CAPITULO 25. INVESTIGACIONES. DESVELACIONES

By 22:34:00




Era una noche estrellada. Brillante y plena.

No queriendo dejar aun los preciosos jardines verdosos, impregnándose de la suave brisa que les golpeaba cual fina pluma, haciéndole cosquillas, siguieron paseando, perdiéndose, en los parajes, ellos dos solos.

- ¿kaito?

Un agarre fuerte sobre su mano le indicó que su pareja clamaba por atención, desatendida hasta ese momento.

- dime.

- He estado llamándote varias veces seguidas y no me contestabas. ¿Hay algo que te preocupa? Te noto nervioso.

- ¿Nervioso? En qué sentido - preguntó mientras acercaba más al menudo cuerpo. Nitsuga dio un pequeño respingo que no pasó desapercibido para ninguno de los dos. Se miraron. Esos ojos conocían que esa reacción no era fruto de la brisa. No valdría aquella excusa ni tampoco tenía intención de escupirla. Sería una estupidez. Solo había sido la sorpresa inicial y no otra cosa más oculta u oscura. Con sus delgados y cortos brazos, pasándolos por el trabajado torso, rodeó la circunferencia del otro cuerpo lo que le fue posible.

Siguieron andando un tanto en silencio. Se oían las aves nocturnas cantar, anunciando la búsqueda de comida y alertando a las presas de su ataque. Infundiéndoles miedo. Anunciando lo inevitable.

- No quería decir nervioso, pero sí distraído, pensativo - prosiguió con la perorata.

Kaito tocó su alianza. Se debatía entre tener esa conversación ahora o después. Desconocía si ese era el momento justo o si nunca habría alguno, pero no había forzado el tema. Titubeó y Nitsuga levantó una ceja expectante, esperando una explicación a su parecer a tan extraño proceder.

Decidió hacerle saber sus descubrimientos

- Nitsug - Pero el decidir confesárselo no hacía más fácil su propósito y que no era otro más que comunicárselo con palabras. Por ello, su timbre de voz titubeó al hablar.

El muchacho enserió su faz. Había vislumbrado la dirección que podía tomar aquella interlocución.

- Dime lo que tengas que decirme. No temas.

- Confió en ti - Tomó su mano y los dirigió, callados ambos, a un banco cercano. Sentó a Nitsuga en él, más Kaito quedó de pie.

- Dímelo - Ansioso estaba. Su interior hervía de dicho sentimiento sin saber por qué. ¿Intuición?

- No sé cómo te lo tomarás - levantó una mano, haciendo callar la respuesta a ello de su prometido - Te ruego que no me interrumpas o desconozco si mi valor será el suficiente para continuar. También se que eres una persona valiente, madura y responsable. Te amo más que a mi propia vida - confesó.

Nitsuga, que tal y como Kaito le había suplicado, no deseaba romper su promesa implícita, movió los labios, lenta y pausadamente para corresponder sus sentimientos con un Yo también te amo dicho desde el alma y sin sonido alguno que recogiera, por lo menos, los tímpanos humanos.

- No te violaron - Kaito consideró como camino más viable el más directo y corto. Sin preámbulos ni curvas que lo alargaran.

- ¿Qué? - Nitsuga se levantó del asiento.

- He estado haciendo investigaciones e interrogatorios y creo que no te violaron. Es más, podría asegurarlo.

- Pero - Nitsuga no sabía cómo expresarse correctamente. Se volvió a sentar en el banco. Pensando, si es que a lo que estaba haciendo se le podía denominar así.

Aquello era
¿Felicidad?
¿Tranquilidad?
¿Gozo?
¿Alegría?
Cuestionó sin saber decidirse por una o por todas.

- Yo me alegro por ello. No es que te quisiera menos si los acontecimientos hubieran sido otros, por supuesto que no. Me alegro no por mi, sino por ti; porque así sabrás, al igual que los demás, de tu pureza nuestra relación no se verá tan afectada por ello pues tú no tendrás aquella duda carcomiendo, impresa entre nosotros.

Kaito estaba nervioso. Se sentaba y se volvía a levantar. Tomaba sus manos, apretándolas para luego dejarlas laxas sobre los muslos o las escondía tras su espalda o entre los bolsillos de su pantalón. Lo miraba para, segundos después apartarla solo para fijarla en sus zapatos. Nitsuga se limitó a observar su graciosa reacción.

- Bonitos zapatos.

- ¿Eh? - Desde luego, no supuso que hablarían de su calzado.

- Digo que

- Sé lo que has dicho - interrumpió el mayor. Se estableció a su lado - Solo que no me esperaba este giro de acontecimientos. Solo eso.

Y ya en ese instante, Nitsuga no aguantó la pequeña risilla que había estando posponiendo. Kaito no le secundó. Demasiado extraño y fantasioso para su humilde cerebro. Todo escapaba a su raciocinio. Necesitaba explicaciones plausibles y esperó pacientemente por ellas.  

Nitsuga se limpió una gotita de su ojo izquierdo con el dedo índice de su mano derecha:

- Me gustas cuando te pones nervioso y no controlas la situación - concluyó.

- Con que te gusto así… - ronroneó acercando el algo frío cuerpo de Nitsuga al suyo.

- En realidad, no me gustas. - Calló - Eso es demasiado poco para describir lo que yo siento por ti. Sería insultante.

- te amo. - Le dijo el mayor, colocando el menudo cuerpo encima de sus rodillas para abrazarlo, infundiéndole calor.

- Y yo a ti - Nitsuga se acurrucó aún más. Pum pum. Pum pum. Los latidos constantes le ayudaron a relajar ese tumulto de sensaciones que le estaban impidiendo respirar bien. Se estaba ahogando.

