho más carácter, no soportó nada de eso y se puso a gritarles. Daniel permaneció invisible en una esquina.

- ¡No puedo creer lo descarados que podéis ser! ¡Sois unos bastardos insensibles!

- Ese no es vocabulario para una señorita.

- Y ese no es el comportamiento de unos futuros sangre nobles y yo no lo voy diciendo de tanto en tanto, ¿verdad?

Christopher tuvo que callarse ese comentario. Su futura esposa, tal y como sus padres habían decidido desde su nacimiento, tenía bastante juicio en lo que acababa de pronunciar.

- Aún así, eso no resta una cosa con la otra.

- No digas sandeces, ¡Daniel! Di algo, no te quedes callado.

- ¿Daniel? - Nadie, salvo Millenia que sabía que se amigo había quedado fuera de la estancia, supo de su presencia en aquel lugar. Pudo ser uno, quizás dos, o lo cuatro quien pronunciara su nombre pero no importaba. Se habían quedado petrificados cuando la menuda figura apareció por el umbral, ahora iluminada por los rayos de sol que se filtraban por los miradores.

- No hay nada que decir. Todo lo que han dicho es cierto. Solo … -Pasó su mirada por cada una de las figuras que estaban de pie - solo lamento que no me lo dijerais de frente. Una auténtica lástima - A pesar del dolor que destilaba cada uno de dichos sonidos, se prometió a si mismo que no lloraría delante suya.

Y lo cumplió. Salió de aquel lugar sin correr, andando apropiadamente, altivo y majestuoso, orgulloso y todo lo hizo sin mirar ni una sola vez atrás, así su corazón se hubiera quedado allí, hecho añicos y sin posibilidades de reconstrucción. Ello no le importó demasíado.

Se paró cuando supo que nadie estaría observándolo. Tal era su apatía que no se dio cuenta de unos pasos que lo siguieron hasta que su voz lo alertó tan solo los segundos que tardó en reconocer ese timbre.

- Daniel…

- Lo siento, Millenia, este es el fin. Ya no tengo ni ganas ni fuerzas suficientes para aguantar, para soportarlo.

- Daniel - repitió. No podía vocalizar otra palabra más que la de su mejor amigo, con el que había estado desde que tenía uso de razón.

- No te preocupes. Esto tampoco significa el fin del mundo. - Se arrodilló en el suelo. Sus piernas temblaban tanto que no quiso que por un pequeño descuido, se cayera al pavimento alfombrado.

- De verdad lamento que todo acabase así. - Se sentó frente suya.

- Yo también - Millenia abrazó al muchacho de dieciséis años y sufrió y maldijo al causante de que su amigo llorara de una manera tal que le partía el alma.

- Por favor, te importa dejarme solo. Necesito pensar - se lo pidió a la chica una vez que acallar su sufrimiento.

A pesar de su reticencia por dejarlo, lo hizo porque un amigo, uno de verdad, conocía a la persona a la que consideraba como tal. Por ello, supo que era el momento idóneo para dejarlo solo, no en la amplitud de lo que ese concepto implica, sino de una forma natural del ser humano, de la capacidad de encontrarse a sí mismo sin el agobio de otro ser viviente pululando a su alrededor.
Porque un verdadero amigo sabe lo que necesita el otro y a pesar de no querer hacerlo o saber que está errado, lo aceptará y apoyará, ante todo. Porque eso es un amigo.

Se fue.

No supo el por qué, pero desanduvo el camino que había hecho con anterioridad. Llegó hasta aquella sala y supo que no se habían movido de allí

- Somos unos idiotas. - Esa era la voz de Erick.

- Pero de los de verdad. - apoyó Kein.

- ¿Qué podemos hacer para qué conseguir su perdón? - volvió a hablar el primero.

- Os lo dije, que al final todos acabaríamos pagando cara la broma.

- Chris, no es momento para lamentaciones, sino de soluciones - acotó Erick. Los tres callaron sus atolondramientos ante el grito frustrado de Nitsuga.

- ¡Mierda! Esto no debería haber pasado. Daniel no me perdonará en la vida.

- Nitsuga, no te preocupes. Con el tiempo lo hará. Mañana iremos y rogaremos, incluso, si hace falta.

- ¡Tú no lo entiendes! Ninguno lo hace. ¡Mierda! - maldijo otra vez Nitsuga. - La he cagado a base de bien.

- ¿Nitsuga? Hemos actuado mal y lo reconocemos, pero no es para que te pongas así a menos que…

- ¿A menos que qué, Kein? - lo instó a continuar Nitsuga. Sus ojos estaban acuosos, más no caían lágrimas de ellos.

- Dínoslo tú. ¿algo que no nos hayas comentado, por casualidad?

- ¡Mierda! No lo sé. Solo sé que me gusta, a pesar de que para vosotros no es gran cosa para mi… ¡joder! Solo era para hacer la gracia. No tendría por qué haberse enterado.

- Nitsuga, no podemos cambiar el pasado, pero si el presente. El futuro no está escrito. Puedes, podemos redimir nuestro pecado. - intervino Christopher.

- Es que… es tan dulce, tan pequeño y delgado. Lo puedes levantar con una mano y hacerlo rabiar con esa estatura. Solo sé que este patito feo, será un hermoso cisne.

- En realidad, tú sí querías que se celebrase ese compromiso, ¿estoy errado, Nitsuga? - Él mismo no contestó. Bajó la cabeza.

- Entonces, ¿por qué? ¿por qué nos dejaste hablar así de él? -Más silencio - ¡No te calles! Maldita sea, ¿por qué? - volvió a preguntar Kein sin esperar respuesta alguna.

Erick, al igual que Chris y Millenia, en su escondite, estaban a la espera de su respuesta.

