SUBASTANDO MI CORAZÓN
Este relato tiene su razón de ser en la gran gymkana literaria.
SUBASTANDO MI CORAZÓN.
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¡No puedo creer que me haya visto arrastrada a esta
situación!
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Anna, deja de quejarte de una buena vez. Todo esto es
por un buen fin – me recordó por enésima vez una de mis compañeras de trabajo.
¿Cómo podría
olvidarlo? Seguramente, esa era la única razón por que no había salido
corriendo, todavía, en dirección hacia la salida de emergencia para huir y
poder escaparme del bochorno y la vergüenza a la que estaba a punto de
someterme.
Giré la mirada
observando los vestuarios en los que estábamos todas las chicas. Reparé en un
espejo de cuerpo entero, que cubría una de las paredes. Era magnífico. Una
mujer me devolvió la mirada. Tenía unos ojos azules verdosos idénticos a los
míos, aunque, a diferencia suya, los míos solían estar escondidos tras unos
gruesos cristales que los empequeñecían y afeaban. Su cabello, de la misma tonalidad que el mío,
se veía salvaje, brillante, indomable. El vestido rojo con escote que vestía y
el maquillaje realzaban su figura y su belleza.
Debía admitir el gran trabajo que los estilistas habían hecho.
Desgraciadamente, yo no me reconocía en ella. La miré por última vez antes de
desaparecer de aquel lugar. Ya no soportaba no sentirme yo misma, no podía
seguir observándome y considerar mi reflejo como a una extraña. Era una
sensación amarga, incómoda.
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¡Anna! Prepárate. Ya nos están anunciando – No tuve
tiempo a procesar sus palabras ni de quien habían procedido cuando ya había sido
empujada para la formación, de forma que facilitara nuestra salida al escenario
para ser expuestas como ganado para la subasta.
Aún en esos
instantes, mientras escuchaba al presentador decir mi nombre o cuando me
dirigía al espectáculo, me preguntaba cómo había sido posible que hubiera
salido inscrita para ser subastada en un evento solidario, que mi empresa había
tenido la virtud de realizar para colaborar en la construcción de un nuevo
orfanato, cuando no me había presentado para tal acto. La idea, en verdad, era genial pues todos los
fondos se destinarían a una buena causa. Además, las muchachas a tomar parte solamente tenían que cenar con
su comprador sin más compromiso, además de recibir un incentivo económico. Así
me lo pareció hasta que recibí las gracias por haberme prestado para participar
en la subasta.
Indudablemente,
intenté en su momento evitar que esa locura siguiera su curso, más,
inexplicablemente y por variadas razones, no me dejaron retractarme. Mi
conclusión se reducía a que era la única voluntariamente obligada a participar,
paradójicamente.
Los nervios,
aunados a mi timidez, a mi vergüenza y a mi baja autoestima hacia mi persona,
pululaban como mariposas en mi estómago y cual hormigas a través de mi piel.
Tan
ensimismada estaba, tan absorta a todo lo que acontecía a mi alrededor, que,
cuando quise darme cuenta, ya había sido subastada y me dirigía en una limosina hacia mi destino. Sentía
curiosidad por saber quien había pagado una cantidad tan exorbitante por cenar
conmigo; con Anna, aquella chica con gafas bajita y sobria, sin ninguna
cualidad en especial o atractivo aparente.
No había
reparado en el estacionamiento del vehículo hasta que el chófer, educadamente,
abrió la puerta para ayudarme a apearme del mismo. Le agradecí con un
asentamiento de cabeza. En verdad, le estaba agradecida pues los altos tacones
que llevaba amenazaban con hacerme perder el equilibrio, algo con lo que había
estado luchando toda la noche, en realidad.
Eché un
vistazo al lugar. Quedé sorprendida, no solo por su majestuosidad, sino también
porque aquel lugar no era un restaurante. Sin lugar a dudas, aquello era una
mansión. No pude expresar mi opinión al respecto, cuando una sirvienta,
amablemente, me acompañó al interior dirigiéndome hasta una de las habitaciones
del piso superior.
Llamó a una de
las puertas que adornaban el alargado pasillo y la abrió cuando recibió el
consentimiento del inquilino, de mi comprador durante aquella noche.
Respiré hondo
y entré cuando la criada así me lo indicó.
Debo decir que mi sorpresa fue
infinita al reparar en el hombre, que se apoyaba levemente sobre el gran
escritorio de madera que se erigía, en lo que, pude observar, era un despacho.
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¿Jefe? – quedé anonadada al ver al imponente y al más
atractivo hombre que hubiera tenido la suerte de conocer: el dueño de la
compañía en la que cooperaba. Mi trato
con él se había limitado al ámbito estrictamente profesional. Ello no
significaba, sin embargo, que no hubiera reparado en su existencia, que no lo
observara en toda oportunidad que se me presentara o que no acabara
irremediablemente atraída hacia él.
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Hola Anna, ¿sorprendida? – Podía asegurar que ese
sentimiento no podía definir con exactitud todo lo que profesaba en esos
minutos.
-
¿Por qué? – fue lo único que pudo salir de mis labios.
Eran tantas emociones encontradas que me sentía bloqueada para procesar otra
cosa que no fuera el conocer las razones que lo habían llevado a montar toda
esa parafernalia. Mi obligada participación,
la subasta. Ahora todo cobraba sentido. Todo había sido por obra y gracia suya.
-
Quería que todos te vieran a través de mis ojos, como
lo hago día tras día. Me pareció una buena oportunidad – Sentenció.
“¿Una buena oportunidad? Repetí
interiormente, ¿oportunidad para qué?” Quizás mi intención era plantearle mi
duda, más no lo hice al volver a escuchar su atrayente, enigmática y sensual
voz:
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Te amo, Anna. – Mi cara mostró la incredulidad que mi
mente sentía. Mi corazón, en cambio, saltó de júbilo antes tales palabras,
contento de ser correspondido. - No te preocupes. Tenemos toda la noche para
convencerte de que soy serio respecto a nosotros. – No me dejó decir nada más,
pues mis palabras murieron en su boca.
Mi último pensamiento coherente
esa noche giró en torno a que ese hombre, esa noche, había comprado mi corazón
y no tenía ninguna perspectiva de devolvérmelo.
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Yo también te amo, Lucas.
3 divinos comentarios
wou, que bello relato, me encanto ^^
ResponderEliminarmuchas gracias
besos
¡Qué bonito! Me ha gustado este relato.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Besotes!!!
Muchas gracias por comentar. Me animáis a continuar =) gracias.
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