Ese abrazo era un consuelo mutuo que hacía innecesario todo lo demás.

En ese momento.

- Kaito - demandó el menor en su escondrijo.

- Dime.

- Termina - y esa terminación verbal fue lo suficientemente clara para que Kaito supiera a qué se refería. Quería explicaciones. Pruebas que aseguraran su verdad.

Y él las tenía. Claro que las tenía.

Caviló unos minutos, ordenando sus ideas, organizándose en su mente, para poder sintetizarlo todo de manera clara y concisa. Cuando estuvo preparado, siguió con el consiguiente monólogo:

- Pues bien, en primer lugar, las posibles consecuencias. Tu cuerpo no se ha visto afectado por ninguna enfermedad venérea, ni fiebre u otro tipo de síntoma parecido. Además - Expiró e inspiró para darse fuerzas para proseguir su relato y marcó la pauta con un carraspeo la continuación del mismo - Tampoco has quedado embarazado.

Estas son pruebas circunstanciales, que sirven de guía, pero no son decisorias ni definitivas.

Otro factor. El tiempo. Conversando con  Gaby, me contó lo sucedido  con todo lujo de detalles, así como interrogué a esos malditos hasta que encontré respuestas satisfactorias y verosímiles. Ambas concordaron por lo que eran verídicas y razonables. Entre que te desmayaste y entró Gaby no pasó más que escasos minutos, tiempo insuficiente para una penetración por mas brusca que sea.

Gaby tiene gran memoria y me confirmó que todos llevaban su ropa aun bien colocada. Ellos también así lo confirmaron. No pudieron tocarte de manera tan íntima.

Todo aquello que recuerdas es lo único, si es que eso te sirve de consuelo y minimiza la tragedia en sí, por así decirlo, que sucedió. -Se escuchó un suspiro aliviado -

Y lo más importante. No habían desgarros o semen en tu recto - Maldecía el tenerle que hacer recordar aquella mala experiencia. Nitsuga le apretó la camisa y hasta que no aflojó el agarre no siguió hablando - La revisión médica y la posterior conversación con él mismo, nos llevaron a confirmar que, a lo sumo, habrían podido introducir un o dos dedos. De ahí tu leve molestia.

Además - Unos finos dedos lo interrumpieron.

- basta. No es necesario que me digas más. Es suficiente.

- Nitsuga - susurró. Esas letras le proporcionaban su  chispa de vida necesaria así como la heroína lo es del enganchado a su efecto drogadictorio.

- Solo quiero permanecer aquí. Contigo. Solos y en paz.

Esa era una petición fácil de perseguir.

Y Kaito se mantuvo impasible aparentemente y de forma firme aunque fuera una vil fachada, ignorando estoicamente aquello que mojaba su prenda y que no era el rocío húmedo de la noche, ni esos sonidos no naturales provenientes de una garganta humana.

Nitsuga lloró. De alivio. De felicidad. De desasosiego, alegría y tranquilidad. Lloró por su presente y por las buenas nuevas del futuro. Por analizarlas desde una nueva perspectiva. Perfecta y tal y como la había soñado.

El tiempo, para ellos, quedó paralizado; en esa burbuja aislada donde solo existían ellos dos.

La luna ya estaba en pleno apogeo, iluminando con los rayos prestados y robados del sol que la hacían tan brillante.

Nitsuga se levantó y el hombre lo imitó esperando por su siguiente movimiento, que no tardó en proseguir.

- Volvamos a casa - Kaito esperó que Nitsuga caminara a la par cuando él inició su caminata a pie, pero no se movió. Se quedó quieto y ello le inquietó por lo que le preguntó un tanto alejado de él para no agobiarlo. - ¿Todo bien?

- Jamás pudo estar mejor. - Sonrió radiantemente, sonrisa que, rápidamente fue correspondida.

Nitsuga dijo otras palabras, que casi ni siquiera fueron escuchadas ni por Kaito. Lo acercó para volver a repetirlas. Sus mejillas se colorearon al tiempo de las del thorpiano, que quedó incrédulo ante las mismas. Nitsuga lo miró mientras buscaba su reacción.

Desde luego no fue la que esperó, más no le decepcionó. Tan discapacitado había quedado, pululando entre sus más básicos e instintos pensamientos que no notó cuando su prometido comenzó la vuelta, camino a casa ni tampoco vio la raíz del árbol. Cabe señalar que lo que sí pudo palpar con toda seguridad fue la fría y embarrada tierra del suelo. También pudo oír la risa de su virgen eirthiano.

Y un pensamiento voló por su mente, mientras se miraba las magulladas manos para unirse al canto melodioso de Nitsuga. “¿Sería así de candente y calenturoso en la cama? Y no solo su miembro pulsó ansioso por comprobarlo.

El susurro del viento, de la naturaleza colindante quedó envidiosa, curiosa, más bien, pues no pudieron enterarse de esas últimas palabras de la romántica pareja.

Solo piensa el poco tiempo que nos queda. A ti para estar protegido entre mis estrechas caderas, siendo las únicas que conocerás y saborearás a partir de dicho instante. A mi para sentirte en mi interior, sabiendo que eres el primero y serás el único.

Kaito acompañó y escoltó a Nitsuga a su habitación. Tras darse una tierna despedida, se despidió para ir a la suya, a su mullida cama para descansar física y mentalmente para dormir relajada y profusamente como hacía semanas que no lo hacía.

Ruidos matutinos los despertaron esa mañana, al igual que al resto de los inquilinos.

La razón: Reiv tenía contracciones anticipatorias de un próximo parto.

Motivo: venía niño en camino.


También te puede interesar:

0 divinos comentarios