- Maldito inepto estúpido. - Maldijo la chica desde las sombras. Estaba llorando. No aguantó más. Se alejó de aquella habitación y se fue a despejar su mente. ¿Le diría a Daniel lo que acababa de escuchar? Y, ¿si era otra mentira de aquel cuarteto? En todo caso, ¿le creería? De todas formas, oyó también cuando Nitsuga estaba dispuesto a arrodillarse y besarle los pies si con eso le perdonaba.

Y fue por ello que no escuchó el final de la conversación entre los adolescentes.

- No puedo estar lejos de él; y, por ello mismo, haré lo imposible porque este compromiso no se rompa jamás. Clamaré por mis derechos sobre él y vosotros me ayudaréis. Por supuesto no hizo falta ningún signo de afirmación para saber que lo harían sin dudar.

- ¿Fuiste tú?

- Por supuesto. No iba a permitir que nadie pusiera sus garras sobre su piel suave, lisa o sobre sus cabellos o…

- Ya lo hemos captado, Nitsuga. El muchacho es una piedra en bruto que se convertirá en un codiciado diamante. - cortó Kein. Hasta a él mismo le estaban entrando ganas de tirarse a Daniel. Imposible. Visto lo visto, Nitsuga no tardaría en matarlo si pudiera leerle la mente, a pesar de su amistad. Estaba entreviendo su posesividad.

- Hay flores que tardan más tiempo en germinar y no por ello dejan de ser hermosas. - Esa frase de Chris sería recordada con posterioridad porque era imposible que no hubiera más certeza en ellas.

- Si, pues solo esperemos que esta flor no se marchite antes de florecer porque lo amo.

- ¿Nitsuga?

- Es la verdad. - Ahí estaba un chico de dieciséis años, arrepentido, que acababa de herir al amor de su vida.

Aquella pregunta quedó sin respuesta. ¿Por qué dejó que lo insultaran? ¿Por qué lo insultó? Quien sabe.

Esa noche ya no se volvió a comentar nada sobre la posible boda y, al día siguiente, ya no hubo rastro de Daniel. Al preguntar solo recibieron una respuesta. Se había ido una temporada con sus tíos a un condado del que no dijeron su nombre.

Por muy arrepentidos que estuvieran y por mucho que suplicaran a Millenia, ésta nunca les dijo nada más sobre él, aun sabiendo que ella mantenía contacto con el chico.

La amistad de ellos seis se rompió por completo. Millenia tampoco se volvió a juntar con ellos. Solo los veía cuando la situación lo ameritaba y hablaba con ellos lo justo para poder comunicarse y entenderse.

A pesar de todo, Nitsuga mantuvo la calma. El enlace seguía en pie y más sólido que nunca. Esperó y esperó el regreso de Daniel.

Porque sabía que tendría que regresar tarde o temprano.

FIN FLACHBACK

- Dos años es mucho tiempo, ¿no crees? Tuve que esperar todo ese tiempo para implorar tu perdón y pedir tu mano.

- ¿Ah, si? Para mi no fue tanto tiempo.

- Mentiroso - dijo risueño, mientras tocaba suavemente la delgada nariz blancuzca del más bajo.

- Te lo puedo asegurar. Cuando tuve que volver, lo hice temblando del miedo que traía conmigo.

- Ya te pedimos perdón por ello.

- Lo sé y también sé que mi venganza fue la mejor de los perdones que pude ofreceros.

- Daniel, desprestigiaste a más de la mitad de las huestes de varones - A pesar del intento de regaño, que ni por asomo lo era, Nitsuga se mostraba sonriente.

- Bien merecido que os lo teníais.

- A partir de esa ocasión, no volvimos a infravalorar a un doncel o doncella. - concedió el varón. Daniel rió recordando esa trifulca que él planeó y ocasionó.

Alguna que otra vez le cuestionaron el descaro de sus acciones. ¿qué si se arrepentía? ¿Acaso una madre se arrepiente por reñir a su hijo cuando hace algo mal? Por ende, ahí estaba su respuesta.

Por supuesto que no. Se lo tenían bien merecido. Una espina en su orgullo mermaba en demasía a un hombre y lo convertía en alguien más humilde.

- Por cierto, una pregunta que siempre me ha carcomido de curiosidad.

- Pregunta - animó a Nitsuga.

- ¿A dónde fuiste esos dos años?

- A casa de mis tíos - reveló Daniel

FLASH BACK

Ese día se celebraba, en honor por el decimoctavo cumpleaños del único hijo de la familia real y, por lo tanto, sucesor al trono, una competición amistosa entre caballeros. A pie, a caballo, con lanzas, con espadas, cuerpo a cuerpo, con el arco, … y así muchas actividades que se prolongarían a lo largo de varias jornadas.

Se habían hecho unas preselecciones de todos aquellos varones, ricos o pobres, casados o solteros, de cualquier lugar para que el espectáculo no fuera interminable. Se habían elegido de entre los mejores veinte hombres de todas las edades, siempre y cuando hubieran sido los más hábiles en las distintas especialidades. Así, se sucederían los distintos combates en varios estilos diferentes.

No sorprendió que entre los elegidos estuvieran los futuros gobernantes del país, tal y como sir Erick, sir Nitsuga o el noble Kein. Y, también conocían, por ciencia cierta, que si le hubieran permitido participar, estaría el heredero al trono. No fue el caso para desilusión de muchos que querían batirse en duelo con él.

Todos los participantes se conocían entre sí, ya que el reino era pequeño y buenos soldados no pasaban desapercibidos, salvo uno. Él era un misterio. Todos hablaban de él, pero nadie conocía cual era su identidad. Es más, incluso, su forma física, era un borrón sin forma concisa porque se escondía entre montones de ropa, armaduras, cascos o pañuelos. Eso llamaba mucho la atención del joven que, además, siempre estaba acompañado por un hombre, mayor y algo barrigón que lo protegía de cualquier indeseable. Las malas lenguas hablaban de que su cara estaba malformada, otros que era el joven amante del tipo que lo acompañaba.

Quedaron interesados por él. Un aura atrayente lo envolvía. Se había inscrito para dos de las pruebas, de las que había quedado finalista. Arco y espada- daga.

- Debemos tener cuidado. Quizás quiera atentar contra tu vida.

- Lo sé, kein, pero todos los papeles están en regla,, su nombre, apellidos, lugar de nacimiento, etc, no hay nada sospechoso; y solo por no querer descubrir su rostro no podemos detenerlo y apresarlo en las mazmorras.

- Aún así, sigo sin fiarme.

- Has dicho que está inscrito en arco y espada-daga. En arco, no estamos ninguno pero en la otra…. Yo sí lo estoy.

- ¿Estás insinuando lo que creo que estás insinuando?

- No lo sé, Erick, depende de lo que tú estés pensando.

- Supongo, Nitsuga que lo mismo que Chris y yo. Lo vas a descubrir cuando pelees con él.

- Exacto. Solo es necesario mover unos cuantos hilos para que me toque combatir con él en la primera ronda. ¿Chris?

- Eso no será problema. Nitsuga - invocó el príncipe.

- Dime.

- Ten cuidado.

- Chris tiene razón. Me han dicho que el chaval es bueno. - informó Erick.

- Yo lo he visto luchar y no lo hace nada mal - Kein había tenido la oportunidad de ver una de sus prácticas con la sombra adulta que acompañaba al menor.

- Si tuviera menos confianza en mi mismo y en mis habilidades, me hubiera sentido menospreciado - se burló el susodicho.

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El tiro con arco lo ganó el desconocido con facilidad. No había tenido rival alguno. Por el contrario, en la otra prueba en la que concursaba, le tocó, tal y como se había predicho, en su primera ronda de clasificación en las finales con Nitsuga.

- No creo poder conseguirlo. Él es el mejor en esto. Va a ser imposible tan siquiera rozarlo.

- No te preocupes, Dan. Solo hazlo lo más sobresaliente que te sea posible. Sin miedo ni arrepentimientos.

- Disculpad que os interrumpa - Una preciosa joven de unos veinte años aproximadamente, de hermosos cabellos negros, lacios y ojos azules.

- ¡Millenia! - el chico corrió a abrazarla.

- Que sepas que todavía estoy muy cabreada por la forma en la que me dejaste. Ni creas que con este abrazo está todo perdonado. - Un sonido que fue estampado húmedamente en su cara la hizo callar.

- ¿Y un beso caluroso?

- Daniel - no pudo decir más porque su retahila fue interrumpida por unas manos sobre su boca, además del sonido que la mandaba no seguir hablando.

- Millenia, no digas mi nombre así a la ligera. ¿Qué ocurriría si alguien lo escucha o, peor, si me descubren? - Ella, con la mirada, pidió las oportunas disculpas.

- Tío, me voy a dar una vuelta - Sin esperar el permiso de su familiar, cogió el brazo de la mujer y se fue a andar con ella.

A lo lejos, unas siluetas vivientes observaron, no pudiendo escuchar nada, la cercanía de ellos dos y a uno de ellos no le gustó para nada la afinidad de ese fulano con su prometida.

- Nitsuga.

- Mande.

- Tu pelea será esta tarde.

Sonrisas aparecieron en los rostros de los cuatro espectadores.

Por fin podrían descubrir y poner cara a ese zagal.

Al término de su corta caminata, a Daniel se le comunicó los cambios de planes en cuanto a su torneo. Cabreado, no pudo hacer otra cosa sino prepararse para el torneo con aquel que, a su pesar, aún amaba con locura.

La tarde llegó pronta y, después de la comida, dio inicio el combate.

En primer lugar, las apuestas iban un tanto dispares porque, aunque el chico nuevo era muy bueno con el arco y son sus habilidades, su contrincante no tenía parangón en esos lares. La constitución física y la altura eran otros testigos que declinaban la balanza..

Se prepararon. Cada uno iba protegido por armaduras en su pecho y brazos y piernas. Nitsuga no llevaba nada en el rostro, a diferencia del otro muchacho. En el cinto, ambos, portaban las espadas largas y la daga. No había ningún otro artefacto. Las reglas del juego lo prohibían.

El que se rindiera antes, el que no pudiera seguir combatiendo, el que se saliera de la zona de juego o el que el juez decidiera sería el perdedor de la contienda.

La pelea empezó reñida. Habían desenvainado sus armas al principio de la misma y las blandían con gran maestreza. Sin embargo, las diferencias visibles estaban empezando a hacer mella y a marcar quien sería el ganador.

Tenían heridas por el cuerpo, los dos, pero ninguno se quería rendir. Daniel no quería rendirse antes esa poderosa figura. Había crecido y estaba tan guapo, sino más, de lo que lo recordaba. Era muy alto y de músculos desarrollados. Alabó su figura y porte y se quedó pasmado, absorto varias veces mirándolo. Algunos de sus rasguños lo demostraban. Había sido muy incauto y amateur de su parte. Y, en el momento, en el que su brazo ya no aguantó el peso de su espada más pesada supo que ya no la podría volver a cargar.

Es de sabios saber cual es el momento de retirarse. Sin más, dejó suavemente caer su daga y mostró los signos de la derrota, levantando las palmas de las manos, junto con los antebrazos, en perpendicular al terreno árido que pisaban sus pies.

- Me retiro. - dijo después. La batalla había concluido. El público aplaudió por tal encuentro tan extraordinario. - De todas formas, sería imposible vencerte. Siempre has sido más fuerte que yo. Es comprensible. Mi naturaleza afeminada y con poca fuerza, enclenque y débil, creo recordad, me lo impide. Ha sido un grato combate. - Por el ruido tan solo lo había podido escuchar Nitsuga, el cual quedó extrañado ante tales palabras. Inexplicablemente, esa figura le era conocida y maldecía el no poder recordar con claridad por qué lo era.

- ¿Perdona? - Recordó entonces de su plan.- Al menos, me gustaría conocer a tan digno adversario. Para tu estatura - añadió farfullando.

- Disculpa mis modales, porque yo sí los tengo - Nitsuga dejó correr aquella pulla lanzada por el otro. El joven se quitó el casco que cubría su tez y, para asombro de todos, quedaron perplejos ante dicha belleza.

- ¿Daniel?

- Hola, Nitsuga. Cuánto tiempo.

FIN FLASHBACK

- Más de uno se quedó sorprendido por tu llegada.

- Nitsuga, quizás no fue tanto por mi regreso, creo recordar que después de decir mi sobrenombre, me dijiste “ ¿te quieres casar conmigo?” - imitó un tono de voz más grave que el suyo - Todavía no se si fue una pregunta, una demanda o una orden.

El otro rió. Ese día había declarado sus intenciones sin darse cuenta. Había sido un reflejo que, cuando quiso evitar, ya era demasiado tarde. - Algunos dijeron que no te hubieran reconocido. Habías cambiado. A mi parecer no fue así.

- ¿Por qué tu sí me reconociste?

- Porque si no soy capaz de reconocer a aquel que amo, no hubiera merecido ser tu compañero. Además - añadió Nitsuga - esos ojos, tus ojos - fijó su vista en ellos - son imposibles de borrar de mi mente.

Daniel tembló y Nitsuga sentado a su lado notó esos espasmos. Con la intención de abrazarlo y mientras lo hacía, investigó:

- ¿Tienes frío?

- Ahora ya no - correspondió aquel abrazo. Audazmente, se sentó sobre el regazo de su marido. Y así quedar sumamente protegido entre aquellas vigas de carne, hueso y músculo que tanto quería y que muchas veces, odiaba.

Notó como lo levantaba y ante su mirada interrogativa, Nitsuga le aclaró que en su habitación podrían seguir conversando y contándole la historia de su vida.

Hacía frío y no quería que se resfriase cuando, ahora, podía evitarlo.

- ¿Iba en serio? - Daniel quería estar seguro.

- ¿El que? ¿Qué te amo, que quería casarme contigo o que eres lo mejor de este mundo?

Daniel negó con la cabeza para bostezar y después comentarle:

- Aquel día dijiste…

- Aquel día dije que tú eras lo más hermoso de este mundo y que si eso era el infierno, se habían equivocado porque esto no era un castigo, sino una bendición. Una recompensa.

- ¿Eso también fue verdad?

- ¿Alguna vez, por muy patán o idiota que soy, te he mentido?

FLASHBACK

- He dicho que me dejéis en paz. ¿Cuántas veces os lo voy a tener que repetir? - Ese día no estaba del humor que lo caracterizaba ni de la infinita paciencia de la que gozaba. Se había enterado de una noticia, de una situación que creía haber resuelto en el pasado y no fue así. Solo quedó en un segundo plano.

Ya habían pasado algunos meses desde su vuelta a palacio. Y, durante todo ese tiempo, cuando se distraía lo más mínimo o no prestaba atención, se le abalanzaban para disculparse.

No es que fuera orgulloso o demasiado rencoroso porque no lo era. De hecho les había dicho y redicho hasta la saciedad que ya los había perdonado. Eso sí, no podría comportarse con ellos como antaño, al menos no tan pronto, con todo el daño que le habían provocado. Quizás era ello la premisa por la que seguían, persistentemente, en su empeño.

- Hasta que nos perdones.

¿Dónde estaba Nitsuga? Justo cuando es Daniel el que lo busca y no al revés, no puede encontrarlo.

- Dejadlo en paz. Ya nos dijo que nos perdonaba. - El dueño de sus pensamientos hacia acto de presencia.

- Pero no se acerca a nosotros salvo lo necesario. - reseñó Kein.

- Justo lo que hace Millenia. Chris lo tienes difícil. Menudo matrimonio vais a ser. Quinientos metros de distancia el uno del otro - Erick recibió un golpe por su atrevimiento. ¿De quién? No lo pudo ver, pero se imaginaba el culpable.

- ¡Cállate! - ordenó Chris.

- Solo necesita tiempo. Si comprueba que habéis cambiado, volverá.

- ¿Lo dices solo por ella? - Daniel aprobó el comentario de Nitsuga. Puede que no lo dijera solo por ella.

Fue entonces, cuando, al mirar sus ojos, recordó el por qué de su estado de ánimo.

- Nitsuga - gritó de pronto. Todos los que lo acompañaban se callaron. No habían esperado esa muestra de “efusividad”.

- ¿Qué? - contestó temeroso.

- Tenemos que hablar. - fue su respuesta. Luego comenzó a caminar sin esperar a que Nitsuga lo siguiera.

En su cabeza solo se repetía cómo era posible que la boda siguiera en pie si había sido suspendida años atrás.

FIN FLACHBACK

- He mandado que traigan algo de café y bollos por si tenías hambre - Ya estaban cobijados de la intemperie de la noche y estaban andando bajo la protección que la enorme casa les prodigaba. Dirección a sus habitaciones asignadas.

- Desde luego llegas a ser muy convincente cuando te lo propones. Gracias - Nitsuga no supo si fue por las atenciones o por su persistencia y no lo quiso preguntar.

La verdad es que fue muy persistente, tanto que hasta que no consiguió el “sí, quiero” por parte de Daniel no paró en su cruzada.

FLASHBACK

- ¡No empieces de nuevo!

- Ya sabes que solo hay una forma en la que pararé. Dila y ya no volverás a oírme … decir eso.

- Nitsuga.

- Daniel - imitó al primero.

- ¡No me imites!

- Me gusta como suena tu nombre en mis labios - Había sonado muy romántico.

Nitsuga se aproximó al otro muchacho. No encontró resistencia por lo que una vez que sus alientos rozaban tenue y suavemente la piel del otro, lo asió por la cintura con uno de sus brazos y el otro en su nuca, y cuando se disponía a terminar las distancias entre ellos, Daniel, sorprendiéndole, agarró la mano que había depositado cerca de su cabeza y besó sus nudillos para luego colocarla lo más cercano posible de su trasero. Nitsuga, atónito por ese hacer tan audaz y experto, solo atinó a ver como dos delgados brazos rodeaban su cuello y lo instaban hacia abajo para unir sus labios. No declinó la oferta. Mordió aquellos labios, sacando dulces gemidos de esa tentadora boca, sonidos que aumentaron cuando empezó a masajear las prietas y deliciosas nalgas del muchacho, pero no era suficiente. Así, lo instigó para que se instalara en sus caderas y Daniel, solícito, lo abrazó con sus piernas para aumentar el agarre. Así pudo masajearlas a su antojo.

Unos ruidos cercanos hicieron que se separaran abruptamente y pusieran algo de distancia entre ellos.

- ¿Eso es un sí? - preguntó esperanzado Nitsuga. Daniel, sin poder articular sonido y con la respiración acelerada, asintió.

- Pues entonces, ahora como tu prometido tu y yo tenemos un asunto que tratar.

Daniel lo miró sin entender. ¿Es que tan malo había sido el beso, tanta era su inexperiencia que lo había decepcionado? Porque a Daniel aquel contacto había sido de ensueño.

FIN FLACHBACK

- El día que acepté casarme contigo fue cuando tuvimos nuestra primera rencilla.

- Bueno, tampoco fue para tanto. Solo te pregunté si todavía eras virgen.

- ¿te parece poco? Eso fue un insulto hacia mi persona.

- Daniel, qué ocurriría si alguien al que no has tenido vigilado durante varios años, te besa y tu te sientes como si estuvieras en el cielo porque lo hace como los ángeles, sin contar con sus caricias atrevidas y esos gemidos que volverían loco a cualquiera.

- Como ya te comenté en su momento, no tenía idea de lo que hacía. Sabía, incluso en alguna ocasión te vi, que jugabas - ese jugar lo dijo con un doble sentido - regularmente y solo quise no decepcionarte. Todo lo que sabía en esos momentos era teoría sacada de libros románticos. - Daniel paró su discurso para caer en la cuenta de una palabra que no le gustó. Era como si hablara de él como si fuera una ¿cosa? - Espera un momento ¿Vigilado?

- Quise decir protegido. - Nitsuga se había arrepentido de pronunciarla. Mucho.

- Por supuesto. Dilo. Te morías de celos, solo de pensar que alguien me había tocado antes que tu.

- No tengo ningún remordimiento por admitirlo. Tenía celos y los sigo teniendo. Es mi naturaleza. - sentenció el mayor.

- Pero, Nitsuga… - Daniel se calló. Nitsuga lo había dejado en el suelo y había abierto la puerta que daba a su recámara.

- Esto… ¿Cómo, cuando,…? - Daniel no podía formar una frase coherente.

- sshhhh - lo silenció dulcemente - ¿Te recuerda nuestra primera vez, a que sí? Nuestra noche de bodas.

FLASHBACK

- Esto es como un sueño.

- Despierta, que no lo es.

- Daniel, tu tan romántico como siempre. - Una brillante risa iluminó la estancia. - No quepo de alegría. Deseaba que llegara este día, tu y yo - miró la alianza que pendía de uno de sus dedos - juntos para siempre. - Cogió a su esposo, lo cargó entre sus brazos y comenzó a dar vueltas por la habitación. Nitsuga la había mandado decorar con velas, cientos de ellas, aromáticas

- Hasta la eternidad - terminó el más bajito una vez separaron sus labios.

El mayor lo acercó hacia su cuerpo, desesperado, de una manera que rozaba lo naturalmente posible, hasta hacer inexistente la distancia entre sus cuerpos, aprovechando el súbito mareo que azotó el pequeño cuerpo. Lo depositó en la cama, sentado. En ningún momento dejó que ese cuerpo aun tambaleante rozara, con toda su longitud, el fino edredón, frío y suave. Se arrodilló entre sus piernas, sus rodillas clavadas en el suelo alfombrado y sus brazos, prestos, empezaron a masajear las piernas, haciendo círculos por toda la zona, primero en una y luego en la otra, para, con la seguridad de un hombre experto en el tema, deslizar sensualmente los calcetines luego de haber tirado los zapatos que le impedían a Nitsuga su labor ahora pendiente.

Aquel juego estaba encendiendo a Daniel. El rubor cubría sus mejillas y su inexperiencia en esa parte del amorío afloró. Solo se dejó hacer y de su boca empezaron a salir sonidos que lo avergonzaban más. A Nitsuga ,en cambio, esos grititos eran música atrayente y le enganchaba. Solo quería oír más y más.

Una vez los pies desnudos, se agachó para jugar con su lengua, con el dedo pulgar, el meñique y siguiendo por cada uno de los cinco dedos. Sus manos tampoco estaban quietas y en más de una ocasión, estuvo a punto de recibir, involuntariamente y debido a las cosquillas, una patada.

- Nitsuga - suplicó. Lo estaba atormentando de la forma más deliciosa.

- ¿Ves como me pones? - Nitsuga paró sus caricias para rodear el tobillo con sus dedos y depositarlo suavemente sobre su ya hinchado pene.

Lejos de amedrentarse, Daniel, a pesar del tamaño que estaba tomando esa parte de la anatomía de su marido y que claramente podía sentir bajo la planta de su pie, participativo, alejó su miembro inferior, aferrado por su marido, que lo dejó ir sin oponer resistencia a soltarlo, y se levantó de la cama. Nitsuga, conocedor del carácter intrépido y sorprendentemente atrevido, esperó sin hacer ningún movimiento.

Daniel hizo que se sentara en el suelo y lo besó salvajemente. Cuando se separaron todavía estaban unidos por la saliva de ambos. Eso los incitó más y volvieron a unirse a través del juego de lenguas.

- Creo que empieza a hacer calor y llevamos demasiada ropa. Tu y yo. - -Esa forma de mover los labios debería estar prohibida, al igual que aquellos movimientos seguros, cortos, determinados no aptos para gente con problemas de corazón.

Hizo que su espalda también rozara la gruesa tela que cubría el sólido piso. Daniel caminó felonamente hasta él, con sus dos piernas y colocó una de ellas en su pecho. Usó sus manos para restregarlas por su propio pecho, quitándose lentamente la parte superior de toda su ropa. Se desabrochó los pantalones pero, debido a su posición, no pudo quitárselos. Retrocedió hasta volver a su posición inicial., sentado en el borde de la cama. Nitsuga no esperó invitación y, levantándose de su posición en primera línea se acercó hasta el muchacho sentado. No le dio tiempo a nada más. Daniel, esperando dicho movimiento se levantó repentinamente, cosa que sorprendió a Nitsuga y cuando quiso reaccionar las manos del menor ya estaban sobre su cuerpo, tentándolo, desnudándolo.

Desabrochó los botones, dejó caer la tela por los musculosos músculos, siguiendo con sus dedos el trazo que la misma había seguido instantes antes.

Tocó y besó el desnudo torso a sus anchas. Nitsuga le dejó hacer.

Solo quedaba la parte de abajo por quitar y viendo la mirada indecisa de Daniel consideró que el momento del relevo era ese.

- Déjame a mi - Le tranquilizó. Daniel asintió con la cabeza. Se quitó los zapatos, y su propia ropa, incluso, la interior, sin pudor. Sabía de la intensa mirada que lo taladró en cada uno de sus movimientos y le gustó. En todo el proceso, no desvió la mirada de la de su esposo, mientras a éste, descuidadamente, se le iba hacia otras “zonas” inferiores.

- ¿Te gusta lo que ves? - Nitsuga lo dejó regocijarse en su desnudez. El otro, inclinó la cabeza, avergonzado, descubierto en sus libidinosos pensamientos. Por ello, pegó un bote cuando tocaron su piel y lo desnudaron para acomodarlo en la cama.

Lejos de lo que se supone que significa la primera vez, la escena que allí se desarrollaba era parecida al apareamiento de dos animales salvajes en celo.

Actuaban por instinto, besando, mordiendo, arañando. No podían pensar una frase con claridad, ni siquiera hilar dos palabras con sentido. Solo el deseo los inundaba y era tal el que hizo que Nitsuga se introdujera en Daniel cuando apenas lo había preparado introduciendo dos de sus dedos impregnados en saliva.

Daniel, ante esa súbita entrada en su virgen cuerpo, aun habiéndolo intentado y estando preparado para ese momento, lanzó un lastimero quejido que, aunque murió entre sus dientes, fue alcanzado por los sentidos auditivos de Nitsuga que paró ya estando dentro de su poco preparada morfología. Y Daniel lamentó esa parada.

- Daniel, lo siento, cariño. - Paró de moverse. Era tortuoso, pero no quería hacerle más daño - Me has calentado de tal forma que no me he medido.

- No seas ridículo. Sabes que tanto a ti como a mi nos va este delicioso dolor - sonrió. Su voz sonaba entrecortada y, a pesar de no salir bellas gotas de sus ojos, si tenía una mueca de dolor impresa en su bonita cara. Nitsuga chasqueó la lengua - Nitsuga - profirió dulcemente en el oído del mayor.

- Daniel - suplicó. El chico, aprovechando su posición, apoyado en sus anchos y fuertes hombros, con ese apoyo, realizaba movimientos. Arriba. Abajo, que lo estaban volviendo más loco si cabe.

- Eso no suena como un lamento - Los gemidos de ambos se multiplicaron cuando Nitsuga terminó por perder el poco control del que aun gozaba para tomar las riendas y aumentar el ritmo, intensidad.

Así estuvieron interminables momentos, alargando el momento lo más que pudieron. Pero, a fin de cuentas, el cuerpo de Daniel, más inocente, no aguantó y el de Nitsuga, incluso con su práctica, no tardó en venirse después. Ese cuerpo de infarto lo había llevado hasta extremos insospechados.

Nitsuga tembló al imaginar lo que Daniel podría hacer con esa espléndida arma cuando la voz de la experiencia le diera los conocimientos suficientes para usarla con toda su capacidad. Se relamió los labios, esperando ese momento, suspirando por comenzar con sus clases. Para enseñarle.

Salió de él y una mueca recorrió su tez. Junto con el semen había sangre. Daniel, conocedor del porqué de esa cara, lo llamó con los ojos y pidiéndole que se acercara moviendo tan solo los labios, sin emitir sonido, lo besó. No era un beso apasionado, ni en él participaron sus lenguas. No, era un beso cuya única finalidad era la de demostrar su amor.

Tras recuperarse del orgasmo y de dejar un tiempo de cortesía para relajarse, Nitsuga comentó satisfecho:

- ¿Otra ronda en la bañera?

- ¡Idiota! - masculló adormilado y adolorido Daniel.

Dos segundos más tarde se quedó profundamente dormido bajo el calor que emanaba Nitsuga y bajo las caricias sobre su espalda. Nitsuga estaba dispuesto, ansiaba volver a disfrutar de ese cuerpo que acababa de desflorar pero sabía que por esa noche, ya tendría mucho tiempo para llevarlo al éxtasis hasta ver el amanecer juntos, empleando ese tiempo en su disfrute, había sido suficiente.

Se levantó y fue a ducharse. Volvió con un trapo mojado en agua caliente y una jofaina y limpió el cuerpo de Daniel, que no abrió los ojos en ningún momento, demasiado cansado como para intentarlo.

Una vez terminado su aseo, se volvió a acostar, desnudo, y el cuerpo que se removía inquieto, dormido, lo asió por las caderas para apoyar su cabeza en uno de sus hombros y seguir con su labor, ya más tranquilo y apacible. Mesó los desordenados cabellos y observó la hermosa faz.

Sonrió. El día siguiente sería un día digno de ver. Solo de imaginar la forma tan extraña de andar del muchacho le dio la risa tonta, la risa tonta de un enamorado feliz y completo.

Esa fue la primera vez de Daniel y la primera vez de ellos juntos. No hay que ser necios al pensar que también fue la primera de Nitsuga porque sería una estúpida mentira. Eso sí. Fue la primera de muchas en las que solo estaban ellos dos, desde ese momento hasta el final de los tiempos y ello no cambió. Nunca.

FIN FLASHBACK

- Daniel.

Nitsuga sabía que debía dejarle espacio para que su esposo se tranquilizara. Tenía miedo. Era normal. Había cometido uno de los mayores pecados del mundo, había faltado a su promesa, a él mismo, a Dios, a su amor. Pero, como cualquier persona con todas las letras que ello conlleva tendrá que persistir con la culpa y, en vez de lamentarse de su mala suerte, solucionarlo. Al menos, intentarlo. Y voluntad, persistencia y tenacidad no eran cualidades ajenas a su personalidad.

- No sabes lo duro que ha sido. - Daniel

- Lo sé.

- Te lo imaginas, pero no lo sabes - No era un reclamo ni tampoco sonó de esa forma. Tan solo era la constatación de un hecho.

- Cuéntamelo para saber.

- yo… - titubeó - Quizás no sea lo mejor - Daniel no estaba seguro de querer rememorar esos acontecimientos tan recientes que aún pululaban incesantemente por su mente.

- Solo de esa forma podrás perdonarme algún día. - Nitsuga lo guió hasta la cama y se sentó en ella. Esperó a que Daniel hiciera lo mismo y se acomodó esperando escuchar el relato.

Estaba preparado mentalmente para lo que tendría que oír.

“¿En verdad?”- era su inquietud.


FLACHBACK

- ¿Pero qué te pasa? - Daniel se limpió la sangre que comenzó a brotar de su labio mordido. Últimamente su relación con su marido se había deteriorado hasta el punto de lo humanamente razonable.

Ese día estaba por demás contento. Todos sus malestares tenían un factor común del que se había alegrado. El médico le había recomendado seguir una serie de pautas ya que, como bien era sabido, los eirthianos, tanto doncellas como donceles, capaces de procrear raramente podían tener más de un hijo. Un segundo embarazo era un hecho sumamente admirado y perseguido. De ahí la escasa población de la que gozaban. A ello había que aunar su edad, un punto que había que tener muy en cuenta. El quedar en estado con dicha edad sí que era un hecho prácticamente insólito.

- Eres un maldito puto. No me veas ojos de idiota, Daniel - siseó furioso.

- Te juro que es tuyo. Yo no … - pero fue interrumpido por la retahíla de insultos nuevos y todavía no dichos esa tarde dentro de las paredes de su habitación.

Nadie más que los cuadros y los vacíos muebles carentes de vida eran testigos de ese atroz maltrato. Daniel, ilusionado, había hecho abandonar a sus sirvientes la morada dándoles el resto de la tarde libre

- ¿Crees que no te he visto coquetear ?

- ¡Solo estaba hablando con él! Es un muchacho muy simpático, pero… - Otro súbita interrupción le hizo matar las palabras en su boca. Nitsuga acababa de tirar todo lo que había encima de una de las cómodas de la habitación.

- Te comprendo

- No, mentira. Yo te amo igual, no más que el primer día. No seas necio y créeme - Sus ojos, el alma reflejados en ellos, ratificaban cada una de sus silabas, pero, el otro, demasiado ofuscado para verlo, solo las apartó y consideró blasfemias.

- Ahora - aquella mirada fusionaba dolor con una furia que jamás creyó, de verdad, que existía en ese mundo. Eso asustó a Daniel que retrocedió instintivamente hasta golpearse con algo. Dirigió su mirada hasta ese algo, comprobando el respaldo de su cama adoselada. Nitsuga sonrió - No podrías haber elegido un escenario mejor. - Esa insinuación cubrió sus temores por auténtico pánico, más se negaba que aquel hombre que se erguía delante suya fuera el mismo que lo amó por primera vez en esa habitación, que lo besó hasta que la piel le ardió cuando le dio la noticia de que estaba esperando un pequeño retoño, que lo mimó y atosigó con caricias, regalos y que lo amó hasta el hartazgo.

No, definitivamente ése no era su marido.

Al principio intentó resistirse con golpes, patadas, puñetazos e, incluso insultos, mordidas y arañazos. Nada funcionó. Ni el dolor, ni las palabras, las agresiones físicas psíquicas resultaron. Ese varón encima suya no respondía a ningún estímulo, esta fuera de sí, así que lo único coherente que pudo hacer fue dejarse hacer. Su desahogo: lloró hasta creer que no habría más lágrimas que derramar.

Y lo último que escuchó antes de dejarse caer en el sueño que exigía su cuerpo rasguñado y su mente herida fue el latido acelerado de su corazón.

Cuando despertó aun la luna estaba tendida sobre el manto oscuro de resplandecientes y felices estrellas.

Se levantó y recogió las cosas imprescindibles. Desde que golpeó con los descalzos pies el suelo supo que no se quedaría allí ni un momento más.

Se marchó.

Esa mañana Nitsuga no pudo arrepentirse más de lo que acometió la noche anterior y prueba de ello eran las sábanas manchadas con su semen y con la sangre de Daniel. Lo buscó incansablemente por toda la casa. No encontrándolo, reparó en la falta de algunas prendas y uno de los porta fotos estaba vacío. Conocía cual era la foto que faltaba.

La habitación estaba aun desordenada pero cuando Nitsuga salió por ella ese día, no había nada reconocible. Muebles rotos, ventanas destrozadas, la ropa esparcida por el suelo. Era el caos personificado.

Esperó que los sirvientes llegaran ese día y dio instrucciones de su inminente viaje.

Jamás dejaría escapar a Daniel, así tuviera que desgastar las rótulas de sus rodillas por tenerlas permanentemente hincadas en la arena o tuviera problemas de espalda por estar constantemente agachado.

Pensó en Nitsuga, en como miraría la cara de su hijo orgullosamente otra vez y en su reacción cuando supiera lo que él, su padre había realizado por ser el patán más grande de Eirth.

Pero antes de irse habló con Millenia y le encomendó el cuidado de Nitsuga hijo. Dio explicaciones vagas que mostraron su idiotez y se marchó, no sin antes recibir un nimio escarmiento por su actitud. Nitsuga lo agradeció. Salió del castillo con una mano sujetando su aún acalorada mejilla, y dio gracias que Gaby estuviera con Kein lejos de allí. Él no se hubiera conformado con una bofetada y un discurso. No, el lo hubiera retado a muerte. Seguro. Tal era su parecido con Daniel.

Mes y medio aproximadamente después de marcharse un acontecimiento muy importante acaeció en su país, lo invadieron, llevándose con ellos algunos prisioneros, entre los que se encontraría su hijo.

Unos cinco meses posteriores a su escape y plagados de una constante huida, tuvo un aborto que se llevó la vida de su bebé no nato y que casi acabó con la suya propia. Creyó ver a Nitsuga durante sus altas fiebres pero supuso que eran fruto de sus alucinaciones y desvaríos. Sufrió mucho la pérdida de esa niña, porque fue una linda chiquilla. Tal era su estado avanzado de gestación que se le adelantó el parto y la tuvo, pero nació sin vida. Su cuerpo era minúsculo, pero, aun así, a Daniel le pareció una auténtica belleza que bien pudo ser un quebradero de cabeza para su padre cuando tuviera que hacer frente a sus pretendientes y él la agasajaría, adornando su pelo con lazos y diademas, peinándola con trenzas que resaltaran su cara. Y Nitsuga la cuidaría como a una princesa, aprovechándose de su situación de hermano mayor. Lástima que sus ilusiones habían desaparecido antes de poder asentarse siquiera.

Sin ninguna esperanza ni ganas de continuar estuvo a punto de rendirse. A punto.

Todavía tenía algo en su vida mortal a la cual no quería ver sufrir por su culpa: su único hijo. Además, para qué engañarse era demasiado cobarde cómo para quitarse la vida y demasiado positivo como para creer que todo acabaría así entre ellos.

Prácticamente recuperado, decidió volver a su tierra natal para encontrarse con sus abandonados seres queridos.

Desolado y viéndose como un muerto viviente volvió a Eirth donde le comunicaron los acontecimientos pasados. Descansando dos días, marchó dirección a Thorp, al encuentro de sus niños, que falta le hacía.

Siempre supo que Nitsuga le estuvo siguiendo todo ese tiempo. Siempre.

FIN FLASHBACK

- Nitsuga. - El nombrado no contestó. No fue porque no lo intentara puesto que, en verdad, trató que la voz saliera, más su boca emitió tan solo sollozos apagados. Daniel tampoco esperó por ella - te perdono - Un abrazo mayor y el ahora claro sonido de los lamentos agudos, dolorosos, de aquellos que rompen el alma de quien tiene la desgracia de escucharlos.

Y Daniel se dejó llorar también, desahogándose junto con su alma gemela por el destino de su hijo, por el suyo propio y dando por finalizada una mala etapa de su vida.

Ahora empezaba otra. Daniel selló su futuro con el primero de muchos besos aquella y las siguientes y venideras jornadas nocturnas.

Eso sí. No le pondría las cosas fáciles. Un error como ese se puede perdonar pero jamás se olvida.

Nitsuga. Daniel. Lo sabían, pero intentarían ver el futuro.

Después de todo, ¿qué es más importante que el amor?

Amor verdadero, puro e ilimitado. Ese que no tiene fronteras y es eterno.



Continuara.

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3 divinos comentarios

  1. Athenna,
    Estás bien de salud?
    quando actualizará el fic???
    No se olvide de sus fans.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Athenna,
    Estás bien de salud?
    quando actualizará el fic???
    No se olvide de sus fans.
    Besos

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  3. hola!!!

    Siento mucho haberte preocupado.La verdad es que he tenido problemas con mis codos y muñecas. Son delicadas y llevo ya dos operaciones.
    Ya estoy bien y actualizare pronto, en cuanto tenga unos cuantos capitulos terminados para tener un ritmo bueno de actualizacion.

    Para diciembre, podras leer la continuacion.

    GRACIAS por tu preocupacion

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